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viernes, 29 de marzo de 2024 07:52h.

Del almirante Cervera al canario Nicolás Estévanez - por Nicolás Guerra Aguiar

 

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Del almirante Cervera al canario Nicolás Estévanez - por Nicolás Guerra Aguiar *

carrer de pepe rubianesEl Ayuntamiento de Barcelona, con discurso de la señora alcaldesa, sustituyó el nombre de una calle -Almirante Cervera- por el del actor y director Pepe Rubianes. El almirante mandaba la flota española en Santiago de Cuba (1898) cuando la escuadra norteamericana la hizo añicos. Nuestro paisano Nicolás Estévanez y Murphy, treintaiún años antes, ya lo había sentenciado: “Cuba se pierde; en realidad, está ya perdida”.

 

cervera y estévanez

  Consecuencia: EE UU invade militarmente la Isla y consigue -1903- el arrendamiento perpetuo de Guantánamo, hoy campo de concentración y consentido desprecio a los Derechos Humanos. Mientras, Europa calla. A la vez, decenas de jóvenes sin acusaciones ni juicios se pudren allí año tras año…

USA CUBA GUNATÁNAMO

   El almirante había participado en violentas represiones contra rebeldes filipinos y cubanos. Ocupó, además, altísimos cargos durante la regencia de María Cristina y llegó a ser ministro de Marina, senador y senador vitalicio. Esta última condición forzó el sobreseimiento del consejo de guerra abierto contra él por errores estratégicos en la batalla naval: los barcos españoles fueron arrasados por la poderosísima armada norteamericana en solo cuatro horas (343 muertos entre los españoles por solo un norteamericano).

cuba y cervera

   Vino a ser, definitivamente, la desaparición del Imperio español iniciado allá en la frontera cronológica que abarca el final de la Edad Media (descubrimiento de América e inicio de la conquista) y el comienzo de la Moderna. El siglo XVI había comenzado el engrandecimiento del poder real pero, a la vez, la miseria del país. En el siguiente, la literatura abre un importantísimo apartado: la preocupación por España. Así, Quevedo publica el terrible y angustioso soneto al que le da nombre el primer verso: “Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes ya desmoronados, /   de la carrera de la edad cansados, / por quien caduca ya su valentía. / […] Vencida de la edad sentí mi espada, / y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte”.

miré los muros quevedo

   Por razones obvias no entro en las distintas interpretaciones que la crítica ha dado a voces como “muro” y “patria”, pero el primer cuarteto y el último terceto son contundentes: el paso del tiempo ha debilitado el poder de la España anterior y todo recuerda la acción de la muerte. Así, en tres versos interiores (“Salime al campo; vi que el sol bebía / los arroyos del yelo desatados / y del monte quejosos los ganados”) lamenta el absoluto abandono de agriculturas y ganaderías, únicas fuentes de producción y riqueza: la juventud anda por tierras americanas o europeas ya colonizando, ya en las interminables guerras de religión y expansión imperial.

miré los muros quevedo

   Si damos un salto en el tiempo (segunda mitad del siglo XIX) la literatura sigue intensamente preocupada por la realidad del país. Galdós, por ejemplo, denuncia en Doña Perfecta (1876) el tema de las dos Españas: de una parte, el fanatismo religioso y la intransigencia del personaje femenino –Doña Perfecta- representan a la España del momento, la conservadora y radicalmente opuesta a cualquier evolución. De otra, la visión moderna de Pepe Rey, el ingeniero educado en Alemania y que defiende la europeización del país. Obviamente, triunfa la concepción medieval.

galdós

   O en La desheredada (1881), cuyo primer capítulo se desarrolla íntegramente en un miserable manicomio donde a los internos se les trata con bromuro potásico –hoy solo se usa en animales- y manguerazos de agua helada “cuyos chorros son puntas de lanzas en el cuerpo de aquel pobre infeliz”. Galdós, convertido en científico –es el Naturalismo- describe las diferentes locuras (esquizofrenia, neurosis…) en tal inquisitorial espacio absolutamente ajeno al desarrollo científico europeo y norteamericano.

   Es también el momento del Regeneracionismo: pretende ‘dar nuevo ser’ al país. Son célebres las palabras de un componente, Joaquín Costa: “Despensa y escuela”. Por tanto, las reformas en el campo son imprescindibles pues en España “No hay parlamento ni partidos: solo hay oligarquías, caciquismos”. Participan también Giner de los Ríos, Sanz del Río: es la refrescante e ilusionante Institución Libre de Enseñanza en la que fueron educados muchísimos intelectuales españoles hasta 1936 (se habla del Nuevo Siglo de Oro español).

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Joaquín Costa

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Giner de los Ríos y su maestro, Julián Sanz del Río

 

   Y ahí, también desde la segunda mitad del siglo XIX otro paisano, Nicolás Estévanez, trata en su obra el tema de Cuba, isla en la que estuvo destinado como militar y de la cual huyó tras el fusilamiento de ocho estudiantes cubanos (“Antes que la patria están la humanidad y la justicia”, gritó).

estévanez

   Estévanez entendió las razones de los levantamientos cubanos contra el colonialismo español y el porqué de su triunfo en un futuro no lejano: “Los poetas y las mujeres tenían por único ideal la independencia de Cuba”.  Por tal razón los tacos y los guajiros quebrantaron el poder de España durante los iniciales diez o doce años de las primeras revueltas, pues la Revolución española del 68 “tímida ante los elementos perniciosos que explotaban a Cuba sin conciencia, no hizo nada en sentido progresivo”.

guajiros independencia cuba

 

   También denuncia Estévanez la hostilidad contra la raza negra en Cuba. Los negros -incluso los no esclavos- eran despreciados: “Se les hacía vivir fuera de la sociedad y en una atmósfera de vilipendio, generadora de odios y venganzas”. La razón, elemental: España mantenía la esclavitud, la trata de negros. Por tanto, mano de obra muy barata para las inmensas plantaciones en poder de españoles.

negro en cuba

   Y las inmensas fortunas de tan pingües negocios entraban a manos llenas en Cataluña: ¿de dónde, si no, obtuvo la burguesía catalana los medios materiales para construir suntuosos palacetes y modernísimas industrias, orgullo de significadas familias cuyos apellidos siguen hoy resonando en las esferas del poder económico y, por tanto, político? (Bien pudo la señora alcaldesa rememorar pasados acontecimientos coloniales en Cuba no solo bajo las órdenes del almirante…) 

   ¿Se entiende ahora por qué cubanos y estadounidenses pactaron contra los españoles y los primeros, con manifiesta ingenuidad, creyeron las palabras del yanqui cuando pregonaba sobre la libertad de los pueblos y reclamaba América para los americanos?

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR RESEÑA