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viernes, 29 de marzo de 2024 08:07h.

La amistad a un lado y los intereses de los canarios a otro - por Isidro Santana León


Conozco a Arcadio Díaz Tejera desde hace muchos años, motivo por el que nos saludamos cordialmente cuando nos vemos, igual que lo hago con un vecino del PP, que es buena persona, e igual de asimilado, e ignorante de nuestra situación, que la mayoría de los canarios; pero en la contienda política por la libertad y los derechos hay cosas que no me puedo callar; además, no las `puedo omitir cuando son de interés público y sobre todo del de esta colonia.
La amistad a un lado y los intereses de los canarios a otro - por Isidro Santana León
 

Conozco a Arcadio Díaz Tejera desde hace muchos años, motivo por el que nos saludamos cordialmente cuando nos vemos, igual que lo hago con un vecino del PP, que es buena persona, e igual de asimilado, e ignorante de nuestra situación, que la mayoría de los canarios; pero en la contienda política por la libertad y los derechos hay cosas que no me puedo callar; además, no las `puedo omitir cuando son de interés público y sobre todo del de esta colonia.

Me gusta escuchar la radio de noche, mientras el sopor me va apartando de esta cruel realidad y, saltando de emisora en emisora, de mentiras en mentiras y de manipulación en manipulación, me paro en “Radio San Borondón” –la radio libre, menos para hablar del colonialismo español en Canarias– porque César Placeres –rector vitalicio de la emisora– entrevistaba vía teléfono a este senador del PSOE por Canarias del Este.

Con ese populismo que le caracteriza –y que hay que comprender porque nació en las proximidades de Triana Alta–, Arcadio defiende a la casta política clamando que todo el desprestigio y descrédito que el pueblo le debe, obedece a una caza de brujas que los mercados han dirigido hacia los diputados, senadores y demás privilegiados de la jerarquía pública, para eludir la culpabilidad que aquellos tienen en esta “crisis”. Sí, incluso advirtió que esos mercados, que por lo visto son de otra galaxia y que les prestan el dinero a los gobernantes políticos para invertir –dicen– en la obra pública, infraestructuras y en progreso –a ver cuántas viviendas sociales para los pobres se han hecho durante todo este tiempo de “bonanza”–, a las patronales y/o empresas que nunca existieron, a las cajas de ahorro, bancos y demás, llega en el trasbordador espacial y en el mismo vehículo se lo devolvemos echando a bordo sus correspondientes y draconianos intereses, aquellos que no lo hemos pedido, gozado ni dilapidado, son los que quieren aniquilar los estados y la soberanía de sus pueblos.

Se equivoca o miente, mi compadre Arcadio. No son brujas a las que hay que cazar: son ladrones, desfalcadores, prevaricadores, vividores… que delinquen ante la mirada impasible del pueblo; gentuza que ni siquiera se ruborizan porque llevan corbatas y chaquetas y porque no llegan –los muy poquísimos que agarran cuando el viento levanta la punta de la alfombra y la presión social lo exige–  esposados a los tribunales como lo hacen con el pueblo llano, enfermo, intimidado y acobardado.

Parece que Díaz Tejera se olvida de que su partido, con la colaboración del PP, reformaron la constitución para poner un techo de gastos a las necesidades de los más débiles y que, los recortes inclementes, asesinos, que padecen la mayoría, son la deuda, pero de la casta política, por la vidorra opulenta que se han pegado y aún lo hacen, por las subvenciones a los grandes partidos, por el dispendio del clan de los parásitos y dueños del ejercito, por la política de privatizaciones y desmantelamiento del tejido productivo, por promover la especulación y la fuga de capitales etc. ¡Claro que tiene que ver mucho, yo diría que todo, en este putrefacto tinglao, la casta política! Es quien se ha prestado al soborno de multinacionales y banqueros, defraudando el refrendo y la legitimidad que el pueblo le ha prestado para administrar sus intereses, convirtiéndose, contrariamente para lo que fueron elegidos –por mí no– en fieles administrativos del capitalismo más inhumano. Son ustedes, la casta política, la que ha destruido el poder y el control del estado, entregándole su administración a esos extraterrestres que no se atreven a nombrar y menos a enfrentarse –saben perfectamente el motivo–, los mismos que, después de hacer ustedes el sabotaje contra lo público, contra el estado, les emplean en sus multinacionales con escandalosos sueldos y epicúreas comodidades, entregándoles, además de la privatización de la empresa pública, información privilegiada y privada del estado.

