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jueves, 18 de abril de 2024 10:09h.

Diez falsedades del franquismo y de la derecha - Los mitos del 18 de julio


En PÚBLICO,Alejandro Torrus y en EL PAÍS, Ángel Viñas, tratan sobre los falsos datos históricos con los que el franquismo intentó justificar su felonía de julio del 36. El tiempo, la insistencia de la derecha y el abandono de la izquierda, se han conjuntado para hacer posible que actualmente mucha gente en el estado español desconoce o tiene las ideas confusas sobre la feliz experiencia social que constituyó la II República Española y sobre la iniquidad que la cercenó. En estos días en que el fascismo vuelve a arrebatar derechos y libertades ciudadanas y a envilecer las condiciones laborales, al servicio, otra vez, del capital, es importante que se sepa la verdad histórica. La aparición del libro "Los mitos del 18 de julio" sale al paso de la nueva arremetida de la mentira de la derecha, instrumentada en el inicuo Diccionario Biográfico Español, que empezó a publicar en 2011 la Academia de la Historia, traicionando su deber de contribuir al esclarecimiento de la realidad de la historia. Yo reproduzco parte de los artículos de Torrús y Viñas, y les exhorto a leer los dos articulos, así como a hacerse con el libro. Y verán que, adaptados a la nueva realidad del siglo XXI, los acontecimientos que estamos sufriendo se parecen mucho a los de los años treinta. También ahora, escudados en un catálogo de mentiras, los nuevos fascistas, con otras armas, teñidas mendazmente de "democracia" están volviendo a pasar, y nos condenan a una nueva dictadura. Una nueva dictadura aparentemente menos violenta pera tan morbosa y letal como la franquista
. Esto sí que es una gran verdad histórica.

El libro "Los mitos del 18 de julio" es fruto de las investigaciones de un grupo formado por Ángel Viñas | Eduardo González Calleja | Fernando Hernández Sánchez | José Luis Ledesma | Julio Aróstegui Sánchez | Hilari Raguer Suñer | Francisco Sánchez Pérez | Fernando Puell de la Villa | Xosé M. Núñez Seixas.

He aquí los argumentos que refutan los diez mitos del 18 de julio:

1. La II República no fue un desastre. “La República no fue un fracaso que conducía inexorablemente a una guerra” sino que fue “destruida por un golpe militar” que, al contar con la connivencia de un país extranjero y no triunfar en buena parte del país y en la capital, se encaminó automáticamente a la guerra civil. La República fue una democracia de entreguerras de nueva creación y como otras muchos democracias europeas de Europa tuvo que lidiar por un lado con la derecha autoritaria, fascinada por la experiencia fascista, y con la izquierda obrera que consideraba, de manera habitual, que la democracia era incompatible con el capitalismo. 

Durante los años de dictadura franquista, el régimen justificó el golpe de Estado por “el peligro comunista”. Sin embargo, las justificaciones conservadores han ido evolucionando de manera que es cada vez más habitual oír a los políticos de derechas nombrar el supuesto fracaso de la República como causa directa y sustancial de la guerra y nunca culpar de la misma el golpe de Estado militar que degeneró en una guerra civil.

Como ejemplo sirve la entrevista que Manuel Fraga concedió a El País en 2007 en la que aseguró: “Pero los muertos amontonados son de una guerra civil en la que toda responsabilidad, toda, fue de los políticos de la II República. ¡Toda!”. En esta misma línea se manifestó Esperanza Aguirre en un artículo publicado recientemente en ABC en el que afirmó: “La "II República fue un auténtico desastre para España y los españoles (…). Muchos políticos republicanos utilizaron el régimen recién nacido para intentar imponer sus proyectos y sus ideas -en algunos casos, absolutamente totalitarias- a los demás, y que faltó generosidad y patriotismo".

Las justificaciones de la guerra civil de la derecha ya no son los rojos y marxistas sino los mismos políticos republicanos y su escasa habilidad y operatividad. 

2. El asesinato de Calvo Sotelo no precipitó nada. El hecho de que el golpe de Estado se produjera el 18 de julio no tiene nada que ver con el asesinato de Calvo Sotelo, que se produjo el día 13 de julio de 1936 y conocido el día 14. Su muerte, señala la obra “no precipitó nada” y “no tiene nada que ver”.

