Nada para lo público, porque el negocio privado es prioritario
Un informe europeo alerta de que las privatizaciones sanitarias han lastrado la respuesta de los Estados ante la pandemia, Andrés Gil EL DIARIO
Federico Aguilera Klink señala este reportaje de Andrés Gil en EL DIARIO, que constata el sufrimiento y las muertes que ha ocasionado el neoliberalismo con sus malditos recortes presupuestarios. Y yo, Chema Tante lo comento. El neoliberalismo mata. Con la covid-.19 y antes de ella.
Y lo que hemos tenido que aguantar, comenta Chema Tante
No expondré más que dos ejemplos, entre los muchísimos disponibles, de la fatua arrogancia neoliberal. Recuerdo la insultante actitud del presuntuoso genuflexo Clavijo, cuando le daba paternales lecciones de economía a Noemí Santana en el Parlamento de Canarias, sobre la conveniencia de que las empresas fueran fuertes. O las engreídas admoniciones de zotes como Rajoy, gritando en el Congreso cómo había que conducir estos asuntos económicos "Nosotros sí sabemos lo que hay que hacer". Y lo que hay que hacer es lo que ha hecho el neoliberalismo, con partidos de derecha, como el mal llamado Popular o el de la corrupción canalla, el CC canario. Desmantelar lo público. Ahí están las permanentes quejas del sufrido personal sanitario y de la educación.
En todas partes, el pérfido neoliberalismo, con los venales economistas a su servicio, han repetido con una insufrible pedantería el falso dogma de que la gestión privada es más eficiente y cuesta menos que la pública. Y han llevado las privatizaciones, tanto directas como las encubiertas, por la fatídica concertación, hasta un punto en que pusieron a los sistemas públicos de educación y de salud en unas condiciones muy precarias.
En lo que tiene que ver con la salud, el hostigamiento al sistema público, ya antes de que llegara la pandemia, estaba produciendo muchos sufrimientos y muertes, sin más motivo que el enriquecimiento de los accionistas de las empresas privadas. Ahora, con esta tribulación de la covid-19, parece que se olvidan las calamidades de las listas de espera, que dilataban la asistencia, los tratamientos y las intervenciones que precisaban las y los pacientes, con el resultado de que los males se agravaban, se cronificaban y en muchas ocasiones, terminaban por matar a la gente.
Y con la covid-19, nadie llama la atención sobre el detalle de que las patologías anteriores no han desaparecido, siguen ahí. Y los sistemas públicos, exhaustos, que no pueden soportar la demanda terrible de la pandemia, están desatendiendo a otras personas enfermas, que también sufren y mueren. Continuamente se escuchan los gritos del neoliberalismo, clamando para que los gobiernos acudan con todo el dinero que haga falta, a sostener a las empresas, Aunque se trate de empresas de una actividad muerta, como el turismo masivo. Pero no aparece ninguna reclamación de estos pretendidos teóricos económicos, para que se refuerce la sanidad pública. De hecho es lo contrario, lo que se contempla, por todas partes, son las quejas y las movilizaciones de las y los profesionales de la salud, denunciando que los respectivos gobiernos siguen con su déspota tacañería en la inversión.
Quienes nos dejamos la piel defendiendo la inversión pública, hemos aguantado durante mucho tiempo, las mentiras neoliberales. Nunca faltaba la sabihonda voz que advertía de la necesidad de recortar los presupuestos. Cuando se desató este desastre del coronavirus, al principio se dijo que era necesario invertir todo el dinero que fuera necesario en la sanidad. Y no se ha hecho. Seguimos sufriendo la codiciosa voluntad neoliberal. Nada para lo público, porque el negocio privado es prioritario.
El neoliberalismo mata
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De acuerdo con la investigación, estas privatizaciones y externalizaciones de los servicios públicos "están directamente relacionadas con decisiones políticas animadas por la Comisión Europea, a lo que se añade que el sector sanitario privado está abusando de la pandemia para presionar para recibir más dinero público, principalmente a través de los fondos de recuperación".
Todo el reportaje de Gil en EL DIARIO
