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sábado, 20 de abril de 2024 01:42h.

Sobre Cataluña, el federalismo y la agenda antineoliberal

Las esperanzas iniciales de que prevaleciera el voto social dentro de las CUP frente al voto identitario se ha frustrado una vez más.

Sobre Cataluña, el federalismo y la agenda antineoliberal

Las Candidaturas de Unitat Popular (CUT) han accedido en el último minuto a darle su apoyo a un segundo candidato conservador a President de la Generalitat, el alcalde de Girona  Carles Puigdemont. Las esperanzas iniciales de que prevaleciera el voto social dentro de las CUP frente al voto identitario se ha frustrado una vez más. Esto genera una situación nueva no sólo en Cataluña sino en todo el Estado y obliga a abordar, de una vez por todas, el problema nacional con la trascendencia que merece. En contra de lo que piensan muchas persona, el avance o el retroceso de la agenda antineoliberal en España están fuertemente determinados por la solución que se le al problema nacional, una determinación que, por lo demás, también afecta a largo plazo al propio proyecto europeo.

La cuestión de fondo para Alternativa Socialista es cómo interpretar desde la izquierda, o desde posiciones progresistas en general, la dialéctica entre agenda nacional y agencia anti-neoliberal. En esencia hay dos formas hacerlo: a.) la agenda nacional puede servir para profundizar la agenda anti-neoliberal o b.) la agenda nacional secuestrará, antes o después, la agenda  antineoliberal. La investidura de Puigdemont es un ejemplo más de que la segunda interpretación es la correcta. Su argumento es: primero creamos la nación y luego habrá tiempo para plantear cuestiones democráticas y de justicia social aunque hoy por hoy todos los  nacionalistas tienen que permanecer unidos como una piña con el fin de batir al enemigo principal, en este caso el “Estado Español”.

Por mucho que este argumento sea repetido, una y otra vez, en los ambientes del nacionalismo progresista, lo cierto es que no se sustenta en argumentos racionales. Lo que ha sucedido una y otra vez tanto en España como en muchos otros lugares, es que la agenda nacional deglute en muy poco tiempo a la agenda social y pospone la cuestión de la justicia social para un futuro incierto. En estos contextos la creación de un estado propio genera una dinámica en la que los ideales de la izquierda -la solidaridad, la cooperación internacional, la generación de identidades cruzadas adaptadas a la realidad cotidiana de las personas etc - sufren un retroceso generalizado, también y precisamente después de que culmine una hipotética independencia. Y tanto dentro del nuevo estado  como dentro del estado del que se pretende separar, máxime en el actual contexto internacional fuertemente competitivo. La lucha por el reconocimiento internacional, la necesidad de reforzar la piña nacional frente a los “ataques” exteriores, la necesidad de competir contra otras naciones para subsistir económicamente, las dificultades de acceder a los mercados financieros internacionales etc., consolidan a medio y largo plazo las opciones neoliberales a ambos lados de la frontera.

El próximo episodio podría llegar más pronto que tarde: la dinámica de desconexión del Estado podría forzar un gobierno de gran coalición bloqueando la posibilidad de un gobierno progresista en España y frustrando la formación de un eje mediterráneo con capacidad de forzar un cambio económico en Bruselas ¿Qué hacer?

Alternativa Socialista apuesta por el modelo federal, pero ¿Qué es eso?: El modelo federal se basa en una lógica solidaria entre diferentes territorios, con lo cual genera mecanismos destinados a igualar los ingresos, la productividad, la educación y los niveles de bienestar entre todos los territorios y habitantes: no es competitiva sino cooperativa y su objetivo no es la desigualdad sino la igualdad, la creación de ciudadanos en todos los territorios.

En el centro del debate está el reconocimiento de la naturaleza política de las identidades, de la posibilidad de construirlas y de no darlas por existentes desde el comienzo de los tiempos.  Estriba en que, a diferencia del modelo confederal basado en la coexistencia de identidades diferentes que no buscan puntos en común, el modelo federal incluye la construcción de una identidad compartida. Esta no excluye las identidades particulares. Todo lo contrario: se compromete a fomentar todas las lenguas del estado etc. la heterodoxia tiene que elevarse a la  categoría de identidad común fomentada por los poderes públicos en todos los territorios.   

La alternativa a la independencia no es, por tanto, el derecho a decidir sin más, sino la construcción de una opción con la que puedan identificarse porcentajes muy sustanciales de la población de todo el Estado o país de países así como el sometimiento también de esta opción a una consulta. El problema no es, por tanto, el “encaje” de Cataluña o del País Vasco en España, sino la redefinición de “España” a partir de esta diversidad. No es el reconocimiento de varias nacionalidades sobre bases competitivas -solución confederal- sino sobre bases cooperativas y solidarias -solución federal- y que obliga a redefinir lo que hoy se entiende por “España”. En realidad es el mismo programa que la izquierda defiende para la Unión Europea frente a los neoliberales de Bruselas y los independentistas. Pero también es un programa que cualquier persona puede apoyar, cualquier persona que apueste por una noción de solidaridad en la que se aplique el mismo criterio para todos las clases subalternas sea cual sea el idioma que hablen o de su propia identidad particular. Las personas de buena voluntad que pensaban que la agenda nacional puede llevar a una agenda de este tipo deberían plantearse seriamente si es este el escenario por el que habían apostado, si en vez de sumarse a un proceso de desconexión resultará mucho más acorde con sus opciones éticas y morales sumarse a un proceso de reconexión con el resto del Estado con todos aquellos que piensan lo mismo que ellos en estos puntos centrales. Si se produce esa alianza hay posibilidades de que conforme una hegemonía cultural en todo el Estado con capacidad de dejar atrás tanto a los Rajoy como a los Artur Mas.

Entendemos finalmente, que la República Federal puede ser el marco democrático para convivir en paz, respeto, cultura y libertad. Como democracia plena y una clara agenda política que frene el neoliberalismo y se plantee un cambio profundo en el seno de la Europa de la Unión o simplemente en Europa.