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sábado, 20 de abril de 2024 11:34h.

Conciencias tranquilas - por Nicolás Guerra Aguiar


"Había dejado para el domingo la revisión de un artículo escrito y que ahora cambio, costumbre aquella a la que me debo desde siempre: escribo, y el texto queda en reserva hasta el día siguiente, cuando lo retomo para pulir, precisar, corregir e, incluso, borrar, pues el paso de horas veinticuatro es un tiempo prudente. Pero hoy es obligatoriamente reestructurable, toda vez que acabo de leer en El Mundo (domingo) uno firmado por don Manuel Jabois que titula de forma  parecida: La conciencia tranquila..."

Conciencias tranquilas - por Nicolás Guerra Aguiar

  Había dejado para el domingo la revisión de un artículo escrito y que ahora cambio, costumbre aquella a la que me debo desde siempre: escribo, y el texto queda en reserva hasta el día siguiente, cuando lo retomo para pulir, precisar, corregir e, incluso, borrar, pues el paso de horas veinticuatro es un tiempo prudente. Pero hoy es obligatoriamente reestructurable, toda vez que acabo de leer en El Mundo (domingo) uno firmado por don Manuel Jabois que titula de forma  parecida: La conciencia tranquila.

  Se trata de un texto ordenado, acertado en sus considerandos, irónico, inteligente en exposición y conclusión. Tras su lectura recompongo el mío, ya no solo por las razones arriba expuestas sino porque finaliza también de una forma parecida. Apostilla el periodista que el señor presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo «puede tener la conciencia tranquila para una rueda de prensa, pero quizás no para conservar el cargo» en cuanto que cuando se es un responsable público las cosas hay que explicarlas –cenas, hoteles- con pelos y señales o se marcha uno para casa «a leer novelones de Dan Brown».

  Algo parecida, digo, fue mi conclusión –insisto en que lo escribí el sábado- aunque no cito al novelista norteamericano, pues de él solo he leído El código Da Vinci. Yo le planteaba al señor presidente que quizás por sentido estético debía presentar su renuncia o cese, toda vez que nada había aclarado sobre quién lo acompañaba a tales oficiales retiros costeros. Con la agravante de que algo no se estaba haciendo bien, pues inmediatamente fue decisión unánime del Consejo la transparencia en los gastos. Y como en mi artículo anterior sobre el mismo tema, mostraba mi perplejidad y anonadamiento ante el pretendido linchamiento al señor vocal denunciante.

 Recurre el señor presidente a la construcción Tengo mi conciencia tranquila ante la denuncia ya archivada, aunque entre la forma verbal y el adjetivo posesivo su señoría colocó el adverbio absolutamente, sufijo –mente que significa ‘de manera’, Y en aquella frase, por tanto, dijo Tengo de manera absoluta mi conciencia tranquila, o lo que es lo mismo, en las acepciones 2 y 3, tuvo ‘conocimiento interior del bien y del mal’ o ‘conocimiento reflexivo de las cosas’, respectivamente.

  Así,  mientras no se demuestre lo contrario, debe ser tan respetable la conciencia del señor presidente como la del supuesto asesino sevillano señor Riquelme («yo tengo mi conciencia muy tranquila, no he matado a nadie»). El señor exconcejal de Hacienda de San Bartolomé (Lanzarote) insiste en lo mismo, con todo su derecho: «Tengo mi conciencia muy tranquila y muy limpia» (operación Montecarlo). Lo mismo le sucede al señor Cámara, alcalde de Murcia («tengo la conciencia tranquila») tras su imputación en una trama de corruptelas. Y así, incluso hasta se internacionaliza: señor exsubsecretario del Interior chileno («tengo la conciencia muy tranquila»), tras la acusación por no haber cumplido con su responsabilidad ante el tsunami de 2010.

  Este grupo de palabras, pues, podría ser considerado ya como una frase hecha dada la frecuencia con que se utiliza –eso sí, con todo el derecho por parte del sospechoso, que es inocente hasta que se demuestre lo contrario-. Pero resulta tan manida, tan repetitiva, tan reiterativa que ya ha dejado de significar, al menos ante lectores u oyentes de las noticias. Más: muchos personajes de conciencias tranquilas duermen hoy a la sombra no como sospechosos, sino como condenados con rigurosas pruebas y sin lugar a dudas, lo cual significa, de todas todas, que sus conciencias eran excesivamente laxas o, simplemente, que habían dejado de limpiarse desde tiempo atrás, o ambas dos razones a la vez.

  Porque puede suceder y sucede que dos mortales, ante una misma situación, tengan medidas distintas sobre lo que es la conciencia o ‘conocimiento interior del bien y del mal’. Hay tantas malas costumbres, vicios tan arraigados en la Administración, inmoralidades tan asentadas, que ordenar la instalación de una ducha con hidromasaje en un despacho oficial puede ser algo normal para quien la encarga, tal es la laxitud o relajamiento de una conciencia deshonesta para mí, por ejemplo. Hay conciencias tan consecuentes que en épocas de crisis rebajan su sueldo a 641 € (alcalde de Garafía) mientras sus señorías reducirán un 15%, algunas sobre nóminas de 5.000 (es decir, cobrarán 4.250 €). Y hay otras tan sideralmente amplias que ven como normal la concesión de tres subvenciones (51.000 €) al demandante, a la vez miembro del partido político que las concede y consejero del Gobierno de Canarias, juntos de mancomún.

  Sin embargo, la mía anda medio desestabilizada, angelito de Dios. No sé si por impulcritud o perplejantes comportamientos ajenos,  pues dos políticos en activo se hacen los longuis cuando nos tropezamos por las mañanas: uno, norteño a quien dediqué un artículo laudatorio por su riguroso trabajo (2007). El otro, un ex IU, efusivo y cordial en aquellos tiempos. -¿Qué haces, oh mortal, me pregunta ella, para que miren a lontananza?-. Analizo, vive Dios, y si algún delito cometí fue comentar sobre actuaciones políticas que, como tales, son públicas. (Doña PPepa, por el contrario, mi musa durante cuatro años, me da la mano –tampoco somos íntimos, no hay que pasarse con relajos- cuando coincidimos en actos no ppolíticos. Qué cosas. Eso me limpia, me conciencia. Lo otro me apena.)

También publicado en:

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/14397

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=263930