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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

La “ciencia” aberrante (y III) - por Alfredo Apilánez

 

sraffa

Piero Sraffa

alfredo apilanezA medida que la lucha de clases se agudizaba, la mala conciencia y las ruines intenciones de la apologética ocuparon el sitial de la investigación científica sin prejuicios

Carlos Marx

La “ciencia” aberrante (y III) - por Alfredo Apilánez *

LA “CIENCIA” DESHONESTA

 

KARL MARXA medida que la lucha de clases se agudizaba, la mala conciencia y las ruines intenciones de la apologética ocuparon el sitial de la investigación científica sin prejuicios

Carlos Marx

 

producción de mercancías por medio de mercancíaspiero sraffaEn el prefacio de su única pero neurálgica obra, con su concisión y modestia habituales, Sraffa resume el objetivo “indirecto” de su trabajo: “Es, sin embargo, un rasgo peculiar del conjunto de proposiciones ahora publicadas que, aunque no entran en una discusión directa de la teoría marginalista del valor y la distribución, han sido elaboradas para servir de base a una crítica de tal teoría. Si los cimientos se sostienen, la crítica podría ser intentada más tarde, bien por el autor, bien por alguien más joven y mejor equipado para la tarea”. La profecía de Sraffa se böhm-Barwerkcumplió con prontitud. A partir de una digresión,  aparentemente incidental, basada en su creativo concepto de “trabajo fechado”, Sraffa desmontaba de raíz los intentos “heroicos” realizados por los guardianes de la ortodoxia –centrados principalmente en el “periodo de producción”, del teórico de la escuela austriaca Bohm-Bawerk– de evitar la circularidad del concepto de capital en la construcción de la función de producción neoclásica.

La sentencia definitiva llegaba expresada en las “insoportablemente secos” términos del autor: “Las variaciones en la dirección de los movimientos de los precios relativos no pueden ser conciliadas con ninguna noción de capital como una cantidad medible independiente de la distribución”.

luigi pasinettiDel planteamiento de Sraffa se derivaron asimismo dos corolarios, aparentemente abstrusos y poco relevantes -el “retorno de las técnicas” y la “reversión del capital”- que, empero, socavaban las bases mismas de la construcción teórica marginalista. Pasinetti resume las demoledoras consecuencias de tales cargas de profundidad: “El resultado principal de la CAPITAL BENEFICIOdiscusión es el siguiente: no existe, en general, una relación monótona inversa entre la cantidad de capital (en cualquier modo que se lo quiera medir, en términos físicos o en valor) y la tasa de beneficio (…) la idea básica de la teoría tradicional del capital de que las técnicas productivas existentes se pueden sintetizar en una función de la producción, la cual conecta los ‘factores’ capital y trabajo con el producto neto es errónea. Tal función de la producción, a pesar de estar tan difundida en la literatura económica desde hace más de medio siglo, resulta ser una pura ilusión. Simplemente, no existe.”

ALEJANDRO FIORITOEl boquete afectaba a la línea de flotación de la nave al destruir su más íntima coherencia interna. Como refiere el economista argentino y biógrafo de Sraffa, Alejandro Fiorito: “Sabido es que ante la opción de ser sustantiva o ser coherente la teoría marginalista siempre optó por la segunda. De tal forma que las críticas empíricas respecto a sus supuestos fueron rechazadas, en tanto ningún “hecho” destrona a una teoría. Pero ante la crítica teórica interna, las explicaciones del “capital” por parte de los marginalistas, resultaron anuladas”.

MAURICE DOBBLas implicaciones del resultado anterior eran de tal magnitud para la construcción teórica neoclásica que las reacciones de los guardianes del templo, como relata Dobb, a “un debate que, sin duda, algún día llegará a ser memorable”, oscilaron entre la displicente aseveración acerca de la irrelevancia de la crítica y el pánico provocado por la aterrada constatación de la completa destrucción de la majestuosa catedral teórica levantada por los padres fundadores.

