Canarias: farolillo rojo en todo lo bueno y campeona de todo lo malo - por Erasmo Quintana *

Hay una controversia de gente que sabe de estas cosas, sosteniendo que nuestra Comunidad no debe seguir subvencionada por la Unión Europea. Ponen como ejemplo al exconsejero de Economía del Gobierno Canario, José Carlos Mauricio, pues en una entrevista que le hicieron en 2003, afirmó “A los canarios nos ha ido bien un cierto victimismo unido a una fuerte presión en Bruselas, pero el lloriqueo ya no vale (…) Canarias no tiene que ser una región subvencionada por Europa”. Y no le falta razón por varios motivos, de los que entresaco, “¿a quiénes beneficia?”. Hay toda una ingeniería montada para que el grueso de esas ayudas se queden en pocas manos. Si supusiera un incentivo a los pequeños y medianos agricultores, para que nuestros campos produzcan esos alimentos que vienen de fuera con muchísima menos calidad que lo que da nuestra tierra, al menos estaría algo justificada la ayuda. Pero tristemente no es así. Las ayudas millonarias son utilizadas para traer productos de Israel, pongamos por caso, y que en esto es, al parecer, donde está la ganancia.

Las RUP, mecanismo para conseguir millones en ayudas y subvenciones, benefician a quienes menos las necesitan. No sirven para otra cosa que para perpetuar situaciones de escandalosa desigualdad. Actúa dentro de una espiral que lleva a pedir más y más, cerrando un círculo vicioso de victimismo, enriqueciendo a unos pocos y empobreciendo a la inmensa mayoría. El objetivo primordial de los beneficiarios de dichas subvenciones, que están controladas por el Gobierno Canario (aquí durante cuarenta años viene un gobierno y viene otro con distinta vitola, y sorprendámonos, nada cambia, todos están en lo mismo), consiste en el desequilibrio, porque al parecer, eso es la RUP. Mauricio aquí estuvo acertadísimo, pero no sirvió de nada, nuestra Región continúa instalada en el régimen de las subvenciones, y el interés por salir de esa dinámica brilla por su ausencia.

Un consultor francés, Michael Gourion, al que le hicieron una entrevista en 2020, reconoció la “baja formación media del empresariado canario, pero tan negativo o más que eso, es la mala política de subvenciones (sospechaba lo que hemos afirmado, que las ayudas no llegan a quienes más las necesitan). Aquí hay bastante empresario zombi, dice el comentarista, que no genera realmente valor ni suficientes clientes, y sobrevive porque tiene subvenciones.

Esto pareció no gustarle al presidente de la CEOE, José Carlos Francisco, aquello de la Canarias subvencionada, contestando como pudo: “Es posible que esto ocurra durante uno o dos años, pero no es algo sostenible en el tiempo. Nadie nos va a subsidiar eternamente”. Francisco, consejero de Economía y Hacienda con el presidente Manuel Hermoso, empresario aquél, y después Consejero de Sanidad y Consumo en 1999, por lo que debía saber que Canarias es una región estructuralmente subvencionada. Cuatro años antes, un periódico local afirmaba que “los empresarios canarios querían controlar las consejerías del Gobierno más inversoras”. Francisco había sido nombrado Consejero por los propios empresarios, pues incluso él mismo era uno de ellos, para llevar a cabo políticas acordes con sus propios intereses empresariales.

Qué Región más contradictoria la nuestra. Es una potencia en lo turístico, o al menos, de las más importantes de nuestro país. Aquí, por ello, se mueven incontables millones, creando una riqueza que no llega a la sociedad. Esas ganancias vuelan, porque somos una Comunidad donde mayor paro hay en los jóvenes, sin futuro y sin esperanza. Donde el fracaso escolar tiene tintes preocupantes, y los sueldos son los más bajos de todo el país. Donde la asistencia a los mayores dependientes es nula: mueren esperando por la ayuda a la que tienen derecho por ley. En esto también estamos a la cola. Lo dicho, Canarias está a la vanguardia de todo lo malo y es farolillo rojo de todo aquello que es bueno para la ciudadanía.

¿Dónde va, pues, la riqueza que se genera aquí por el turismo? A todo esto se une el desmantelamiento descarado (en ello no se cortan un pelo) de la Sanidad Pública, en beneficio de la Privada. Una Comunidad tan deprimida y pobretona como la nuestra, tiene uno de los puertos de mar más importantes. ¿Cuántos cientos de millones factura al mes?

Es un dato que desconocen los grancanarios. No interesa que se sepa. El mismo pertenece a la cadena de Puertos del Estado y no han querido descentralizarlo, porque así la riqueza que genera va a las Arcas estatales. Aquí lo que queda es una depauperada población donde más pobreza hay y más necesidades sociales padece, a la cola del país en todo lo que más necesitan las personas.

Ya hemos visto cómo técnicos de Clínicas Privadas han ocupado cargos en el Gobierno Canario con cartera de Sanidad. Y no queremos presuponer nada, pero blanca y en botella... Aquí, en esta tierrita, todo está montado con “inteligencia”. Venga el Gobierno con el color que se quiera, sale uno y entra otro, y lo mismo da. El Sistema es el mismo. ¿Cómo es posible que consintamos el hacinamiento de pacientes en los pasillos de los hospitales canarios, un año y otro, sin solución?

En esto parecemos un país tercermundista. ¿Cómo podemos consentir que en una Comunidad rica,  eminentemente turística, no se adecente ese tramo de carretera del Sur, que es la antesala de la Isla (lo primero que el turista ve), con árboles y palmera canaria? Aridez y desolación es la primera visión que nuestros visitantes contemplan. ¿No tenemos políticos en el Cabildo de Gran Canaria o en el Ayuntamiento capitalino, que se arremanguen y hermoseen esa GC-1? El problema consiste en el procedimiento de elección en los partidos, que es la plancha, donde no presentan a gente capaz y resolutiva, que entienda de aquella materia que le van a encomendar.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana