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viernes, 19 de abril de 2024 00:10h.

No nos vale cualquier igualdad - por Catalina Rubio, Mujeres de negro contra la guerra

 

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No nos vale cualquier igualdad - por Catalina Rubio, Mujeres de negro contra la guerra *

Mujeres de Negro contra la Guerra ha formado parte desde el comienzo de la andadura de la convocatoria del 8 de marzo. Seguimos creyendo en la necesidad de salir a la calle para defender nuestros derechos y reivindicar políticas que hagan extensivos los derechos humanos a todas las mujeres del planeta. 

Este año, una vez más, compartimos el argumentario que la Comisión del 8 de Marzo ha elaborado y que justifica la necesidad de seguir en la brecha para que no se pierdan los logros adquiridos. Ya nos advertía Simone de Beauvoir en los años sesenta de que estuviéramos alerta: “No olvidéis jamás que bastará una crisis política o económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos. Debéis permanecer vigilantes durante toda vuestra vida”.

LAS GUERRAS SON PRODUCTO DEL PATRIARCADO 

Estos últimos años hemos podido comprobar que era así, y en periodos de crisis los primeros recortes son los que afectan a las mujeres. La derecha que ha triunfado en Brasil, la que ondea sus banderas nacionalistas y xenófobas en Europa está arremetiendo contra leyes que favorecen la emancipación de las mujeres y que nos costó tanto conseguir. Por eso lo del lema de este 8 de marzo: NI UN PASO ATRÁS, nos parece tan acertado. Nos sumamos a la huelga internacional de trabajo, consumo y cuidados para que no nos detengan en nuestro camino hacia un mundo mejor y más justo en el que nosotras las mujeres tengamos un protagonismo en la política, la cultura, la economía y en todos los ámbitos de la vida. Queremos ser protagonistas de la historia, ser libres y tener capacidad de decisión para convencer a todos de que nuestro enfoque feminista es el más conveniente; no porque las mujeres seamos mejores en esencia, sino porque la historia nos ha puesto en la situación de experimentar lo que es la opresión solo por el hecho de ser mujer (incluso de que nos maten por el hecho de serlo) y de que en nosotras recaiga la responsabilidad de los cuidados y de la conservación de la vida. 

A lo largo de nuestras luchas feministas hemos conseguido extender términos como el de feminicidio o empoderamiento que al principio fueron ridiculizados. Hoy ya nadie niega que el feminicidio existe, que nos matan porque hay hombres que se creen dueños de nuestras vidas con una masculinidad perversa que los lleva a realizar estos asesinatos, 1.600 (2) solo en España en los últimos quince años. Desgraciadamente, la palabra feminicidio se usa con bastante frecuencia en los medios de comunicación. La otra palabra nueva, empoderamiento, la usamos nosotras las mujeres en nuestra práctica constante de transformar el victimismo en energía para vivir como personas de pleno derecho y seguir cambiando nuestras sociedades.

NO QUEREMOS UNA IGUALDAD QUE REPITA LA VIOLENCIA O EL PODER DEL PATRIARCADO

Nos gusta especialmente que en el argumentario se defina el movimiento feminista como antimilitarista. Desde luego, es necesario este argumento del militarismo para luchar contra el patriarcado. Como decía Petra Kelly, es el patriarcado el que crea las guerras. En la actualidad es muy fácil ver que no hay guerras justas, que en todas prevalece el móvil económico más o menos oculto: el petróleo, el comercio y la industria de armas, los grandes negocios y su intento de ampliar o dominar mercados, etc. En todas las guerras hay víctimas civiles, los llamados daños colaterales por los que mueren más civiles que soldados. Las mujeres también tenemos una experiencia distinta de la guerra, nos convierten en botín de guerra, nos usan como esclavas sexuales, nos violan masivamente, usan nuestra capacidad reproductiva para dejarnos embarazadas del enemigo, etc. También ha sido un logro de nuestras luchas feministas que las Naciones Unidas reconozcan la violación como crimen de guerra a partir del Encuentro de Beijing a comienzos de este siglo XXI.