PAUL SAMUELSONROBERT SOLOWLas llamadas “controversias de Cambridge” (el inglés, crítico, y el estadounidense, la sede del todopoderoso MIT de Samuelson y Solow, baluarte de la ortodoxia), desarrolladas a lo largo de los años que siguieron a la publicación del texto de Sraffa, mostraron, a pesar de los vehementes intentos de los más señalados popes de la disciplina por mantener el “macizo edificio” incólume, la imposibilidad de sostener la teoría marginalista de la distribución basada en la función de producción neoclásica.

CAMBRIDGEMIT

Universidad de Cambridge UK - MIT, Cambridge, USA

MARK BLAUGEl prestigioso historiador de la economía Mark Blaug marcó el cariz “escapista” de la línea a seguir por el bloque defensor al reconocer, en primera instancia, que el lado crítico del debate “marcó una gran victoria en las controversias de Cambridge” para inmediatamente restar importancia al asunto afirmando la irrelevancia de la crítica al nivel de “la observación empírica”.

PAUL SAMUELSONA pesar de su intento inicial de construir una “función de producción sustitutiva”, para salvar del naufragio el modelo neoclásico, el sumo sacerdote Paul Samuelson se vio obligado asimismo a “arriar el pabellón”: “el fenómeno del retorno de la técnica muestra que la simple fábula narrada por Jevons, Böhm-Bawerk, Wicksell y otros escritores neoclásicos (…) no puede ser válida universalmente…

jevons böhm bawerck wicsell

William Stanley Jevons Eugen von Böhm-Bawerk Knut Wicsel

Resulta que no hay modo ambiguo de caracterizar diversos procesos productivos como “más intensamente capitalistas” (…) si todo esto causa dolores de cabeza (sic) a los curso economía samuelsonnostálgicos de las viejas parábolas de la literatura neoclásica, deberíamos convencernos a nosotros mismos de que los estudiosos no han nacido para vivir una existencia fácil. Deberíamos respetar y valorar los hechos de la vida.”. A pesar de tan lírica exhortación a afrontar las duras consecuencias de “valorar los hechos de la vida”, el ilustre premio Nobel, en ediciones posteriores de su celebérrimo manual, optó por la “existencia fácil” e ignoró vergonzantemente la relevancia de tal reconocimiento.

La conclusión del adlátere Charles Ferguson,  otro de los “cancerberos” de las maltrechas parábolas neoclásicas, adopta el lúgubre patetismo de las exequias funerarias: “La crítica que viene de Cambridge muestra en modo definitivo que puede haber estructuras de producción en las cuales la parábola Clarkiana puede no ser válida… la cuestión crucial y problemática es que los economistas pueden ser incapaces de enunciar alguna proposición concerniente a la relación que intercede entre la producción y los input y output del mercado de concurrencia. Yo pienso que, no obstante todo, ellos pueden enunciar tales proposiciones; pero esto es un acto de fe”.  Pasinetti no da crédito a tamaña apelación “irracionalista” para salvar la teoría racionalista por excelencia: “¡Un acto de fe! ¿Cómo se puede aceptar ésto?”.

Como anota Lazzarini: “En estos términos no podía, de forma realista, existir una sana comunicación entre las dos partes del debate”.

King resume las pedestres estratagemas de la flor y nata de los economistas del prestigioso MIT para “escurrir el bulto” de la falsación de su teoría e ignorar olímpicamente las consecuencias del adverso resultado de la controversia: “los teóricos ortodoxos adoptaron una serie de estrategias defensivas para enfrentarse a la derrota que habían sufrido respecto a la cuestión del capital. La más destacada de estas estrategias fue la de continuar adelante a pesar de todo, o bien afirmando una fe en la persistente relevancia práctica de las parábolas neoclásicas o simplemente ignorando por completo las controversias de Cambridge”

