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martes, 16 de abril de 2024 13:57h.

A las faldas del Avila - por Ana Beltrán



A las faldas del Ávila, nuevo libro de la pintora Carmen Cabrera - por Ana Beltrán








 


A LAS FALDAS DEL ÁVILA

NUEVO LIBRO DE LA PINTORA CARMEN CABRERA

                                                                Por  Ana  Beltrán

Con este sugerente título, que toma el nombre del Parque Nacional El  Ávila, pulmón y centinela de la Ciudad de Caracas, la pintora y escritora     hermigüense  nos adentra  en  esa hermosa  y cosmopolita  capital. Lo hace con la agilidad del que conoce muy bien por donde anda, y uno al leerlo se siente como un niño que no teme perderse porque va de la mano de sus progenitores.  A través  de este interesante libro no sólo se puede conocer a la familia Cabrera-Plasencia, también la idiosincrasia del país al que   emigraron,  especialmente  la de su capital.  En ella tenían su residencia allá por  los años cincuenta, cuando la emigración alcanzó su mayor  auge.

Carmen llegó a Caracas siendo casi una niña, y quedó deslumbrada ante la belleza y la luz que emanaba  la floreciente ciudad, puro contraste con su pueblo natal, muy bello también, pero sumido en la oscuridad de la posguerra. Tal vez fue ese contraste el que le abrió los ojos, curiosos de por sí, condición sine qua non en la artista que ya apuntaba

En este libro, la autora, aunque se muestra enamorada de la naturaleza,  no se limita sólo a contar la  belleza  de los hermosos parajes de la rica Venezuela, con los cuales quedó  fascinada, igualmente nos cuenta  los aconteceres políticos, sociales  y económicos que tuvieron  lugar  durante esos años en aquel país. Uno de los más relevantes en lo que a política se refiere fue el paso de la dictadora a la democracia.  

Alguien dijo que  el  verdadero pasado es aquél que recordamos  de nuestra  infancia y primera juventud. Y hasta allí  es a donde nos conduce Carmen, con una pasión arrebatadoramente juvenil. Es posible que me sintiera contagiada por su propio entusiasmo, pero lo cierto es que  yo  también, y a medida en que  leía, iba  recorriendo   con verdadero afán cada sitio, cada lugar  por donde quiso llevarme  su estupenda, y a la vez  sencilla  narrativa. He de añadir que este libro no sólo está bien contado, primera condición, sin duda;  además de eso hay algo que confiere a la obra  especial categoría: la cantidad de fotografías que la ilustran, tanto de familiares y amigos  como de  cuadros de la misma  autora y de sus hermanos.  

Podría seguir hablando de esta autobiografía, pero debe  ser el propio libro el que le cuente a cada cual la historia que cada quien quiera escuchar.  Mi felicitación a la autora, por la obra y por su amor y fidelidad a la ciudad que la acogió, y donde, qué duda cabe, se configuró el interesante  binomio de artista y mujer.