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viernes, 19 de abril de 2024 06:30h.

La avanzadilla roja del PP - por Nicolás Guerra Aguiar

   Doña María Australia Navarro es candidata a la presidencia del Gobierno de Canarias por el PP e incluso, como segunda opción, a la vicepresidencia por aquello de los pactos ya apalablablablados tiempo ha con CoATIción, cuando el aspirante señor CClavijo  acudió a la llamada de Madrid.

La avanzadilla roja del PP - por Nicolás Guerra Aguiar *

   Doña María Australia Navarro es candidata a la presidencia del Gobierno de Canarias por el PP e incluso, como segunda opción, a la vicepresidencia por aquello de los pactos ya apalablablablados tiempo ha con CoATIción, cuando el aspirante señor CClavijo  acudió a la llamada de Madrid.

   Mas hete aquí que la entrada en el juego democrático de Podemos y Ciudadanos (pollillos que aturullan y casi esquiozofrenian a los señores Sánchez y Rajoy) podría echar por tierra las tales legítimas apetencias de servicio patrio. Pero como hasta el próximo domingo nada se resolverá, la señora Navarro sigue en el candelabro (¿o será en el candelero?). Por tanto, la foto de su cabeza, apoyada en enhiesto cuello blanco a la manera renacentista, aparece en callejeros carteles que muestran, a la vez, faz y mirada diligente.

   La señora Navarro hace todo lo que está a su alcalce para amarrar bien los machos no vaya a ser que los condicionen otros, aquellos cuya enfermiza obsesión es acabar con el bipartidismo y, por ignorantes, con la secular tradición misma. En palabras del señor Aznar se trata de quienes hoy “son moda pasajera” frente, por ejemplo, a lo que permanece como usanza en aquella España suya por no hacer mudanza en las costumbres: el Estado al servicio de intereses de partido y de personas para inflar cuentas bancarias. Se trata de gente nueva -a los otros los llama ”hijos del chavismo”- que acaso ve la cosa pública como vieron los romanos la res publica: lo que es de uso de todos no se puede privatizar (por ejemplo, dinero del Estado, sanidad, enseñanza...). Porque su privatización, por muy respetuoso que uno pretenda ser con las ideas ajenas, es incluso hasta feo, como feos fueron los flagelantes pensamientos púberes con que Lucifer invadía nuestra angelical pureza las más de las veces metastasiada por el pecado. 

   Y en esta campaña electoral doña María Australia recurre también a lo más sofisticado en composiciones tecnológicas: cambia a medias su imagen facial en anuncios publicitarios que conturban en periódicos digitales. Pero incluso en periódicos de corte republicano y rojillos aparece media faz de la señora candidata unida a otras medias de tres personas. Y se lanza el mensaje de que todo se puede complementar, incluso hasta la mitad craneal. Así, mientras permanece fija en pantalla la mitad del rostro navarroniano  (casualmente, la parte derecha), tres distintas mitades de tres personas se van alternando a su lado hasta la apoteosis total: la conjunción absoluta en un solo rostro, el de la señora Navarro.

   La primera es la de un joven barbado varón (“Me he preparado. Quiero hacer”). Luego,  otras dos medias caras: la de una dama de nigérrimo pelo rizado (“Soy paciente y víctima”) que contrasta con las hebras áureas de la señora candidata. Finalmente, la de un señor perillado (“Tengo un hijo sin trabajo”) que da paso en distensión y serena armonía al rostro completo de la señora. Y finaliza con el mensaje “Yo Soy Tú”. O lo que es lo mismo, doña María Australia está preparada, quiere hacer (como cientos de miles de jóvenes universitarios); es paciente y víctima (como los millones de parados); y, además, tiene un hijo en paro (como cientos de miles de familias españolas).

   Tengo la muy grata impresión de que la señora candidata ha mostrado su rebeldía contra el propio Sistema en ese subliminal mensaje: la sociedad en que vivimos no es tan perfecta como la vienen cantando el señor Rajoy y adláteres, tiene grandes fallos. Exactamente lo mismo que pregonan los adversarios, aunque en el caso de la señora Navarro esta lo dice con más encantamiento poético, acaso más filosofal. No obstante, siempre con arrebato sospechosamente rojillo, la osada señora Navarro.

   Porque aquello de “Yo Soy Tú” es el “somos la misma cosa / tú y yo”, verso del poema “No sé por qué piensas tú” cuyo autor es Nicolás Guillén, poeta cubano indentificado desde 1957 hasta su muerte en 1989 con la Revolución castrista y el Partido Comunista. Amigo, además, de Pablo Neruda, Miguel Hernández, Antonio Machado, León Felipe, César Vallejo, Tristán Tzara..., malditos intelectuales republicanos a quienes conoció en España.

   Pues sí, en efecto. La señora Navarro se distancia del muy respetable lenguaje de su Partido y se identifica plenamente con el poema guillenano, aquel en que el poeta canta la igualdad absoluta entre el soldado -símbolo físico de la represión dictatorial- y él mismo; a fin de cuentas, le dice, “Tú eres pobre, lo soy yo; / soy de abajo, lo eres tú”. Por tanto, no entiende por qué el soldado estima que el poeta lo odia: “No sé por qué piensas tú / soldado que te odio yo”.

   Y la señora candidata -la cien mil veces creadora de cien mil puestos de trabajo para Canarias si alcanzara la presidencia (acaso ya sabía que no)- muestra en su rostro serio la complacencia de la tal identificación. Pero, como en el poema, a la vez manifiesta cierta aflicción porque el soldado no se percata de la igualdad entre ambos: “Me duele que a veces tú / te olvides de quién soy yo, / caramba, si yo soy tú / lo mismo que tú eres yo”.

   Sí, en efecto: la señora Navarro es mujer apasionada con este poema de Nicolás Guillén. Por eso se identifican en su media imagen las mitades de los otros tres rostros. E impacta la señora candidata con su  prestado “Yo Soy Tú”, la igualdad comunista. Me place tal humanización.

* Publicado por gentileza del autor