Pasinetti constata desencantadamente la persistencia en “ignorar los resultados anómalos” –lo cual parece impugnar las tesis de los más prominentes (Popper, Kuhn…) filósofos de la ciencia contemporáneos sobre la “falsación” y los cambios de “paradigmas”, remitiéndonos a maniobras de “extirpación” del mal más propias de los procedimientos inquisitoriales- por parte de los sedicentes representantes de la ciencia rigurosa: “Los “neoricardianos” fueron pues tranquilamente ignorados. Los economistas de la escuela neoclásica han dado al problema del “retorno de las técnicas” la apariencia de una especie de obsesión, induciendo a la teoría dominante a no hablar más al respecto. Las revistas de economía desechan sistemáticamente como ‘no publicables’ los artículos que hablan del reswitching. Por otra parte, la función agregada de producción aparece en los textos de macroeconomía sin el más mínimo recuerdo de su incoherencia lógica. Los mismos autores que dos decenios atrás afirmaban que la función neoclásica de producción debía ser abandonada, ahora la usan corrientemente. El típico estudiante de economía, que ha entrado en la universidad a partir de los años ochenta y en adelante, no habrá sentido hablar nunca de la dificultad debida al reswitching, ni respecto a los problemas insolubles de la teoría neoclásica del capital. Es como si el debate sobre las cuestiones de la técnica no hubiese sido descubierto. Un fenómeno de este tipo únicamente puede explicarse con el término más apropiado de ‘represión’”.

ROLANDO ASTARITAComo afirma Astarita, resulta irrebatible que la única área importante de las ciencias humanas o naturales que continúa siendo hegemónica en los departamentos universitarios de medio mundo a pesar de la refutación de sus principales fundamentos teóricos es la teoría económica neoclásica: “La no asimilación de la crítica de Cambridge a la economía mainstream es probablemente la muestra más cabal del determinante papel de la ideología en el conocimiento científico”.

La conclusión optimista de Dobb -una suerte de eppur si muove galileano-no resultó pues certera: “se puede decir que la discusión de la década de los 60 fue, en forma manifiesta, un punto de inflexión. Aunque sólo fuera porque se ha sacudido lo que había sido ampliamente aceptado como una ortodoxia de los libros de texto y se ha revivido una tradición más antigua, descartada, ya nada puede ser de nuevo lo que antes fue”.

Sraffa no participó en el debate ni publicó nada más después de su única obra. Uno puede sólo conjeturar el secreto aunque agridulce gozo –cuentan los que le frecuentaron en aquellos años que su talante ganó en calidez a partir de la publicación de su libro- que le produciría contemplar los vergonzantes subterfugios manejados por sus contumaces adversarios teóricos ante la imposibilidad de evadirse de las demoledoras consecuencias que se derivaban de sus “modestas” contribuciones.

Quizás también le hiciera esbozar una irónica sonrisa la “justicia poética” contenida en la exhibición de flagrante deshonestidad mostrada por la “ciencia” económica después de que las “controversias del capital” desvelaran su “talón de Aquiles”: la afirmación perentoria de la perfecta simetría entre los propietarios de los medios de producción y los que sirven estudiante economíaúnicamente a su acrecentamiento. Y es que él, mejor que nadie, comprendía la causa última de la radical transformación de la vieja ciencia “sensible y coherente” de la época clásica en una disciplina “aberrante”: la enorme distorsión provocada por la necesidad ideológica de ocultar los procesos que se desarrollan en la sala de máquinas de la generación de riqueza social y la consiguiente renuncia a admitir como legítima la pregunta “maldita” que expresa el conflicto insoluble en la sociedad productora de mercancías.

Primera y segunda partes del artículo::

http://www.lacasademitia.es/articulo/firmas/ciencia-aberrante-i-%C2%A0alfredo%C2%A0-apilanez/20170809080559070448.html

http://www.lacasademitia.es/articulo/firmas/ciencia-aberrante-ii-alfredo-apilanez/20170813050259070553.html

* En La casa de mi tía por gentileza de Alfredo Apilánez

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Blog del autor: https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2017/07/31/la-ciencia-aberrante/

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