De hecho, hubo un proyecto de atentado terrorista contra la vida de Azaña, como respuesta al asesinato de Calvo Sotelo, que fue abortado por los militares golpistas que se encontraban en la capital. “Prohibido terminantemente. Todo está preparado en Madrid y eso podría echarlo a perder”, le dijo el coronel Ortiz de Zárate a Eusebio Vegas Latapié, cabecilla del proyecto.

3. La fecha del golpe dependía del apoyo fascista. La fecha de inicio del golpe está ligada a la promesa de intervención de la Italia fascista de Mussolini, con la que los monárquicos, liderados por Calvo Sotelo, suscribieron el día 1 de julio un acuerdo para la compra de una “espectacular cantidad de material bélico de primer nivel”. Estos contratos de venta de armas y promesa de intervención fueron firmados en Roma por Pedro Sainz Rodríguez con el apoyo personal de Antonio Goicoechea y “el más que probable conocimiento de Calvo Sotelo”.

De hecho, la obra reproduce tales contratos, conseguidos por el historiador Ángel Viñas, que hasta ahora estaban inéditos, a pesar de encontrarse en archivos españoles, “quizá negligentemente olvidados o convenientemente evitados”, explica el coordinador Francisco Sánchez.

4. No existen las dos Españas destinadas a enfrentarse. El hecho de que la ejecución del golpe de Estado dependiera de la llegada del armamento italiano permite al historiador Ángel Viñas desmontar otro mito repetido cientos de veces: la guerra civil no se produjo simplemente por cuestiones internas sino que contó con la connivencia de la Italia fascista, sin la cual “aquel golpe medio conseguido, medio fracasado” no se hubiese transformado en una guerra civil.


Sin la ayuda italiana la intentona golpista no habría tenido éxito.

La participación italiana no se produce, por tanto, una vez iniciada la contienda sino que su apoyo previo al golpe fue fundamental para las esperanzas golpistas. Los contratos conseguidos por Viñas muestran como Italia facilitó a España “más de 40 aviones, miles de bombas, gasolina etilada, ametralladoras y proyectiles” sin los cuales los militares sublevados no hubieran podido iniciar una guerra civil. 

“Esta tesis desbarata completamente la idea apocalíptica que ha acompañado durante décadas, y que creó cuerpo historiográfico, de las dos Españas destinadas a enfrentarse, del guerracivilismo como una realidad endémica del país y en particular de que hubiese una guerra civil no declarada dentro de la sociedad española en los años treinta”, escribe Sánchez.

5. Los civiles monárquicos jugaron un papel crucial. El golpe del 18 de julio no solo fue obras de militares sino también de civiles, en particular de los monárquicos de Calvo Sotelo, que tuvieron un papel sustancial para que el golpe triunfase, y no meramente de apoyo. “Sin la trama civil interna, en una palabra, los militares golpistas quizá no hubiera tenido existo”, escribe Viñas.

La importancia de los civiles radica en tres aspectos. En primer lugar, sin el apoyo del partido alfonsino, Renovación Española liderado por Calvo Sotelo, los golpistas probablemente nunca hubieran conseguido el apoyo armamentístico de la Italia fascista. En segundo lugar, la trama civil, según argumenta Viñas, fue fundamental para la preparación de la sublevación de Franco en los términos exactos que este había diseñado para Canarias.

En tercer y último lugar, la trama civil fue esencial para crear las condiciones necesarias y suficientes para que pudiera florecer el movimiento insurrecional. La responsabilidad, en este caso, recaía en políticos y grupos de acción directa que debían conseguir “la deshumanización del adversario político”, “la provocación sistemática de la izquierda” y el estímulo y excitación de los propios partidarios”.

6. La defensa de la Iglesia y del catolicismo no existió en el diseño y ejecución del golpe. Entre las motivaciones alegadas por los militares en sus bandos de guerra iniciales de julio de 1936 (incluido el del propio Franco) no se cita ni una sola vez la recurrente “persecución religiosa” ni tampoco hay clérigos entre los conspiradores. “Nadie se creía en julio de 1936 que los militares rebeldes comenzasen semejantes fusilamientos masivos en defensa de la religión”, opina Sánchez.

