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miércoles, 24 de abril de 2024 15:02h.

agua de galerías en vez de pozos, tenemos agua de sobra

El agua de la isla de San Miguel de La Palma. Memoria - por Carlos Soler Liceras

 

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Yo, Chema Tante, recomiendo esta Memoria de Carlos Soler y digo que si viviéramos en un mundo lógico, esto sería una bomba. Pero como sufrimos la ignorancia generalizada y la incoherencia mental, no pasa nada. Yo, con mi agradecimiento al autor, lo publico y lo voy a estar difundiendo con todas mis fuerzas. Cuando nos muramos de sed, sin necesidad ninguna, a la mayor gloria de la especulación, podré decir, con Carlos Soler: "ya lo advertimos"

 

El agua de la isla de San Miguel de La Palma. Memoria - por Carlos Soler Liceras *

 
   


La lluvia supone el recurso de agua renovable que tiene una isla, es el agua que cada año cae sobre su superficie proveniente de las nubes. Y aún existe otra más, la lluvia horizontal que es la que se produce cuando la nube choca contra las laderas de la isla y se ve obligada a ascender y para ello hay que aligerar, disminuyendo la presión y enfriándose, con lo que genera la precipitación horizontal al condensarse en gotitas en las hojas de los árboles. Esta última precipitación es difícil de calcular, algunos autores la han llegado a cuantificar en valores muy superiores a la lluvia vertical, pero hay que considerar que se produce en zonas muy concretas de las caras expuestas a los alisios y a unas alturas determinadas. Como son objeto de discusión entre expertos, en lo que sigue no las tendré en cuenta, sabiendo, no obstante, que existen y que pueden aportar valores a los recursos de la isla que los daremos como resguardo o aumento de lo que expondré. La otra lluvia, la vertical, no se discute y de esta hay que decir que la isla de La Palma es en la que más llueve del archipiélago, tiene un valor medio de unos 700 litros por metro cuadrado y año (l/m2 y año), que equivale al doble de la media de todo el archipiélago. Le sigue Tenerife con 425 l/m2 y año y la que menos tiene es Fuerteventura con 120 l/m2 y año. A la vez, esta isla es también la que presenta el máximo valor de lluvia de las siete, con 1.500 l/m2 y año que se puede recoger en dos zonas: Barlovento y el Arco de La Cumbre en Breña Alta. Desde el CIALP se viene diciendo desde hace años que, debido al Cambio Climático, se está produciendo una disminución progresiva de la lluvia. No es cierto y la forma de demostrarlo es con los datos que aporta el propio Consejo en el Plan Hidrológico que pretende aprobar en unos días.

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En este documento está la figura nº15 donde las barras azules indican la lluvia caída cada año desde 1940 hasta el año 2016 (no tienen más datos). La raya roja señala el valor medio que, como podemos ver, no ha disminuido en estos 80 años porque está horizontal. Es más, en este PHI compararon esta raya o valor medio con el correspondiente a los últimos cuarenta años, raya verde, para que así se viera el efecto predicho del cambio en las últimas décadas y como puede apreciarse, no pudieron demostrarlo ya que la ligerísima disminución además de discutible es insignificante. Lo que sí se puede apreciar es que la lluvia en esta isla está sujeta a épocas de abundancia y momentos de sequía, como así ha sucedido en muchos lugares desde los tiempos bíblicos de José en Egipto y sus siete vacas flacas seguidas de siete vacas gordas. Los ciclos de sequía y abundancia son propios de muchas zonas climáticas de la Tierra.

