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viernes, 29 de marzo de 2024 10:20h.

el estéril bucle de la alternancia institucional que perpetúa en la región una secular dominación neocolonial.

​El "mal menor" socialdemócrata de Atilio Borón y las elecciones chilenas - por Cristóbal García Vera

 

 

 

​El "mal menor" socialdemócrata de Atilio Borón y las elecciones chilenas - por Cristóbal García Vera *

Apuntes sobre una propuesta de colaboración de clases que no resiste la prueba de la evidencia

     Con motivo de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, el sociólogo argentino Atilio Borón escribía un artículo en el que, descontextualizando en su propio beneficio un célebre texto de Gramsci (1), descalificaba duramente a quienes, desde la izquierda, se negaron a dar su apoyo al candidato Gabriel Boric, hoy electo como nuevo presidente de esa nación.

    Tal y como criticaba oportunamente Paco Azanza Telletxiki, en otro artículo publicado en Cubainformación:

   "Borón tuvo la desfachatez de utilizar a Antonio Gramsci y su “Odio a los indiferentes” para arremeter contra los abstencionistas que no creen en el circo electoral de la burguesía... Contra no poca gente que ha estado en la primera línea jugándose los ojos y la vida en la pasada revuelta" popular (2).

    Y es que, según Atilio Borón, la presencia del candidato nazifascista José A. Kast sólo dejaba  abiertas dos opciones de actuación en Chile. Optar por este "mal menor" o convertirse, irremediablemente, en "modernos Poncio Pilatos" que, "ejerciendo distintas formas de deserción y abandono del terreno de lucha, estaban  jugando a favor de Kast".

     No es el objeto de este artículo analizar o hacer pronósticos sobre lo que se puede esperar de un político socioliberal como Boric que, entre otras cosas, ya ha dejado bien claros sus posicionamientos "condenando" las "dictaduras" de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y que no ofrece ninguna propuesta que justifique la esperanza. Algunos textos, como el del profesor Marcos Roitman publicado en este mismo diario digital (3), ya se han encargado de dejar en su justo lugar  las ilusiones infundadas que, una vez más, se están reproduciendo tras el resultado electoral.

    En este breve texto  nos proponemos tan solo hacer un cuestionamiento general sobre el tipo de proyectos políticos que, en los últimos años, ha estado promoviendo Atilio Borón como única alternativa posible de “cambio” para América Latina.

 Así como del grado de “realismo” que, a la luz de las evidencias, se puede otorgar a una propuesta con la que Borón se ha identificado hasta el punto de denostar, de forma prepotente, a todos aquellos que osan discrepar con él.

¿QUÉ PROYECTO POLÍTICO DEFIENDE, REALMENTE, ATILIO BORÓN?

     Antes de las elecciones del pasado domingo en Chile, el texto de Atilio Borón ya había sido objeto de otra contundente réplica del profesor y militante venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein,  directamente calificado por el sociólogo argentino como uno de los “poncios pilatos”, en un recomendable texto donde se rebela contra la pretensión de Borón de

    "ser el poseedor único de la sacrosanta verdad, que no deja espacio a que se pueda pensar diferente, so pena de acusaciones y adjetivaciones de cualquier dimensión" (4).

     En su respuesta, Rodríguez Gelfenstein destaca oportunamente que, en efecto,  no era la primera vez que Atilio Borón defendía a candidatos pretendidamente "reformistas" que, en un cortísimo lapso de tiempo, demostraron ser una terrible opción para sus pueblos, sin que ello le haya llevado jamás a ejercer la autocrítica ni a ajustar sus tesis políticas a la evidencia de su error.

   "Hay que ser responsables con lo que se dice y se hace. No creo  -advierte Sergio Rodríguez   - en esos intelectuales que tienen la oportunidad de decir cualquier cosa, equivocarse y escribir todo lo contrario en el próximo papel de trabajo" (5).

    Así sucedió -recuerda Rodríguez a Borón- "cuando llamaste a apoyar a Lenin Moreno, en lo que presagiaste que podía ser un [Img #69890]

Stalingrado latinoamericano, para dedicarte luego a escribir papeles contra Moreno, cuando "tu Stalingrado latinoamericano condujo a unas “Hiroshima y Nagasaki ecuatorianas” (6).

   Resulta preciso destacar, por lo que ello indica sobre la orientación ideológica del autor, que el apoyo a este tipo de candidatos que Atilio Borón se atreve a “exigir” a la izquierda anticapitalista latinoamericana no se limita al hecho de una puntual votación, con la que se quisiera evitar el triunfo de otra opción de la extrema derecha.