Está claro que las mujeres tenemos una experiencia de la guerra distinta de la que tienen los hombres, como también es distinta la experiencia que tienen las refugiadas por motivos políticos, raciales o económicos. La mayoría de migrantes, desplazados y refugiados, que llegan a nuestras fronteras son mujeres. Como tales son más proclives a violaciones, al rapto para la trata y abusos de todo tipo. Hay noticias de que las mujeres son violadas en los países por los que pasan, violaciones que quedan impunes y la mayoría silenciadas, lo mismo que el número de desaparecidas. ¿Dónde estás estas mujeres que se vieron obligadas a abandonar sus pueblos huyendo de la muerte cuyo rastro se ha perdido?

La violencia de las refugiadas o la sufrida por la población civil como consecuencia de las guerras tienen sus raíces en el patriarcado: en los gobiernos occidentales que arrojan bombas sobre la población civil con la justificación de proteger a las mujeres; en los que siguen vendiendo armas y permiten su venta; en sus políticas de ayuda a los refugiados que gastan tres veces más en seguridad, creando alambradas y concertinas, que en salud, alimentos o ropa para combatir el frío; en sus ejércitos o grupos armados como ISIS, etc.

Suscribimos el argumentario de la Comisión 8 de Marzo con el orgullo de formar parte de la revolución feminista que quiere transformar la sociedad, la política, la economía, la justicia… En este ámbito de la justicia ya hemos dado algunos pasos desde Mujeres de Negro en la India, en Túnez y en los Balcanes. Después de la guerra que desencadenaron los nacionalismos en este territorio del centro de Europa, nuestras compañeras de Mujeres de Negro de Belgrado han conseguido reunir a mujeres de todos los países de la antigua Yugoslavia, descontentas con los resultados del Tribunal Internacional de La Haya, para realizar un proceso de Justicia con enfoque feminista que escucha realmente a las mujeres víctimas de esa guerra, ayudándolas a dar testimonio en tribunales de mujeres en Sarajevo, arropadas por psicólogas, juristas y activistas internacionales. Solo de esta manera, con un trabajo previo de educación y solidaridad se han podido establecer la confianza necesaria y los vínculos para crear un entramado de redes de apoyo entre mujeres de países enemigos con un pasado de guerra tan reciente.

NO CREEMOS QUE ESTAR EN LOS EJÉRCITOS SEA UN AVANCE PARA NOSOTRAS

Precisamente nuestro compromiso de sacar la guerra de la historia y de nuestras vidas, como dice un eslogan de las mujeres de los Balcanes que nos hemos apropiado los demás grupos de Women In Black, es la razón que nos lleva a que, en nuestro feminismo, no nos valga cualquier igualdad. Queremos una igualdad de derechos para las mujeres, pero no la igualdad de actuar tan mal como lo han hecho los hombres a lo largo de la historia. Por eso nos oponemos a la militarización de las sociedades y de las fronteras que durante todos estos años en los países en conflicto no ha dado seguridad a las mujeres.

No nos vale la igualdad de que haya mujeres en los ejércitos o en los cuerpos de seguridad. Nosotras creemos que la seguridad humana, de las mujeres, va más allá de la intervención militar o policial. Al hablar de seguridad hay que hablar también de seguridad alimentaria, ambiental, comunitaria, económica. La seguridad requiere un profundo cambio de las estructuras sociales y un cambio de mentalidades. 

Por último, queremos recordar otro de los argumentos para la huelga del 8 de Marzo que nos parece muy urgente: el de una política ecofeminista que preserve el planeta que habitamos. Nos sumamos a la huelga de consumo, de trabajo y de cuidados para visibilizar nuestro trabajo invisible y apuntalar esa otra forma de vida que haría del planeta un lugar habitable, sin fronteras, más justo y solidario, donde los conflictos se resuelvan con diálogos y negociaciones y no con los ejércitos y la violencia del más poderoso o el más rico.

 

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