Una vez que ya sabemos que la cantidad de agua, al menos en los últimos 80 años, permanece constante, con esos ciclos alternándose de bonanza y penuria, veamos cómo podemos recoger el agua de lluvia, la vertical, la horizontal la damos como un añadido sin cuantificar. Para ello partimos de que la lluvia, al caer, una cierta cantidad se evapora y de la que queda, una parte, llamada escorrentía, correrá por el terreno, canalizándose por los cauces hasta llegar, algunas veces y no en todos los barrancos de la isla, hasta al mar. En La Palma, esta escorrentía es muy pequeña, veinte a treinta veces menos que la otra parte del agua de lluvia, aquella que no se ha evaporado y que no ha corrido por los barrancos: la infiltración. Esta, se introduce por el terreno en un viaje subterráneo hasta llegar, a veces tras bajar centenares de metros, a una zona del subsuelo donde todos los huecos y grietas están llenos de agua, eso es el acuífero. Una vez allí, el agua de infiltración se moverá más despacio, tiene que empujar a la que está delante para que pueda ella avanzar, y además ya no irá hacia abajo como lo hizo antes de llegar al acuífero, ahora por debajo de ella los huecos están rellenos de agua, no le queda otro remedio que iniciar un lento descenso resbalando por una pendiente de varios kilómetros de longitud, pero siempre en dirección hacia la costa donde sus caudales, si nadie los extrae, se verterán al mar, sobre todo en marea baja. Estas son las dos zonas del acuífero: la de los largos kilómetros por debajo de las laderas de la isla, llamada acuífero de las vertientes al mar, y las de las zonas costeras que vierten el agua al mar, denominadas acuífero costero. Dos sectores del mismo acuífero. Estas dos zonas del acuífero se muestran en la siguiente figura.

 

 
 
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El acuífero de las Vertientes se caracteriza por tener muchos diques volcánicos, grietas por donde se introdujo a presión el magma y que al enfriarse en su interior, se convirtieron en paredes de muy baja permeabilidad, que al dificultar que el agua los atraviese, hace que se forme una elevación del nivel del acuífero, frenando el movimiento del agua del acuífero hacia la costa y logrando que la forma del acuífero sea como una enorme escalera con peldaños en todas direcciones, pero siempre bajando desde la cumbre hacia la costa. Esos diques volcánicos son importantes por lo que veremos después con los cierres hidráulicos. La forma de captar agua en este tipo de acuífero es mediante galerías. A continuación se muestra una perspectiva de la configuración del acuífero en las Vertientes, mostrando los diques entrecruzados, en la que se ha convertido a la roca que existe entre estos diques en transparente para así poder ver en su interior esa estructura formada por celdillas, cuyo nivel de agua va bajando hacia la costa.

 

 
 
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Las galerías perforadas en la mitad norte de La Palma, aportan agua de excelente calidad y sus caudales, tras disminuir durante unos meses tras el cese de la perforación, se mantuvieron por décadas mientras no apareciese una galería próxima que la afectara. Si no es así, el caudal estabilizado se mantendrá para siempre, fluctuando únicamente cuando se sucedan años de sequía, afectando en esos momentos su disminución más a las galerías más altas y poco o nada a las más bajas. De hecho, de las 169 galerías perforadas, las más o menos un centenar que dieron agua, décadas después, tras quitarse las aguas unas a otras, cuando dejaron de perforar, mantuvieron y mantienen sus caudales año tras año. Y de eso hace ya más de medio siglo.

La otra zona es el acuífero costero que se caracteriza porque su nivel de agua (nivel freático), oscila dos veces al día, igual que la marea, pero desfasado y amortiguado con relación a ella, cuanto más cuando más lejano esté el pozo de la orilla del mar. La calidad del agua en esta zona del acuífero es peor que en la zona de las vertientes, como corresponde a aguas que son más antiguas y que se han recargado con lluvias en la zona costera. En esta zona del acuífero no hay diques, por lo que no hay barreras a la circulación del agua hacia la costa, pero tampoco las hay para que el agua de mar se dirija hacia el pozo, llamado por su propio bombeo o por otros situados en su proximidad. Esta fluencia de agua de mar genera un empeoramiento gradual de su calidad que a veces se compensa perforando una galería en el fondo del pozo, pero es una solución pasajera, puesto que al demandar el mismo caudal vuelve a empeorar el acuífero costero que ya de por sí estaba degradado. Este proceso de empeoramiento progresivo relacionado siempre con extracciones excesivas, ha generado que de los 69 pozos perforados en la isla, actualmente, solo 16 de ellos extraen agua que a duras penas es útil para beber o regar. A continuación se presenta un esquema progresivo de cómo han ido empeorando los pozos de la desembocadura del barranco de Las Angustias, salinizándose por ascenso de las aguas más saladas del mar, debido a caudales de extracción excesivos tanto del mismo pozo como de los próximos. No se ha dibujado el pozo de Juan Graje por estar salinizado hace años. Fíjense en como asciende el mar hacia los pozos.

