Esa droga... - por Ramón Armando León Rodríguez

“la heroína me alejó del resto del mundo. Mis padres me echaron. Ni mis amigos ni mis hermanos querían verme más". Esto me habia contado el hijo de un amigo.

Y hoy mientras estaba sentado en un banco en la Avenida Mesa y López, frente a El Corte Inglés, observé cómo un hombre, relativamente joven pero que, por su aspecto, se veía que estaba deteriorado por la droga, discutía con una vendedora de cupones de la ONCE.

El hombre le había pedido que le pagara el reintegro de un cupón, pero la expendedora le decía que el boleto ya estaba pagado. El otro alegaba que no podía estar pagado porque él era el portador del número que había sido agraciado con el reintegro. Por lo visto este indigente aprovechaba que la vendedora estaba distraída para coger los números ya pagados de la papelera donde la vendedora los tira una vez pagados.

La ONCE se va a enterar de esto, gritaba el indigente, pero la mujer no se inmutaba y seguía en sus asuntos como si la cosa no fuera con ella. Él volvía una y otra vez a la carga repitiendo lo mismo, la ONCE se va a enterar, esto no se va a quedar así. Después de largo rato se dio por vencido y abandonó el lugar refunfuñando.

Está claro que la droga convierte a la persona en un despojo humano. La droga hace que pierdas la dignidad, la vergüenza y la capacidad para pensar, o mejor dicho, solo tienes capacidad para pensar en la droga y en las artimañas para conseguirla.

Me dio pena de este hombre, porque en el fondo es un enfermo que busca su “medicamento” (la droga) para paliar “el mono”, como le llaman los que se drogan, a la falta de esa sustancia, tan nociva, en su cuerpos a sabiendas de que les está matando.

…¿O no?

* Del muro en FACEBOOK  de Ramón Armando León Rodríguez