Tiene cara de bonachón, Arcadio, rechoncho, paliqueador, le gusta la “ropa vieja” –siempre ha sido muy comelón– pero está enfangado en la misma mierda que el resto y por eso tiene que abanar el hedor y desviar la atención de la gente hacia el cosmos.

Y yo no digo que Díaz Tejera haya metido la mano, lo que sí alego es que quien sabe de la corrupción que hay en su filas y en la oposición, que además ha sido magistrado y tendrá conocimiento de no se sabe qué grandes asuntos, si está en el club mafioso, es cómplice.

Él, como juez, sabe que eso es así y si no es por una cuestión legal, por moral y por dignidad, debería –si quiere– salirse y ponerse al lado de este pueblo desgraciado. Entiendo que es muy difícil cuando se prueba el pastel de la notoriedad dejar de degustarlo, pero la historia coloca a cada cual donde le corresponde y si la vergüenza no la pasan los padres, el estigma lo llevarán los hijos, aunque aleguen que no son culpables de las acciones de sus antepasados.

Haría muy bien Arcadio saltando al otro lado de la frontera, donde supuestamente está su origen, y tirara para adelante junto al pueblo vencido y desamparado, pues me consta que es un hombre de valía, aunque los valores quedan por demostrar, a lo que le insto. No obstante, para dar ese paso, no sólo se precisa sabiduría sino, sobre todo, agallas.

Mi estimado, Arcadio Díaz, quiso dar a entender, en la entrevista que le hacía el plañidero César Placeres, que los mercados –los marcianos y especialmente los “plutonianos”– tratan de que el pueblo llegue a la anomía y al desinterés total por la política –algo harto paradójico cuando las televisiones y demás medios, entre ellos los llamados públicos, están las 24 horas del día hablando de fútbol y confundiendo al pueblo– para que en ella no participen los pobres sino los ricos…y yo me pregunto: ¿quiénes son los que se han dedicado a la política, al mercantilismo y a la judicatura durante los 531 anos de colonialismo español y en sus diferentes regímenes?, ¿los pobres?, ¿o han sido los mismos clanes feudales que nepóticamente han heredado la administración de la colonia? Encima habla de regeneración dentro de los partidos… ¡Cómo se va a regenerar lo que está podrido, ésta metástasis! Estos residuos solo se pueden usar como abono histórico, para recordar lo que no se debe hacer y lo que sí habría que hacer con los corruptos que llevan a miles de persona a la marginalidad más vil y a la muerte: llevarlos al paredón.

A mi me importa un carajo que España desaparezca como estado, de hecho lleva toda su existencia secuestrada por la Corona y últimamente por el capitalismo, porque yo no soy español, soy canario. Sin embargo, he de manifestar mi solidaridad también con el pueblo español y darle mis condolencias por pertenecer a régimen y Estado tan ruin, a la vez que aplaudo a esos movimientos rebeldes como fue el 25S, capaz de recoger en su ideario el derecho a la soberanía nacional de los pueblos, aspecto suficiente para contar con mi reciprocidad en su objetivo.

Canarias será independiente de España en no mucho tiempo, y no porque haya un movimiento independentista que impulse a obtener este magno beneficio, sino porque nuestra realidad geográfica y los intereses internacionales así lo demandan.

La pena es que no tenemos ni políticos ni burguesía ni pueblo consciente, preparado para hacerse cargo de la soberanía y gestionarla eficazmente para los intereses de los canarios, porque estas castas sociales, políticas y populares no han sabido, durante toda su existencia, sino obedecer órdenes de la metrópoli.

Le deseo lo mejor al pueblo español: que hagan de su patria una república de verdadera justicia social, libre del insaciable capitalismo, lo mismo que a Canarias, convirtiéndonos en una república independiente, donde la justicia social y el derecho de los canarios prime por encima de otras cuestiones, y en el devenir de la historia y los acontecimientos poder cooperar cada estado, el español y el canario, desde el lugar legitimo que le corresponde.