 

 
 
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Como se deduce de lo expuesto, los pozos tienen una calidad de agua peor y su vida útil es mucho más corta que las de las galerías, se podría decir que en unos es efímera y en las otras es perpetua. Pero hay más inconvenientes. Los pozos necesitan extraer el agua mediante bombas, con lo que el precio del agua depende de la electricidad, a la vez que al aumentar la demanda eléctrica obligan a poner más centrales, provocando un mayor consumo de derivados del petróleo. Las galerías por el contrario, si se perforan por encima de la zona de consumo que, salvo excepciones, es la cota de 400 m, extraen el agua sin bombear, y se pueden repartir por su peso. Esta diferencia hace que el agua de los pozos sea mucho más cara que la de las galerías. También esta dependencia de los pozos con las bombas hace que estos tengan un mantenimiento caro, mientras que las galerías al no haber aparatos que funcionen regularmente, únicamente la ventilación, el mantenimiento es mucho menos costoso, pràcticamente no tienen. Por último, cabe citar una ventaja para los pozos: solo sacan el agua que se necesita; en cambio, las galerías, al drenar el acuífero sacan el agua constantemente. Pero este inconveniente se evita con la construcción de cierres hidráulicos, los llamados tranques en La Palma, que consisten en poner paredes de hormigón armado en los diques volcánicos escogidos, logrando tapar la galería y así convirtiendo el tramo que queda en el interior, en un depósito que almacena el agua que no se extrae y sacando solo la que nos interesa y cuando la necesitemos, mediante una tubería que atraviesa el muro y una válvula. Además, cuando la galería se llena, el agua sigue subiendo por encima del techo de la galería, rellenando el acuífero y restituyendo el nivel freático que hemos rebajado con la extracción de agua. De esta forma se convierte al acuífero en un embalse con el que regulamos el agua que necesitamos y guardamos la que nos sobra. Con los cierres hidráulicos en las galerías hemos convertido un inconveniente en una ventaja. A continuación se hace un resumen de las ventajas e inconvenientes que tienen estos dos sistemas de extracción de agua del acuífero, junto con las cantidades de agua extraídas por ellos en los últimos cincuenta años (1Hm3/año = 2 millones de pipas/año).

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A la vista de este cuadro, cabe preguntarse: ¿por qué se han perforado pozos en vez de galerías? La respuesta radica en el coste y en el tiempo que se invierte en llegar al agua para cada opción. Los pozos presentan profundidades entre unos pocos metros hasta los 425 m de Amargavinos, aunque si nadie no lo remedia aún se va a hacer uno más profundo en Puntagorda. Las galerías, hasta llegar al acuífero, deben de perforar entre 2 y 3 kilómetros en función de su situación. Estas diferencias de metros perforados hacen que el pozo sea unas cinco o seis veces más barato que la galería. En cuanto a tiempo necesario para llegar al agua, el pozo puede presentar aún más diferencia, dependiendo del pozo o de la galería,  aunque últimamente y en La Gomera conseguimos perforar 2 kilómetros de galería en año y medio.

