"La adhesión al FLA ahorra 72 millones en intereses" pero ¿cuánto cuesta?
La voz sumisa de Paulino, Javier, justifica el nuevo rescate, la nueva vuelta de la cadena que esclaviza Canarias con ese sofisma de comparar las cosas con lo que no se debe comparar. Dice este mal limpiadito economista que el rescate vía Fondo de Liquidez Autonómica ahora esa tonga de millones, porque si se accediera al crédito covencional habría que pagar mucho más dinero en intereses. Pero esa no es la cuenta, cristiano. Porque el error, el gran error, radica en financiar al sector público con créditos, que hay que devolver y por los que hay que pagar intereses, cuando lo lógico es que los gastos e inversiones públicas se costeen con impuestos. Ese es el problema, Javier, mira a vermsi te atreves a contárselo a tu amo Paulino: Contraer deudas no solamente es caro, sino que además hipoteca el futuro.
Este guineo mío , repitiendo una y otra vez lo mismo, se justifica porque persiste el desaguisado que mantiene la espiral maligna del chantaje financiero. Canarias, presa como los restantes pueblos europeos, de la trampa de la especulación, se endeuda progresivamente, contrayendo compromisos que cuestan mucho y que nunca se podrán pagar. Y, mientras tanto, las grandes fortunas, las megaempresas y la banca se embolsan prácticamente íntegros sus beneficios, sin contribuir como les corresponde.
Esto, quienes gobiernan lo saben -casi todos, Paulino, ni se entera- pero no piensan cambiar esta situación perversa, porque se enmarca en la estrategia ultraliberal a la que sirven. Por eso, quienes tienen que enterarse son los hombres y las mujeres de abajo. Tienen que asumir que todas las desgracias que sufrimos se originan en las malas intenciones o en la ignorancia de este gentuallo que gobierna. Y que, por tanto, la única solución es poner en esos cargos a gente que piense con la cabeza y que tenga de verdad la voluntad de sacar a nuestra gente de este calvario innecesario. Gente que sepa que la solución está en hacer que los ricos paguen, y no endeudarse de manera imposible de devolver.