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jueves, 25 de abril de 2024 07:58h.

Si el turismo no nos salva ¿para qué lo queremos? - por Chema Tante

Siempre he pensado que el burro majorero (por citar el gentilicio de una isla, pero vale cualquiera de las demás) es una buena representación de nuestra personalidad isleña. El burro es sabio, sensato y prudente, pero su bondad innata le condena a ser presa sumisa de la maldad. Es exactamente lo que nos pasa a la gente canaria. Nuestra buena fe nos impide oponer nuestro sentido común a que una insalla perdularia nos explote y, encima nos tome el pelo. Tal reflexión me la ha recordado la lectura de esta entrevista que le hace Saray Encinoso en DIARIO DE AVISOS a otro exponente de la codicia estúltica que se lucra con el abuso de nuestra gente. El tipejo -sí, he dicho tipejo y ratifico el apelativo, porque lo es- se llama Juan Pablo González Cruz, y es gerente de Ashotel. Compinche de Marichal tenía que ser.

Si el turismo no nos salva ¿para qué lo queremos? - por Chema Tante

Siempre he pensado que el burro majorero (por citar el gentilicio de una isla, pero vale cualquiera de las demás) es una buena representación de nuestra personalidad isleña. El burro es sabio, sensato y prudente, pero su bondad innata le condena a ser presa sumisa de la maldad. Es exactamente lo que nos pasa a la gente canaria. Nuestra buena fe nos impide oponer nuestro sentido común a que una insalla perdularia nos explote y, encima nos tome el pelo. Tal reflexión me la ha recordado la lectura de esta entrevista que le hace Saray Encinoso en DIARIO DE AVISOS a otro exponente de la codicia estúltica que se lucra con el abuso de nuestra gente. El tipejo -sí, he dicho tipejo y ratifico el apelativo, porque lo es- se llama Juan Pablo González Cruz, y es gerente de Ashotel. Compinche de Marichal tenía que ser.

Los empresarios, esos que se llenan la boca a cada momento, diciendo que ellos tienen derecho a todas las ventajas y protecciones, porque "son los que crean empleo", se sulfuran cuando se les recuerda esa responsabilidad de que ellos mismos se cargan. No crean empleo, más que el que les interesa, pero alegan con ello, para después, irritarse cuando "las críticas no paran de llegar".

Los empresarios turísticos fundan su negocio en la explotación de bienes que son patrimonio colectivo del pueblo canario. El turismo utiliza las playas, montes y ciudades, circula sobre las carreteras, maltrata el medioambiente y destroza el territorio, sepultándolo bajo el cemento. Hace mal uso, pero la usa cuando quiere, de nuestra cultura y nuestra manera de ser. Recibe ayudas de todo tipo desde el sector público, tanto en forma de campañas de promoción, que aunque estén pésimamente diseñadas cuestan mucho y buen dinero, como en forma de licencias y leyes permisivas o exenciones fiscales. Pero este propio empresariado, que demuestra día a día su fracaso empresarial, en términos sociales, se calienta cuando se le dice que no está creando empleo. Usa recursos ajenos, pero no quiere retribuirlos.

Lo cierto es que el turismo es una actividad que, para nuestra desgracia, ha continuado con la cruz que pesa secularmente sobre la sociedad canaria: el monocultivo. Y de eso tiene la culpa en exclusiva un empresariado que ha defendido con éxito el criterio de que es el sector privado quien debe gestionar la economía. Y la ha gestionado de una manera tan vil, que ha operado en el sector turístico olvidándose del papel transversal animador que puede jugar este negocio. El empresariado se ha limitado a lucrarse con el turismo de la manera más fácil, más beneficiosa para él, pero más perjudicial para la economía canaria. Con una estrategia de turismo masivo a precios de derribo, con productos importados baratos, de mala calidad; y abusando de manera brutal de la mano de obra canaria.

Por eso yo le digo a tipejos como Juan Pablo González Cruz o Juan Marichal, el gentuallo de ASHOTEL. Si el turismo que envilece el medioambiente, destroza el territorio, abusa de sus trabajadoras y trabajadores y no consume productos canarios no es capaz de sacar a Canarias de la llamada crisis ni de dar empleo digno y equitativamente retribuído a toda la población canaria ¿para qué quiere Canarias el turismo? Porque para que solamente sirva para que sus empresas se lucren, ese negocio no le interesa a las islas.

Y, antes de que me vengan con la admOnición chantajista de costumbre, de que Canarias sería un desastre si desapareciera el turismo, les diré que sí. Que cierto, para nuestra desgracia y por culpa de ellos. Pero que hay otras maneras más lógicas de gestionar una actividad económica que debe ser rentable para todo el pueblo canario, no solamente para unas pocas empresas, la mayotía de fuera.

La fórmula la saben los burros, majoreros y de cualquier isla, aunque la ignoren los y las tecnócratas al servicio de las empresas codiciosas. Se trata, simplemente, de trocar cantidad, por calidad. De identificar y atraer targets que valoren el medioambiente, el territorio y la alta calidad y que estén dispuestos a pagar por ello. De atenderles, no con el producto más barato, sino con el de calidad y frescura locales. Y, por supuesto, se trata de entender que la empresa no puede llevarse sola la mayor parte de los beneficios de la actividad. Claro que hay que ser burro isleño para entender esto.