Buscar
jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Yo sí botaría al señor Cañete… a dónde, no lo sé - por Ana Beltrán

Estos días se ha hablado tanto del señor Cañete, que ya una está un poco saturada. Pero, ¿cómo nos vamos a  callar  ante sus insultantes y vejatorios  comentarios, en este caso, y como todos sabemos, dirigidos a su contrincante femenina?...

Yo sí botaría al señor Cañete… a dónde, no lo sé - por  Ana Beltrán

Estos días se ha hablado tanto del señor Cañete, que ya una está un poco saturada. Pero, ¿cómo nos vamos a  callar  ante sus insultantes y vejatorios  comentarios, en este caso, y como todos sabemos, dirigidos a su contrincante femenina? Y no sólo son de mal gusto, sino  tan  retrógrados que parece que no  hayan sido pronunciados por alguien  que vive en el siglo XXI, más bien que salieran por  boca de un cavernícola. ¿Y es éste el hombre que Rajoy nos presentó como el mejor aspirante posible al Parlamento europeo? Para el Presidente, el «eficiente» exministro es el candidato idóneo, por sus conocimientos  sobre Europa y por su habilidad con las lenguas: bilingüe, trilingüe, cuatrilingüe y demás lingües. Y yo añadiría que también, y sobre todo, por el semblante  Pepero que lo envuelve, el  que  ha  demostrado con creces estos días. Y bien temprano que lo hizo, como diría la sabia seña María,  justo  la mañana  siguiente  al  debate,  y  con la boca bien llena de  lenguas, ésas que tiene  en su haber… 

Lo que en realidad hizo este «caballero», al menospreciar la inteligencia de la señora Valenciano, no fue otra cosa que mostrar su propia torpeza.  Ésa es la pura verdad, aunque él no lo crea. El pobre hombre (esto me hace recordar una frase que  llamó mi atención cuando era pequeña, la cual decía: «Hay niños pobres y pobres niños». Pues eso.) está tan convencido de su triunfo  triunfante,  que  lanza  a los cuatro vientos  lo que le viene a la boca. Porque, no nos engañemos, mujeres todas y hombres de buena voluntad, que supongo son mayoría, a  este Cañete le va la caña.  Y tanto, que tardó días en pedir disculpas. Y como dice un artículo que leí ayer  en  La Casa de mi tía, con el que estoy absolutamente de acuerdo,  al disculparse «lo hizo por lo que dijo, y  no por lo que piensa.» Y eso es lo grave. Supongo que se vio obligado a ello, sus comentarios ofensivos le pueden restar  un buen puñado de votos (hay qué ver  el poder que tienen éstos, que hacen que se le bajen  los humos a los más prepotentes…, aunque sólo sea por unos días).

Y ya que hablamos de pensamientos… La mayoría de los gobernantes Peperos, con sus humos bien elevados, no han dejado de demostrar lo que piensan, de ahí sus leyes retrógradas, algunas  rayanas en la maldad, y a punto de crear  otras  para cerrarnos la boca definitivamente. Que su forma de gobernar no esté bien vista por  la mayoría de los españoles les trae más que al pairo. Tal y como piensan  sienten,  dicen…  y  actúan.