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jueves, 25 de abril de 2024 09:47h.

“La agricultura y la ganadería no es lo mío” - por Ramón Armando León Rodríguez

 

ramón pelibuey

ramón armando león rodríguezHace ya bastante tiempo estuve trabajando un mes en la agricultura ayudando a un cuñado, en ese trabajo comprendí que las labores de campo no eran para mí. 

“La agricultura y la ganadería no es lo mío” - por Ramón Armando León Rodríguez *

Hace ya bastante tiempo estuve trabajando un mes en la agricultura ayudando a un cuñado, en ese trabajo comprendí que las labores de campo no eran para mí. 

 A primera hora de la mañana bajábamos a un barranco que estaba a un kilómetro de distancia donde estaba ubicada la finca de plataneras en la que trabajaba mi cuñado. Lo primero que hacíamos era limpiar de cochinillas las hojas de las plataneras, un trabajo que hacíamos a diario para evitar que el insecto se propagara. Después pasábamos a segar hierba para darle de comer a los animales.

Los animales, vacas, cabras y gallinas, estaban en lo alto del barranco y teníamos que subir el kilómetro que nos separaba de ellos cargados como mulos. Mi cuñado, que estaba acostumbrado, subía como una cabra montesa y sin problema pero yo llegaba con la lengua fuera. 

Cuando estábamos echando de comer a las vacas me llegaba el olor de sus excrementos y no me producía rechazo, las defecaciones de estos animales huelen a hierba, quien haya estado cerca de una vaca, cuando está defecando, me dará la razón. 

En este trabajo no había descanso, mi cuñado no paraba, porque a las cabras y a las vacas había que ordeñarlas. En este menester yo no participaba porque tenía un desconocimiento total sobre el manejo de las ubres de estos animales. 

Bastante a menudo elaboraban queso, un trabajo extra que requería mucha paciencia y dedicación, en lo único que yo colaboraba, en este menester, era en degustar este delicioso “manjar”. 

 A veces cuando estábamos con los animales aparecía mi suegro y en una ocasión me pidió que sujetara a una cabra, me puse a la tarea y la sujete por los cuernos, pero el animal se echó a correr y me arrastró con ella unos cuantos metros, lo que motivó el regocijo de mi cuñado y las risas de mi suegro. Después del suceso mí cuñado me contó que nunca había visto al padre reírse tanto. Yo, aunque casi termino pateado por la cabra, también me reí, pero me juré a mí mismo que jamás volvería a coger a una cabra por los cuernos.

Hasta hoy día he cumplido la promesa. Las cabras para los cabreros.

…¿O no?

* Del muro en FACEBOOK de Ramón Armando León Rodríguez

ramón armamdo león con el burro