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viernes, 19 de abril de 2024 00:09h.

La ciudad de las aceras rotas - por Antonio Cabrera de León

 

frase cabrera

 

La ciudad de las aceras rotas - por Antonio Cabrera de León *

Tiempo atrás había sido una ciudad digna de ser vivida. La gente tenía un trabajo que le permitía vivir sin que apreciaran bolsas de pobreza extrema. El transporte, las aceras, el alumbrado, los colegios, centros sanitarios, residencias de viejos, guarderías, recogida de basuras, etc. eran servicios públicos de buena calidad desde los distritos ricos hasta de trabajadores modestos. Sus habitantes solían comprar en las tiendas del barrio, había comercios florecientes en todos ellos, no faltaban mercadillos de agricultores, ni restaurantes, cines, bibliotecas o ateneos ¿Cuándo se jodió todo aquello?

Muchos señalaban el día en que llegó un predicador foráneo y pronunció un discurso, subido a un banco del parque, explicando que la ciudad era insostenible. Esta palabra era desconocida hasta entonces y cayó como una piedra en el estanque. Su onda se propagó, los ricos dijeron que no querían pagar impuestos y que el ayuntamiento tenía dejar de prestar servicios públicos para que cada uno pagara lo que usara. Como privatizar los servicios sonaba mal, inventaron una segunda palabra: externalizar.

Poco tiempo después, el ayuntamiento sólo tenía dos servicios públicos: la policía y el chófer del alcalde. Las empresas de los residentes en barrios ricos resultaron adjudicatarias de las “externalizaciones”. Se abrieron grandes centros comerciales y cerraron comercios de barrio. Las guarderías, escuelas y las residencias se deterioraron. Los centros privados surgieron como mala yerba. Las guaguas apenas llegaban más lejos del centro urbano. Era notorio al primer golpe de vista que las losetas de las aceras estaban rotas y sueltas, dando a los barrios populares un aspecto destartalado. La gente se caía, sufría fracturas, no había hospitales para ellos y perecía en la acera.

Pasados unos años, un viejo consiguió escapar de una residencia en un descuido de los vigilantes. Le costó encontrar el parque porque ya casi no era más que un muladar. No había bancos, pero se subió a una piedra y comenzó a hablar. La gente que pasaba se fue acumulando en torno a él. Les habló de que la ciudad había tenido un hermoso pasado y de que el lenguaje era el arma más letal jamás inventada. Les explicó que ellos eran tan jóvenes que no sabían que sostenibilidad y externalización eran dos bombas más potentes que las de Hiroshima y Nagasaki. Les contó que los viejos estaban encerrados en residencias para que no pudieran hablar con los jóvenes. El plan consistía en que éstos creyeran que sólo había presente y no se enteraran de que había habido un pasado digno.

Las palabras del viejo trajeron la memoria. La gente cambió al alcalde. El ayuntamiento fue recuperando servicios. Los dueños de lo externalizado crearon un partido, COZ, para negarse a cualquier mejora para los trabajadores. Para recuperar las aceras el pleno municipal acordó crear el impuesto municipal de vías (IMV). COZ se opuso, pero el IMV se aprobó. Las losetas se repararon. Los hospitales volvieron a ser públicos y a tener médicos y enfermeras. La gente dejó de morir en la acera.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Antonio Cabrera de León

ANTONIO CABRERA DE LEÓN RESEÑA

MANCHETA 21