La propaganda religiosa no empezó hasta septiembre de 1936. No fue hasta bastantes días después cuando la propaganda de los rebeldes utiliza la defensa de la religión para justificar la guerra civil. Otra cosa es la postura de la mayoría de los obispos, que apoyaron el golpe casi de inmediato, ofreciendo un respaldo ideológico formidable motivados, en su mayoría, por la defensa de sus privilegios casi feudales. Los obispos españoles fueron los encargados de bautizar a la guerra como cruzada, pero cabe recordar que ningún papa utilizado el término cruzada para referirse a la guerra civil.

Mucho más que la religión, la justificación invocada por los golpistas era la amenaza de la revolución comunista y la de defensa de la nación española frente a los separatismos. La defensa de la religión no se sitúa en el mismo escalón que la defensa de la patria hasta el 8 de septiembre cuando fue publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Defensa de Burgos.

7. No había ninguna revolución comunista en marcha. Durante 39 años de dictadura franquista, el régimen señaló repetidamente que la sublevación militar fue la respuesta aun inminente levantamiento comunista. El anticomunismo sirvió a Franco para legitimar la insurrección contra el gobierno legítimo, presentándola como una contrarrevolución preventiva.

Basta para desmentir estas teorías conspiratorias la propia declaración del entonces embajador estadounidense, Claude Bowers, que recoge la obra: “A aquellos que fuera de España después tuvieron que escuchar con machacona insistencia la calumnia fascista de que la rebelión era para impedir una revolución comunista, puede sorprenderles saber que durante tres años y medio nuca oí semejante sugestión de nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban confidencialmente de un golpe de Estado militar”.

Los motivos que llevaron a la sublevación a los militares fue frenar en seco las reformas progresistas, y democráticas, diseñadas en el primer bienio de la II República. Es decir, la reforma agraria, los estatutos de autonomía y la reforma militar. De hecho, a pesar de la existencia de muchos discursos revolucionarios en la España de los 30, no solo obreros sino también burgueses, ninguna organización republicana u obrera se puso manos a la obra para subvertir el orden constitucional en la primavera de 1936.


El número de empresarios y propietarios que fueron asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es ínfimo.

8. El golpe de Estado militar sí que prevé un plan de conquista del poder y de la guerra. Las derechas contrarrevolucionarias o antiliberales y ciertos sectores militares sí se pusieron manos a la obra para subvertir el orden constitucional y recabaron con éxito la intervención internacional de la Italia fascista antes del golpe, es decir, hicieron todo aquello de lo que acusaban falsamente a la izquierda republicana y obrera. Prueba de ellos son los contratos anteriormente mencionados; los planes de Mola que hacían referencia a una sublevación “sangrienta” que debía llevar a las tropas desde el extrarradio de la península a Madrid, ya que como predijo el propio militar: el golpe fracasaría en Madrid y Barcelona.

9. En la primavera de 1936 no existía el terror rojo. “No había ninguna dinámica de exterminio ni liquidación de los enemigos de clase que pudiera continuarse después del 18 de julio, es decir, no se asesinaba a las gentes de orden”. Para demostrar esta afirmación y desmontar el mito del terror rojo en la primavera del '36, el coordinador de la obra Francisco Sánchez recurre a los datos. El número de empresarios y propietarios que fueron asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es ínfimo y el de religiosos inexistente. “Por lo que sabemos murieron más empresarios entre 1919 y 1923 en toda España que en la primavera de 1936”, asegura Sánchez, quien añade que en 1923 fue asesinado un arzobispo y un cardenal (Soldevila). “Lo que no ocurrió en toda la República”, sentencia.

10. La URSS o la Komintern no planeaban ninguna intervención en España. La Unión Soviética, en contacto directo con el PCE, no tenía previsto una intervención revolucionaria en España. De hecho, en ningún lugar de Europa entre 1918 y 1939 triunfó ninguna revolución obrera ni hubo ninguna “expansión comunista”, pues el comunismo “no puedo o no supo salir de la URSS”.