    Así lo ponía de manifiesto, en 2018,  el militante del Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT) de Brasil, Gilson Dantas, respondiendo a la descalificación que el sociólogo había hecho a su organización, sólo porque había decidido promover  un "voto crítico" al candidato del Partido de los Trabajadores, Haddad, frente a la candidatura de Bolsonaro, pero que no implicara ningún tipo de "alianza orgánica con él y su proyecto", como proponía Borón.

   En un recomendable artículo, titulado ilustrativamente, "malmenorismo, enfermedad senil del reformismo", (7) el militante brasileño dejaba en evidencia como la identificación de Atilio Borón con los fracasados proyectos de la nueva socialdemocracia latinoamericana había tenido, incluso, el efecto de acabar con el rigor que en tiempos pasados caracterizó a sus análisis políticos:

   "Es como si Borón necesitara, para votar contra Bolsonaro, - escribía Dantas-   construir otro PT y otro Haddad. Para nuestro autor, Haddad es un paso adelante que abriría una perspectiva socialista “moderada”  y toda adaptación del PT al capitalismo, al régimen político podrido, no significa más que un “error” (8).

 "Borón ignora solemnemente el papel  que jugó el PT y Lula en todos sus mandatoscontener la lucha de clases, cooptar y estatizar la CUT y la UNE, impedir la masificación de las huelgas y, en caso de que las masas se rebelaran por fuera del PTavalar la represión"(9) añadía el brasileño, en una apreciación que se podría extender al juicio del sociólogo argentino sobre cualquiera de los gobiernos "progresistas" a los que ha bendecido con la supuesta autoridad de su saber.

     Acertadamente, el militante brasileño explicaba también que el origen de esa "confusión" provenía de la "propia ubicación política de Borón", como politólogo adscrito a los proyectos de:

  "gobiernos populistas, de conciliación de clases, (como el kirchnerista en Argentina), que cuando el crecimiento económico lo permite hacen algunas concesiones a las masas (y al mismo tiempo, muchos más beneficios a la burguesía), pero cuando la misma economía no crece, avalan o directamente protagonizan la represión contra los trabajadores, y llevan adelante ajustes económicos y recortes presupuestarios en lo social para que los ricos sigan enriqueciéndose" (10).

 

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     Esta limitación determinada por el marco ideológico socialdemócrata en el que parece moverse  Atilio Borón explica, en efecto, que el sociólogo argentino no pueda concebir, en la práctica real, la construcción de otras alternativas políticas más allá de las marcadas por la inmediatez parlamentaria del régimen político burgués. Que considere una simple “utopía” imposible de realizar los proyectos de quienes entienden que  la política que sí puede llegar a transformar la sociedad no se mueve en esos estrechos márgenes electorales, sino que tiene que ver con la organización y la paciente reconstrucción de un poder popular que, llegado el momento, sea capaz de cuestionar el poder del Estado y su institucionalidad. Sin olvidar nunca, so pena de remedar experiencias tan dramáticas como las que acabaron con  el Chile de Allende y la Unidad Popular, que ese Estado existe para impedir, también por la fuerza, cualquier tipo de cambio socioeconómico profundo y real y que, por tanto, es imperativo que esta organización incluya una estrategia global de legítima defensa.

    Sosteniendo esa misma idea de política popular suponemos que alude el venezolano Rodríguez Gelfenstein, en su réplica a Atilio Borón, a su propia confianza en la capacidad de:

 "los pueblos chileno y mapuche para generar los nuevos liderazgos que los llevarán a estadios superiores de lucha" y su apuesta por "esos 7 millones 840 mil poncios pilatos que no votan, porque no creen ni en Boric ni en Kast" (11).

       Y es que no  existen alternativas factibles a este lento e imprescindible trabajo militante de organización, como demuestran los recurrentes fiascos y desilusiones provocados por los atajos electorales ensayados sin esa base y sin un proyecto político revolucionario.

     Quizá sea  la necesidad de ofrecer alguna esperanza con la que hacer tragar la amargura que acompaña a esa desilusión la que, muy a menudo, lleva a  los defensores del supuesto “realismo” socialdemócrata a combinar su apelación al  “esto es lo que hay” con promesas totalmente ilusorias, ajenas a la realidad que cualquiera puede constatar, como las del supuesto “fin de la era neoliberal” que  -según Atilio Borón – nos iba a traer como inesperado regalo la pandemia del Covid-19 (12).

¿CÓMO DE REALISTA, PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS DE LOS PUEBLOS, ES EL “MALMENORISMO” DE ATILIO BORÓN?

