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jueves, 28 de marzo de 2024 22:34h.

Comunicado de Anticapitalistas de cara a las elecciones del 10 de noviembre

 

FRASE ANTI

Comunicado de Anticapitalistas de cara a las elecciones del 10 de noviembre

Las elecciones del 10 de noviembre se producen en un clima de gran inestabilidad. Los grandes partidos del sistema político español tratan de recomponer el orden a través de convocatorias electorales, pero la fragmentación política, combinada con amplias dosis de desafección y la revuelta catalana parecen imposibilitar por ahora esa tranquilidad que anhela la clase dominante.

Estas elecciones están marcadas por el fracaso de la negociación entre el PSOE y Unidas Podemos. Es evidente que el PSOE ha girado profundamente a la derecha los últimos meses. Ha abandonado los aspectos más progresistas de su programa social, como la derogación de la reforma laboral o de la ley mordaza, y ha iniciado un proceso de imitación de Ciudadanos, adoptando un discurso reaccionario con respecto a Catalunya y mostrando hostilidad abierta hacia la izquierda. Una posición predecible en un partido que no es otra cosa que el gran pilar de un régimen caduco y decadente, incapaz de regenerarse y de mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras.

Por su parte, Unidas Podemos ha seguido insistiendo en la misma táctica que ha permitido al PSOE recuperar terreno social y electoral a pesar de todas sus miserias: su propuesta consiste en compartir responsabilidades de gobierno bajo el mando de una fuerza neoliberal, abandonando toda perspectiva anti-sistémica y constituyente. Su perspectiva parece limitarse a lo que ya hacen en 6 comunidades autónomas: estar en un gobierno liderado por el PSOE, lo cual anula la necesaria labor de oposición y alternativa que debería jugar en los territorios. Un giro estratégico totalmente erróneo desde nuestro punto de vista, que no ha dado sus frutos, ni a nivel de avances sociales (el compromiso de subir el SMI a 900€ fue arrancado de hecho desde fuera del gobierno), ni nivel político (ni siquiera rebajando su programa y sus propuestas socio-económicas hasta convertirse en una propuesta socialdemócrata, Unidas Podemos es capaz de ser aceptado en un gobierno), ni a nivel de apoyo social (lejos de aumentar sus bases de apoyo, los intentos de Podemos por ser una fuerza política más han ido acompañados de un descenso de sus apoyos y de su oligarquización partidaria). Pero esto también nos indica la profundidad de la crisis sistémica, incapaz de integrar demandas socialmente progresistas como las que propone Unidas Podemos, pero que no buscan subvertir radicalmente el injusto estado de las cosas.

Desde luego, otras propuestas como la de Más País no tratan de mejorar, corregir o superar las deficiencias de Unidas Podemos, sino que las profundizan: un proyecto igual de personalista, pero que nace ya abiertamente con la vocación de facilitar un gobierno del PSOE “gratis” y de garantizar la estabilidad del régimen del 78, con propuestas económicas y políticas inofensivas para las clases dominantes y, por lo tanto, inútiles para las clases trabajadoras en un contexto de crisis orgánica del sistema político y económico. En la cuestión nacional y en la defensa de los derechos democráticos están mostrando unas posiciones aún más españolistas, regresivas y centralistas de las que suele mostrar la mayoría de la izquierda a nivel estatal. El rápido giro del espacio político de Más País les ha conducido de la defensa de un proceso constituyente a la asimilación política de los núcleos gordianos de la constitución del 78. Por otro lado, su propuesta pretendidamente verde no plantea una salida política real a la altura de la crisis climática y ecosocial, y a las necesidades urgentes que hay que afrontar. Necesidades que pasan por una política de conflicto abierto con la clase dominante y por un giro radical a la política económica a todos los niveles para hacer frente efectivo al cambio climático.

Por otro lado, la derecha española continúa su proceso de recomposición política. A pesar de los intentos del PP de girar al centro, su política prioritaria sigue siendo la del pacto con VOX y Ciudadanos. Sus propuestas políticas, más allá de las diferencias de matiz dentro del bloque conservador, son similares: bajar los impuestos a los ricos, radicalizar la privatización de público, atacar al salario y golpear los derechos de trabajadores, mujeres y migrantes, mientras continúan su asalto a las conquistas democráticas y a las libertades.

Hay dos factores de fondo que son y van a ser todavía más determinantes en la legislatura que se abre.

