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viernes, 29 de marzo de 2024 10:20h.

Coronavirus, responsabilidad cívica y aulas - por Nicolás Guerra Aguiar

 

FRASE GUERRA

 

Coronavirus, responsabilidad cívica y aulas - por Nicolás Guerra Aguiar


 El tipo ronda los setenta años. Gesticula y no para mientras habla con alguien en medio de la acera. Va con dos niños, de siete u ocho años uno y en torno a los seis el otro, testigos mudos de improperios, maldiciones, imprecaciones... y transgresiones a elementales normas para combatir el (la) coronavirus: son las nueve y media de la mañana. 

Su interlocutor debió de haberle comentado algo sobre el momento, pues cuando pasé cerca vociferaba contra todas las instituciones relacionadas con el estado de alarma: “...y a ver cuándo estos cabrones hijos de puta nos devuelven la libertad”, concluyó tal magistral docencia ante el manifiesto hieratismo de los nietos... no sé si anonadados o, acaso, pletóricos con el abuelete, aguerrido Çid Campeador. Este reclama la “devolución” de elementales derechos constitucionales… como si el Gobierno y el Congreso de los Diputados hubieran caído en manos de golpistas o contubernios judeomasónicos – comunistas - bolivarianos. Y por tal sinrazón se manifiesta con sus nietos desde las ocho y media de la mañana. Patriota.

Machangadas aparte, la conjunción gubernamental perdió tiempos preciosos desde febrero, reaccionó muy tarde. Pachorras, iniciales tumbos, acaso limitadas aptitudes, tal vez comportamientos cercanos a la chulería española (o quizás la combinación de todo) nos llevaron a la situación arrastrada desde meses atrás. Y tras su descubrimiento, el caos: la Sanidad española (“de las mejores del mundo”, presumían unos y otros) no estaba preparada para enfrentarse a un virus tan extraño… pero ya activo en China desde noviembre. No se presentó, pues, en horas veinticuatro. 

Las UCI se desbordaron y las urgencias chocaron de frente con la desnuda realidad: casi no había mascarillas, masbaratillas, básicos equipos aislantes (para médicos, enfermeros, fuerzas de seguridad,,,), elementales pruebas iniciales, técnicas científicas del PCR, especiales equipos de respiración asistida… Intensísimos reforzamientos de la línea cero fueron desconocidos desde las primeras sospechas. 

Cundió el caos, anárquico y desconcertante pues, desde tiempos atrás, la Sanidad española había acelerado privatizaciones en detrimento de la institución pública y, a la par, con notorio perjuicio a miles y miles de personas. Entre ellas, acaso consecuencia directa de inestabilidades administrativas, los cuarenta y siete mil sanitarios de zona de combate contagiados o infectados. 

Valga otro ejemplo. El 24 de agosto de 2019 publiqué en CANARIAS7, infonortedigital, lacasademitia y teldeactualidad  un artículo (“Tres maneras de ver la política”) del cual entresaco el siguiente párrafo: “En efecto, el nuevo consejero quiso revolucionar el sistema: pretendió recortar (7%) el presupuesto de Sanidad; determinados tratamientos médicos debían pagar impuestos; potenciaría la privatización de la atención sanitaria y el diez por ciento de los centros públicos para  que fueran sociedades anónimas”. 

fernández lasquetty¿Quién es el sujeto de tal salvaje programación echada abajo por los tribunales? Se trata del señor Fernández Lasquetty, exconsejero madrileño de  Inmigración - Cooperación (tres años) y Sanidad (2010 – 2014). El mismo que acusó a un componente de Marea Blanca de atentar contra él (2013). Pero las cámaras de seguridad demostraron la falsedad de tal denuncia: se vio obligado a dimitir como consejero de Sanidad. (Por cierto: desde 2019 lo es de  Hacienda y Función Pública de Madrid. La PPatria no abandona a su gente.)  

Tras el paréntesis aclaratorio vuelvo al educador abuelete, ejemplar modelo para sus nietos si no fuera, a la vez, disparatada conjunción de irracionalidades, desprecios y obnubilaciones mentales ajenos a la posibilidad de discurrir el entendimiento. Aunque, bien mirado, si no hay entendimiento (capacidad para comparar, juzgar, deducir) poco espacio tenemos para pensamientos y reflexiones. Ya lo apuntó, siglos atrás, el proverbio latino: «Quod natura non dat, Salmantica non præstat>> (‘Lo que la Naturaleza no da, [la Universidad de] Salamanca no lo garantiza [otorga]’). 

formación del espíritu nacional Pero ya no se trata de una simple anécdota: el abuelito que llama “cabrones hijos de puta” a los gobernantes desprecia a la inmensa mayoría de ciudadanos conscientes de la excepcional situación y, con responsabilidad, acatan las disposiciones  dictadas. Y aunque no lo justifico, entiendo al libertador: a fin de cuentas fue víctima de una mentalidad cuya impronta permanece desde la tiernita infancia. Refleja carencias educacionales, el fracaso del aula: tuvo como asignatura obligatoria la (de-)Formación del Espíritu Nacional, pero no Educación Cívica, Educación para la Convivencia o Concienciación Ciudadana.

Por tanto, hay españoles legítimamente interesados en aclarar actuaciones de la Administración (han presentado denuncias). Pero en algunos la obcecación habría sido la misma si desde enero el Gobierno nacional -como era su obligación- se hubiera dedicado a rigurosos estudios y aprovisionamientos ante una epidemia prevista a pesar de su empeño en restarle importancia (“Estamos preparados”, alardeaban).    

Esta realidad, pues, permite una conclusión: las aulas, desde las iniciales etapas, deben formar al alumnado en responsabilidades hacia el conjunto de la sociedad. Son los cauces indispensables para mostrarles, por ejemplo, las actuales limitaciones a la libertad en cuanto que tal merma no implica coacciones ni dictaduras sino, muy al contrario, beneficios para la inmensa mayoría. 

Así, que la policía multe a decenas de jóvenes (algunos, reincidentes) por asistir a macrobotellones en Granada o desaloje cuatrocientas fiestas en casas y cien botellones este fin de semana en Madrid reflejan la urgencia vital de Educación para la Convivencia, el imperdonable desprecio de miles de puretas… y la indiferencia de miles de padres.

copas confinamiento

También resulta anormal que el pasado sábado (7:15 h) grupos inconexos de tres, cuatro o cinco jóvenes – jóvenas caminaran relajadamente por una calle capitalina (algunos, pletóricos de sospechosas ondas sonoras y danzarines desarretos). Los grupitos no llegaban, precisamente, de caseros recogimientos. Más bien parecían salidos de catacumbas o grutas donde se adora a las Cárites,  diosas griegas de alegrías,  regocijos, bellezas,  bailes, fiestas... y las bendiciones de Baco. 

Sorprendían ante la indiferencia a las prohibiciones, como si este sábado hubiera sido uno más de los anteriores al COVID-19 (covid-19) iluminados por legítimas alegrías y jolgorios… en tiempos normales.  

¿Multas? No. Pero sí trabajos para personas afectadas por impactos económicos y, dentro de las aulas, obligatoria educación en ideales de solidaridad humana, medioambiente...






 

 

MANCHETA 21