Aún nos queda un concepto más por analizar y este es el mercado del agua en la isla. Consiste, descrito de forma sucinta, en un sistema formado por comunidades que reparten agua de captaciones en el que hay una parte en propiedad, mediante la existencia de acciones que se reparten en forma de dulas o tiempo en el que le corresponde al accionista la totalidad del caudal. El mercado se compone de aguas de escorrentía, de nacientes, de pozos y de galerías, por este orden respectivo de menor a mayor caudal. Para los no accionistas, el mercado pone a la venta unos ciertos caudales en los que el precio lo pone el agua más cara que es evidentemente la de los pozos y que es a la vez la de peor calidad. Además, estas aguas de pozos empeoran con la extracción continuada, hasta llegar a calidades que ya no soportan mezclas y que se ven obligados a disminuir caudales, con los que se genera un descenso de la oferta en el momento de mayor demanda que es a finales del verano, sobre todo si se alarga la época estival sin las lluvias de otoño. La propiedad del agua está muy repartida, dificil es encontrar una familia que no disponga de aacciones de agua, lo cual no quiere decir que tenga su necesidad cubierta puesto que aún repartida hay unos pocos que acaparan mucha agua, tanto personas físicas, aguatenientes, como cooperativas. Con este acaparamiento se produce la degradación del mercado, puesto que al manejar la producción imponen sus precios, calidades e incluso exigencias, como por ejemplo vinculando a veces el empaquetado con el consumo de un agua determinada. Debido a que el precio y la calidad del agua la marca la más cara y peor, la de pozos, este hecho favorece la entrada de aguas caras, malas y a ser posible también escasas, porque de esta forma se mantienen o aumentan los precios de todas, con lo que se admiten aguas de mala calidad y la penuria hace admisibles aguas inaceptables. Quien quiera mantener este mercado de esta forma debe aportar entonces agua costosa, exigua y mala y eso es lo que hace el CIALP al poner en marcha mediante subvenciones pozos abandonados, promoviendo la perforación del pozo de Puntagorda, poniendo en marcha el bombeo de Aduares que eleva dos veces y media la altura necesaria y recientemente, aunque anunciado desde hace tres años, la implantación de tres desaladoras y colocando en el PHI de 2027 otra desaladora más en Fuencaliente. Esta es en esencia la política hidráulica que se va a someter a votación en fechas próximas y si alguien no lo remedia, dirigirá la política hidráulica para los diez años próximos.

Mientras todo esto sucede y según dice el PHI en vigor, se infiltran cada año 265 Hm3/año y se necesitan 66 Hm3/año para cubrir todas las necesidades de la isla. O sea, cada año, según dice el CIALP, se infiltra al acuífero cuatro veces más agua de la que se necesita y de esta, el 80 % lo hace por encima de la cota 400 que recordemos era la del consumo. De este agua, la que no saquemos se pierde al mar por la costa. Luego la solución es sacar el agua de galerías en vez de pozos, tenemos agua de sobra, la repartimos por gravedad, sin bombear, prácticamente sin mantenimiento, es agua de excelente calidad y con un coste bajísimo, disminuimos la producción eléctrica, ahorramos energía, no quemamos petróleo y mejoramos la calidad del cultivo a la vez que abaratamos su producción. Sí además las obras las hace el Estado, el agua entraría en el mercado con la calidad, cantidad y precio justo para hacer desaparecer la especulación para siempre. Esto ya sucedió en El Hierro con el pozo de Los Padrones en la década de los noventa, no es una utopía. Ahora bien un proceso como el descrito provocaría la desaparición completa de los pozos, y no es justo puesto que no todas las acciones están en manos de aguatenientes, hay muchas que aseguran caudales de supervivencia, además, estos pozos lograron el desarrollo económico de la isla, por ello y puesto que el coste de la obra es del Estado, la solución es formar una comunidad que englobe a los pozos y en los que cada uno de ellos entre con las acciones equivalentes a los caudales que pueden extraer sin merma de la calidad. Desde ese momento el Estado entregará agua a cada uno de los pozos en función de sus acciones, a cambio los pozos se comprometerán a no elevar agua, a repartirla entre sus asociados y a mantener la red de distribución. De esta forma, los pozos pasan a ser una infraestructura de repuesto, lista para aportar caudales en épocas de sequía: ganan todos excepto los especuladores del agua que perderán su poder.

Está claro que para lograr este propósito en el Valle, que pasa por ir reduciendo el caudal de agua en los pozos e irlo sustituyendo por agua de galería, es necesario extraer más agua y esto obliga a perforar galerías. Para ello se propone la solución más rápida y efectiva: continuar la perforación del Túnel de Trasvase por ambas bocas. Es la solución más rápida puesto que las dos galerías que forman este túnel están ya en el acuífero, nos hemos ahorrados los dos kilómetros del lado de Las Breñas y los tres del lado de Los Llanos, por tanto a medida que vayamos perforando, ya dentro del acuífero, iremos incrementando el caudal. También es la más efectiva puesto que solo hay que recordar que ese Túnel de diez kilómetros solo se perforó en poco más de la mitad de su longitud, en ambas bocas se dejó de trabajar debido a la cantidad de agua que se drenaba y que iba aumentando a medida que se profundizaba. Y esto sucedió hace veinte años y desde entonces esta obra, por cada una de las dos bocas, no ha dejado de dar el mayor caudal de agua de la isla. Entre los dos frentes de las galerías quedan 4’5 km de acuífero lleno de agua. Pero no es un acuífero cualquiera, se trata del mejor de Canarias puesto que recibe la mayor pluviometría de Canarias, tiene aguas de 200 y 400 mhS/cm de conductividad en cada boca y desde que se pararon de perforar los dos frentes, se ha constituido en la Mejor Obra Hidráulica de Canarias y así continúa pese a no haber tenido por parte del CIALP ni una obra de mantenimiento en estos veinte últimos años. A continuación se expone un corte de la isla por el Túnel de Trasvase, en el que se indican en rojo los cierres construidos aunque al estar mál emplazados no cumplen a plena satisfacción la misión de evitar pérdidas y almacenar caudales.

