Carta para la planificación ecosistémica de las ciudades y metrópolis - Una carta para el diseño de nuevos desarrollos urbanos y regeneración de los existentes
Carta para la planificación ecosistémica de las ciudades y metrópolis - Una carta para el diseño de nuevos desarrollos urbanos y regeneración de los existentes
Iniciativa
La Carta para la Planificación Ecosistémica de Ciudades y Metrópolis es una iniciativa de la Agencia de Ecologia Urbana de Barcelona abierta al mundo.
La Carta se dirige a todas aquellas instituciones – ciudades, regiones, organizaciones sin ánimo de lucro, entre otras – y profesionales de disciplinas diversas que están implicados en la gestión y/o planificación de los sistemas urbanos, ya sea para su mantenimiento o su transformación.
Tiene por objeto integrar todos los componentes estratégicos de transformación futura de las ciudades que son, como se sabe, el devenir de la humanidad.
Considera las ciudades como ecosistemas. Por tanto, su concepción bebe de la ecología como ciencia, siendo los ecosistemas su objecto de atención y de estudio.
Las ciudades son ecosistemas complejos. La formulación de modelos intencionales, desde prismas diversos, en los que poder encajar los principios, los restrictores y los instrumentos necesarios para abordar los retos de esta nueva era, requieren del máximo soporte y participación para incorporar sus preceptos en los mandatos institucionales, la práctica profesional o los centros de enseñanza.
Uno de estos instrumentos es la supermanzana, el ecosistema urbano mínimo que puede integrar y maximizar todos los principios del urbanismo ecosistémico. La Carta incorpora las aproximaciones conceptuales y metodológicas de un trabajo desarrollado en los últimos 20 años en la Agencia de Ecología Urbana y que es replicable en todo el mundo.
La mayor parte de la población en el planeta vive en las ciudades. El incremento de población urbana es exponencial y se espera que a mitades de siglo más del 70% de los pobladores de la Tierra habiten en ciudades y metrópolis. Este proceso, combinado con la producción urbana de la sociedad industrial ha creado inmensos territorios urbanos simplificados, insalubres y, en muchos casos, inhabitables (hoy viven en áreas marginales, en la más cruda supervivencia, más de 800 millones de seres humanos). El nivel de deterioro de la calidad urbana y de la calidad de vida en la mayoría de las ciudades en todo el mundo reclama una profunda regeneración de los sistemas urbanos a todas las escalas y una planificación de los nuevos desarrollos urbanos con bases alejadas de las que el urbanismo ortodoxo propone.
Además, los sistemas urbanos son, hoy, los principales responsables del nivel de presión ejercido sobre los ecosistemas de la Tierra a todas las escalas. El impacto es de tal tamaño que el actual periodo histórico se ha identificado con el de una nueva era geológica denominada Antropoceno. El proceso generador de las incertidumbres se ha calificado de insostenible y hoy podemos afirmar que la vida en la Tierra depende de una sola especie y, sobre todo, de los sistemas urbanos creados por esta.
Son, pues, los sistemas urbanos los que centrarán nuestra atención. Sin regenerar las ciudades existentes el problema no tiene solución y cada día que pasa las incertidumbres crecen. Las soluciones que se propongan deben atender, naturalmente, a los nuevos desarrollos urbanos, pero más importante es, aún, buscar las soluciones para los sistemas ya construidos, causantes del actual deterioro.
Los instrumentos de planificación han sido escasos en muchas ocasiones, en otros, se han inspirado, principalmente, en la Carta de Atenas que, si bien buscaba racionalizar la compatibilidad de usos y funciones derivados de la sociedad industrial, no fue capaz de prever las graves disfunciones que provocaba su propuesta y, por supuesto, hoy no es capaz de abordar los retos de este principio de siglo XXI.
El análisis de los grandes problemas que hoy sufren los sistemas urbanos ha llevado a las instituciones, de escala continental y también planetaria con Naciones Unidas al frente, a reunirse en diversas ocasiones desde los años 70, para buscar soluciones. La última en Quito en el año 2016, donde se aprobó la Agenda Urbana. Aunque la intención es buena, los resultados obtenidos hasta ahora no parecen ser los esperados. Quizás una de las muchas razones sea la ausencia de un marco teórico consensuado que canalice de manera intencionada los instrumentos de carácter técnico y tecnológico, normativo, económico-financiero, organizativo-institucional y educativo, que han de alcanzar los objetivos y los principios del marco teórico de referencia para realidades ambientales, económicas y sociales distintas.
Aquí se propone el borrador de una Carta abierta con bases ecológicas, que ha de servir de guía para el diseño de nuevos desarrollos urbanos y la regeneración de los existentes que dé respuesta a los retos actuales que están relacionados con la sostenibilidad en la era de la información y el conocimiento.
las instituciones, de escala continental y también planetaria con Naciones Unidas al frente, a reunirse en diversas ocasiones desde los años 70, para buscar soluciones. La última en Quito en el año 2016, donde se aprobó la Agenda Urbana. Aunque la intención es buena, los resultados obtenidos hasta ahora no parecen ser los esperados. Quizás una de las muchas razones sea la ausencia de un marco teórico consensuado que canalice de manera intencionada los instrumentos de carácter técnico y tecnológico, normativo, económico-financiero, organizativo-institucional y educativo, que han de alcanzar los objetivos y los principios del marco teórico de referencia para realidades ambientales, económicas y sociales distintas.
Aquí proponemos el borrador de una Carta abierta con bases ecológicas, que ha de servir de guía para el diseño de nuevos desarrollos urbanos y la regeneración de los existentes que dé respuesta a los retos actuales que están relacionados con la sostenibilidad en la era de la información y el conocimiento.