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viernes, 19 de abril de 2024 10:24h.

Amor filial más allá de la tradición occidental - por Nicolás Guerra Aguiar

 

FRASE GUERRA

 

Amor filial más allá de la tradición occidental - por Nicolás Guerra Aguiar *

Don Manuel Luezas del Valle, estimado lector, era (el) catedrático de Geografía e Historia del INB Pérez Galdós allá en el curso de mi etapa preuniversitaria (tan allá ella que debemos remontarnos al milenio anterior). Cuando en sus clases disertaba sobre la Mesta (la asociación medieval ganadera reunía a casi todos los pastores de Castilla y León) solía usar una cadena lingüística léxicamente reiterativa: “¡Miiiles y miiiles y miiiles de cabeeezas de ganaaado…!”. Sobrepasaba, pues, nuestra capacidad numérica. 

la mesta

  Lo mismo me sucede cuando en estos días visiono imágenes de tanques,  plataformas de misiles, acorazados, portaaviones… ordenadamente situados, en perfecto orden de revista, preparados para su intervención terriblemente arrasadora si razones, entendimientos, prudencias, diálogos, diplomacia, sentido común y equilibradas mentes humanas no ponen fin a la cadena volcánica  surgida en la frontera ruso – ucraniana. 

barcostanques

  La vieja Europa -la pacifista, civilizada, amante de sabidurías desde el pensamiento griego, patria de Aristóteles y su ejercicio de la razón como actividad fundamental del hombre- se pertrecha hasta la muerte y engrasa los silos donde almacena armas nucleares capaces de destruir trescientas veces nuestra geografía terrenal (¡como si con una no fuera suficiente!). La industria armamentística cotiza por las alturas: miiiles y miiiles y miiiles de millones de euros, dólares y rublos se invierten en ella  cuando no en la activación de la inteligencia para alcanzar la plenitud aniquiladora. 

 

TAWY ZÓ'È

  Mientras, Tawy Zó'é, 24 años, indígena brasileño de la selva amazónica,  carga a un hombre cuya apariencia física permite suponerle una edad avanzadísima si comparamos con imágenes de ancianos europeos: la vida casi le ha apergaminado pómulos, frente, brazos… y comprime el entrecejo como si quisiera hiperbolizar la eterna tragedia existencial. 

  Vencido de la edad (algo así como a la manera quevediana) no halla cosa en que poner los ojos  “que no fuese recuerdo de la muerte”. Se deja llevar. No es consciente ni tan siquiera de qué hace allí a horcajadas, sentado, colgado o acaso cabalgando. Vaya a donde vaya, lo lleven por donde lo lleven, su mirada es de indiferencia… Aun la entreabre instintivamente, incapaz de ver la inmensa firmeza del joven acarreador. ¿Quién es el ancianísimo? ¿Su abuelo? ¿Alguien que le paga el servicio con el regalo de un pisito? 

  No, en absoluto: es su padre, Wahu Zó'é. Tiene once años menos que el presidente norteamericano. Y casi la edad de Putin, presidente de Rusia, dos años mayor que él. Incluso el mandatario de la República Popular China, Jinping, nació varios años antes. Los tres, claro, son humanos privilegiados. La ciencia médica está a su servicio.

 Tawy Zó'é centra su atención en el camino: no puede permitirse un fallo, un traspiés,  un simple tropezón. La vida de su padre está en sus espaldas, piernas, su capacidad física, su firme convicción de que el hombre con bata blanca, acaso con aparato colgado al cuello -tal como lleva él un elemento puntiagudo en la barbilla- podrá devolverlo a la actividad de un humano selvático de 67 años: necesita la inyección anticovid. Brujos, hechiceros y chamanes de la tribu han fracasado. ¡Solo los separan doce horas del médico voluntario más cercano! A pie, claro. Dos pies para dos personas. Y el inmenso amor por el padre.

  Urge andar misteriosos caminos, senderos boscosos. Incluso hasta algún vericueto entraña grandes dificultades. No obstante, Tawy Zó'é lo tiene claro. Y resulta llamativo: nada sabe sobre ciertos ingredientes nominados ARNm, lípidos (4-hidroxibutil), (azanodiil) bis(hexano-6,1-diil) bis(2-hidroldecanoato)…, pero llegó a sus oídos  que miiiles y miiiles y miiiles de blancos y algunos negros hacen cola para tener, al menos, la esperanza de una infección no mortal (quizás el tamtam africano ya use frecuencia internacional). 

Tawy vacuna

  Y como su mundo es el interior de la Naturaleza y en ella vive, no entiende Tawy Zó'é que otros blancos -miles y miles- recurran a los tribunales para no ser inyectados. Tampoco llega a entender las manifestaciones de padres y madres para negarles el pinchazo a sus hijos. Algunos, incluso, los más desaforados, llaman asesinos a quienes ejercen su profesión  sanitaria. (Tawy Zó'é lo reconoce: no tiene estudios.)

tawy padre

  Más: desconoce que en Las Palmas la Policía Nacional investiga el envío masivo de correos electrónicos de antivacunas al Tribunal Superior de Justicia de Canarias. No se enteró de que el Sindicato de Enfermería Satse, en Cádiz, reclamó la presencia policial ante el  acoso e intimidación a una enfermera en el centro de vacunación (andalucía información). Tampoco llegó a leer que “Las sociedades médicas lamentan la falta de actuación contra un movimiento que supone un peligro para la salud pública”(elperiodico.com)

manifestacion contra vacunas las palmas

  Tiene suerte Tawy Zó'é por su desconocimiento de lo anterior: doce horas de camino por la selva como transportista de un cuerpo humano son demoledoras, sobrehumanas. No llegaría, pues, a entender el comportamiento de otros cuyo derecho a la vacunación se encuentra a diez minutos de su vivienda.

eric jenings  Esta es la realidad de cientos de jóvenes nativos brasileños, quizás africanos negros, blancos africanos, blancos americanos y negros... La foto es de Erik Jennings,  neurocirujano y experto en salud indígena, zonas del Amazonas. Sospecho que la consiguió ya casi al final de la caminata, pasadas las doce horas. Dada la dispersión del pueblo zó'é, aislado de la civilización occidental y agrupado en distintas aldeas con no más de dieciocho familias cada una, las minitribus viven también apartadas unas de  otras, quizás sea imprescindible para mantener la supervivencia. 

bolsonaro jesús  Si para el presidente brasileño Bolsonaro las seiscientas mil muertes registradas hasta noviembre (2021) fueron "gripecitas o pequeños resfriados", ¿qué podían hacer el doctor Jennings y su equipo de voluntarios? Pues eso, palpitar emocionalmente con la fotografía del inmenso amor filial: el hijo abandona a todos los suyos -tal vez a sus propios hijos- para cumplir lo natural entre (¿salvajes?) pobladores de la selva amazónica opuesta a la idealizada por nuestro paisano Cairasco de Figueroa para los primitivos habitantes canarios. 

 

  Piernas, espalda, columna… de Tawy Zó’é soportaron noventa y un años, pero solo veinticuatro eran suyos. (¿Qué hubiera hecho un joven europeo?)


* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar
 

NICOLÁS GUERRA AGUIAR

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