 

 
 
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Por último cabe exponer un proceso preocupante por la degradación medioambiental que está generando, a la vez que afecta gravemente a las dos grandes comunidades de riego de la isla: Los Heredamientos y Los Sauces, y también al Parque Nacional de La Caldera de Taburiente. Me refiero a la desaparición de nacientes, del orden de la mitad tan solo en el propio Parque, y el descenso de los caudales de los que sobreviven que puede cifrarse en un tercio del que tenían en el año 1975. Nadie cita este proceso, ni CIALP, ni el Parque, ni las Comunidades, sin embargo existe y la razón del silencio está clara; cualquier denuncia de este proceso pasaría por declarar al acuífero COEBRA sobrexplotado y esa declaración, por lo que entraña, se evita como si fuera la peste. La causa también está clara, al acuífero que alimenta todos los nacientes afectados le están extrayendo agua desde 12 galerías, 8 desde dentro de La Caldera y 4 desde fuera. De las 8 interiores siete están sacando el agua que antes salía por decenas de nacientes, con lo que el computo esta salvado, sin embargo el mayor perdedor es el medioambiente que ve reducido drasticamente el número de surgencias de agua y de sus ecositemas asociados y también la Comunidad de Los Sauces que año a año ve reducir el caudal de Marcos y Cordero, el mejor manantial de Canarias. Para evitar este desastre ecológico y económico se presentó una solución con el Avance del PHILP de 1993 y que ahora, treinta años más tarde y con la situación mucho peor, se vuelve a exponer e insistir. Se propone que el Estado a través de diferentes estamentos, incluidos Europa, asuma el presupuesto de construir varias galerías en la isla, realizando antes comunidades que engloben galerías particulares ya construidas, para luego perforar desde una de ellas, haciendo ramales en el contacto con el material verde a un lado y a otro, con lo que se incrementaría el caudal y se repartiría entre las galerías asociadas. Esta solución, en la que la obra la acometería el Estado, se puede relizar en varias zonas como: Barlovento, Garafía, Puntagorda, Tijarafe, Puntallana y Santa Cruz de La Palma. El incremento de caudal que se obtuviera con estas galerías del Estado, una vez repartido entre las comunidades de galerías particulares, formaría una bolsa de agua que se invertiría en entregarlas a las 12 galerías que están drenando el acuífero COEBRA, a cambio de colocar cierres y que el Estado pasase a controlar las extracciones desde esas galerías. De esta forma, sustituyendo el drenaje de COEBRA por otros realizados por debajo de la cota de los nacientes, lograríamos devolver el caudal original los nacientes, a la vez que tornarían a brotar los agostados. Es una solución en la que además de salvar a un Parque Nacional y a una Comunidad de Riego de la que depende un municipio, recuperaría la isla su biodiversidad a la vez que incrementaríamos la producción de agua de excelente calidad sin generar ningún aumento del consumo eléctrico.

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P.D. Todos los números del presente informe son los correspondientes a las cantidades definidas, aceptadas y utilizadas por el Consejo Insular de Aguas de La Palma, nunca las mías que siendo más optimistas por ser más reales y comprobadas mediante balances y ensayos de bombeo en la propia isla, las evito para ahorrar la discusión y así demostrar que la isla tiene agua de sobra aún con los datos del propio Cabildo.

* En La casa de mi tía por gentileza de Carlos Soler Liceras

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