Por una parte, el gran movimiento democrático catalán no ha sido derrotado a pesar de los duros golpes propiciados por el Estado. Desde nuestro punto de vista, una de las tareas de la izquierda es continuar defendiendo el derecho a decidir del pueblo catalán, tanto dentro como fuera de Catalunya. El movimiento independentista ha entrado en una nueva fase, en donde la dirección liberal-demócrata procesista ha perdido autoridad y surgen nuevos actores que practican la desobediencia civil a escala masiva, junto con indicios de revuelta espontánea por parte de un sector de la juventud harta de un sistema que no les ofrece más que autoritarismo. Es obvio que es necesaria una alianza entre las clases trabajadoras del Estado para que los pueblos puedan decidir libremente y para que cualquier proceso emancipador signifique también una transformación profunda de las relaciones sociales de explotación y opresión. Desde Anticapitalistas seguiremos apoyando estas justas demandas y forjando alianzas tanto dentro como fuera de Catalunya en esa dirección. La incapacidad del Estado Español para dar una salida democrática a esas demandas radicaliza la inestabilidad del sistema político y abre una disyuntiva: o procesos constituyentes o autoritarismo. Siendo conscientes de la relación de fuerzas, creemos que solo una política firme y abierta a la lucha puede evitar que el régimen cierre las demandas democráticas y sociales tanto en Catalunya como en España con una solución autoritaria.

Por otro lado, se anuncian turbulencias económicas y ecosociales en el horizonte. Es muy posible que entremos en una nueva fase recesiva, en la que las clases dominantes tratarán de profundizar los recortes y las políticas de austeridad, atacando todavía más los salarios y los servicios públicos, y tratando de que sean las clases populares las que paguemos el coste de la crisis ecológica. Más allá de las promesas electorales, urge un plan de lucha y un programa de ruptura. La ausencia de los grandes sindicatos a la hora de movilizar a sus bases a la ofensiva responde a una serie de debilidades estructurales, pero también a la ilusión de que un gobierno progresista evitará que este proceso de degradación de las condiciones de vida de la ciudadanía se incremente. Sin embargo, no son buenos tiempos para la concertación social: la patronal y sus servidores políticos han roto cualquier tipo de puente en ese sentido y cualquier avance mínimo es liquidado por el marco general de una dinámica política basada en empobrecer a los de abajo para recuperar las tasas de beneficio de los empresarios. Hoy en día, para enfrentarse a la crisis que viene, así como los retos ecológicos y en el terreno de cuidados, es necesario cuestionar los pilares del sistema económico y de propiedad.

Y no basta con hacerlo en cada país: la crisis que viene pondrá encima de la mesa la urgencia de construir un movimiento europeo que aborde en toda su dimensión la catástrofe y evite una salida reaccionaria basada en la competencia proteccionista entre Estados que sólo beneficiará a las élites. Medidas como la nacionalización de la banca y de las eléctricas, la democratización de la economía y de la sociedad (incluidos los medios de comunicación), garantizar un nuevo reparto de la renta entre capital y trabajo, el mantenimiento y expansión de cuestiones básicas como las pensiones o los derechos de las mujeres que con su trabajo no pagado sostienen la reproducción requerirán de una profunda revolución política y del protagonismo de las clases populares. Reactivar un horizonte ecosocialista y feminista que cuestione y combata el marco capitalista sigue siendo la mejor salida para avanzar, también en el aquí y ahora. Las grandes movilizaciones de mujeres y de jóvenes proponiendo una sociedad feminista y ecologista, así como los pensionistas o los nuevos precarios, indican vías de lucha que debemos profundizar para resistir y dar la vuelta a los ataques sistémicos contra la gente trabajadora.

Abordar estas tareas implica replantearse la estrategia. El anticapitalismo debe iniciar un profundo proceso de reflexión tras el 10 de noviembre, abordando estos retos de fondo en un contexto todavía incierto. Abordando también de forma honesta nuestras propias insuficiencias y errores: no basta con enunciar los ejes de la política revolucionaria, hace falta construir una fuerza política y social organizada a escala estatal capaz de hacerlos efectivos.

Pero dicho esto, no nos da igual la configuración política que surja de estas elecciones. El reforzamiento de la derecha o del PSOE significaría sin duda un fuerte retroceso y generaría más dificultades en la construcción de una fuerza popular anticapitalista. Por eso hacemos un llamamiento a votar críticamente a Unidas Podemos: a pesar de las diferencias que hemos expresado y de la consideración de que hace falta abrir un nuevo camino estratégico desde la izquierda a medio-largo plazo, consideramos que un buen resultado de UP sería una derrota del PSOE y de Pedro Sánchez.

Por una parte, consideramos una magnífica noticia la presentación de la candidatura de la CUP en Catalunya: su presencia en el Congreso sería un avance muy positivo para las fuerzas del anticapitalismo, ayudaría a ampliar la audiencia de las legítimas reivindicaciones del pueblo catalán y contribuiría a construir una alianza confederal entre las clases populares de las distintas naciones del Estado y las catalanas, basada en la libertad de los pueblos, diferente a la opresión que propone el nacionalismo español reaccionario. Esperamos que obtengan un buen resultado este 10 de noviembre.

Una derrota de la derecha y un debilitamiento del PSOE: ese sería el escenario más favorable para afrontar la crisis que viene. Pero no es suficiente con votar el 10 de Noviembre: hará falta organización política y social para afrontar el reto de echar abajo un orden cada vez más agresivo e injusto.

 

ANTICAPITALISTAS

 

 

MANCHETA 10