 

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ATILIO BORÓN CON EL PRESIDENTE ARGENTINO ALBERTO FERNÁNDEZ

    Pero como, en definitiva, las propuestas y análisis no adquieren el valor de la verdad por los títulos académicos de quienes las puedan sostener, resultaría oportuno juzgar a la luz de la evidencia empírica cómo de “realista” ha sido, para los intereses de las clases subalternas,  la opción del malmenorismo” defendida con tanta furia por Atilio Borón.

    Sin ir más lejos, en el Estado español contamos con una amplísima experiencia en este tipo de gestiones políticas “realistas”.  ¿Qué fue la aceptación por parte de la izquierda institucional de la restauración borbónica y el régimen postfranquista del 78, sino la sumisión a un “inevitable mal menor”, que más de 40 años después seguimos cargando como una pesada losa, ahora remozada por nuevos políticos “de izquierda” igualmente gestores del “mal menor”?

     Volviendo a Chile, también cabe recordar que el “mal menor” de la Concertación, en el que las fuerzas de la izquierda tomaron como “ejemplo” de su práctica la Transición española, y que durante décadas se vendió como “un milagro” de desarrollo económico, es el mismo que acabó estallando, por su iniquidad, con la  rebelión popular que ha recusado en las calles el pacto con el que se construyó  la institucionalidad heredera de la dictadura militar.

   Sin abandonar América Latina, sólo una mirada intencionadamente parcial podría negar que las propias contradicciones y el desencanto producido por los “gobiernos progresistas”, que no llegaron a aplicar más que una limitada política asistencial, fue el que acabó abriendo el camino a los gobiernos de la “derecha” tradicional. En Latinoamérica, como en Europa, ha sido la  ausencia de una izquierda real, capaz de organizar y canalizar la indignación provocada de las clases populares por su creciente pauperización, la que ha abonado el terreno para el rearme de ese nuevo “fascismo” que, inútilmente, se pretende frenar por la vía puramente electoral.

    En el continente europeo la integración total de la supuesta "izquierda" socialdemócrata en el proyecto neoliberal de la UE dio alas al populismo derechista de partidos como VOX.  Organizaciones que, a falta de otro referente ético y político, se presentan, de forma demagógica, como representantes de la gente común, con un discurso pretendidamente crítico de los “grandes poderes económicos” y las instituciones “globalistas”.   

    Algo similar a lo que hiciera en EE.UU. el magnate Donald Trump,  para conquistar el voto de masas de trabajadores blancos igualmente abandonados por el Partido Demócrata que los “progres” norteamericanos consideran también su  “mal menor”.

   En Latinoamérica, el fracaso de los gobiernos “neodesarrollistas”, (*) que quisieron ejercer como “eficientes” gestores del capitalismo, preparó también el terreno para el auge de personajes como Bolsonaro, Macri o el mismo José A. Kast.

      Queda aún por comprobar si estos pueblos podrán empezar a construir alternativas de cambio real o si los "realistas" lograrán mantenerlos por más tiempo en el estéril bucle de la alternancia institucional que perpetúa en la región una secular dominación neocolonial.

 

Notas y referencias bibliográficas:

 

(1) Antonio Gramsci y el balotaje en Chile. Atilio Borón.

(2) Atilio Borón, yo también soy un indiferente.  Paco Azanza Telletxiki.

(3) Elecciones chilenas: Boric y Kast, el resultado de una misma ecuación. Marcos Roitman.

(4) Con todo respeto Atilio Borón: no votaré por Boric. Sergio Rodríguez Gelfenstein

(5) Ibídem.

(6) Ibídem.

(7) Debate con Atilio Borón: El malmenorismo. Enfermedad senil del reformismo. Gilson Dantas.

(8) Ibídem.

(9) Ibídem.

(10) Ibídem.

(11) Con todo respeto Atilio Borón: no votaré por Boric.

(12) La pandemia y el fin de la era neoliberal. Atilio Borón.   Según sostiene Borón en este artículo: "la era neoliberal es un cadáver aún insepulto pero imposible de resucitar".

 

(*) VÍDEO RELACIONADO: Carlos Aznárez analiza las causas de la caída de los Gobiernos "progresistas" de América Latina comprometidos con la gestión del sistema capitalista.

 

* Gracias a Cristóbal García vera y a CANARIAS-SEMANAL 

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https://canarias-semanal.org/art/31804/el-mal-menor-socialdemocrata-de-atilio-boron-y-las-elecciones-chilenas

 

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