Las pruebas que en este sentido ofrecieron los conspiradores fueron una serie de documentos cuya autoría se desconoce a “ciencia cierta”, pero que “diversos indicios permiten endosárselas al propio Mola”. Estos documentos venían a señalar el inicio de una revolución soviética en el verano del '36. No obstante, una vez iniciada la guerra, esos documentos que habían sido el hazmerreír de muchos cuando se hicieron públicos, se transformaron en una de las principales herramientas propagandísticas del bando franquista. “Y sorprendentemente, todavía hoy continúan siendo esgrimidos por algunos para justificar la rebelión militar”, sentencia Sánchez.

Por su parte, Ángel Viñas cita:

La investigación ha identificado, entre otros, los siguientes extremos:

1. La izquierda no recurrió al apoyo extranjero. Los conspiradores, sí. Tras las elecciones intensificaron sus conexiones con la Italia fascista. También promovieron la intoxicación del Gobierno británico. En el primer caso para conseguir el apoyo prometido e incluso más. En el segundo, para que aislase a su homólogo español.

2. La actitud de los malvados bolcheviques quedó demostrada en los mensajes de la Komintern a su microagencia de Madrid, que tutelaba al PCE. Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo los sacaron a la luz hace más de diez años. Muchos fueron interceptados por los servicios de inteligencia británicos. Reflejan lo mismo: apoyo a la República burguesa, apoyo a los republicanos moderados y de izquierda, apoyo al Frente Popular. Moderación a todo trapo. Santos Juliá aclaró brillantemente el papel de los socialistas. El próximo libro de Julio Aróstegui sobre Largo Caballero rematará la tarea. No menos brillantemente.

3. Franco no desempeñó un papel de primera línea en la preparación de la sublevación. Lo hizo Mola desde Pamplona por cuenta de Sanjurjo, exiliado en Portugal. Franco ocupó un lugar secundario.

4. En contra de lo aducido en la mayor parte de la literatura, Franco decidió sumarse a la sublevación hacia mitad de junio. Necesitaba, eso sí, dejar su puesto de comandante general de Canarias con sede en Tenerife para, siguiendo las instrucciones de Mola, ponerse a la cabeza del ejército de Marruecos.

5. La trama civil le proporcionó el medio de salida: un avión que se fletó en Londres gracias al apoyo económico de Juan March. Franco sondeó a finales de junio o principios de julio a su compañero, el general Balmes, a la sazón subordinado suyo como comandante militar de Las Palmas. Todo hace pensar que Balmes no quiso secundarle.

6. El golpe no estalló ni el 17 ni el 18 de julio. Estalló, en realidad, el 16 cuando Balmes sufrió un accidente y el avión ya estaba en Gando. Franco empezó su ascenso hacia la cúspide con un asesinato. Balmes empero no murió en el acto y, naturalmente, reconoció a su asesino. Ingresado en la Casa de Socorro, pidió no un médico o un sacerdote sino un juez o un notario. Cabe imaginar la consternación de los conspiradores que le rodeaban. Entre ellos figuraba quien iba a ser el juez militar que se encargó de la instrucción del caso, un comandante llamado Pinto de la Rosa, ligado por lazos familiares con la esposa del general. A esta, ya le había dicho el marido que era un hombre “muy peligroso”.

7. Durante el franquismo estuvo de moda presentar la muerte violenta, a manos de unos electrones libres de la Guardia Civil y de Asalto, del proto-mártir José Calvo Sotelo como evidencia del grado de depravación del Gobierno. El único crimen de Estado fue el inducido por Franco. Quienes no me crean, aduciendo que no he encontrado ninguna orden suya escrita, como si hubiera debido reflejarla en papel, deben saber que en la sentencia de un consejo de guerra en Canarias los sublevados reconocieron paladinamente que no todo se ponía por escrito. Lógico.

La sublevación fracasó como golpe de Estado. Se afirma que sus promotores no habían pensado en una guerra civil. Hay indicios que permiten intuir lo contrario. La reversión de las reformas republicanas bien lo merecía. En lo que nadie había pensado fue en que Franco pudiera encaramarse hacia la cúspide.

http://www.publico.es/452585/diez-falsos-mitos-del-franquismo-y-de-la-derecha

http://www.elpais.com/especial/aniversario-sublevacion-militar/franco-conspirador-asesino.html


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http://www.planetadelibros.com/los-mitos-del-18-de-julio-libro-87311.html

http://www.alibri.es/los-mitos-del-18-de-julio-563076?k=