G20: tensión entre potencias y la ONU (Enric González en EL PAÍS y Francisco Morote, de Attac Canarias)
Sí. Estos viernes y sábado, en Argentina, se arrejuntan los y las mandamases de 20 estados (el de lo que queda del imperio español está invitado, pero como último mono, porque no forma parte del dorado sindicato); 20 estados que mangonean en función de sus respectivos malignos intereses, los destinos del mundo. Ya resulta un escarnio que esta banda de mangantes tome como lema de su santa misa eso de "consenso para un desarrollo equitativo y sostenible. Llevan lustros "consensuando", con los resultados de extrema inequidad y sostenibilidad mugrienta que conocemos. Para esta ocasión, Francisco Morote, de Attac Canarias desempolva dos insignes artículos suyos, de 2009 y otro de Enric González que acaba de aparecer en EL PAÍS. Con estos texto ya basta para comprender que esto del G20 puede resumirse con aquello del "Reunión de pastores, ovejas muertas". Lo malo es que las ovejas somos nosotras, ustedes y yo.
Los “sherpas”, los técnicos que negocian durante todo el año para alcanzar los preacuerdos sobre los que se habla en la cumbre, han ido rebajando sus expectativas. La reunión que en 2017 se celebró en Hamburgo (Alemania) concluyó con un comunicado conjunto de 14 páginas. Esta vez, no se esperan más de cuatro. El texto podría sobrevolar con frases vacías problemas tan graves como el desacuerdo comercial entre Estados Unidos y China (entre ambos suman el 40% de la economía mundial) o, aún peor, las consecuencias del cambio climático. En ambas cuestiones, el elemento disruptivo es Donald Trump. Aunque la Unión Europea también parece ir asumiendo que el “capitalismo de Estado” chino, con subvenciones directas o encubiertas a su tejido empresarial, vulnera las reglas de juego establecidas en tratados como el GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Aranceles), y que Pekín actúa con demasiada desenvoltura cuando se trata de respetar la propiedad intelectual ajena.
https://elpais.com/internacional/2018/11/29/argentina/1543465315_557470.html
Sin embargo, por mucho que el G-20 ostente una representatividad superior a su antecesor el G-7, sigue padeciendo un déficit de legitimidad. Lo países que lo forman están condenados a velar antes por sus intereses particulares que por los intereses generales. África, por ejemplo, el continente más empobrecido, apenas está representado en ese minoritario y, por consiguiente, elitista club. Es evidente que el G-20 busca, ante todo, alcanzar un nuevo consenso capitalista que sirva como recambio al fracasado modelo neoliberal…
