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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Tú eres el único responsable de tu éxito o de tu fracaso, pusilánime de mierda - pòr Alejandro Floría Cortés

alejandro floría cortésVuelve con fuerza el rollito del coaching y la autoayuda. Los peores momentos de la crisis, acaso los de más difícil contención y manipulación mediática, trajeron un (aparente) respiro en la difusión y promoción de esta hedionda app basada en la "tecnología del yo". Sin embargo, no ha dejado de haber desahucios, ni suicidios por motivos económicos, ni emigración por motivos laborales, ni muertes por desatención sanitaria y social, mientras que los tratamientos por ansiedad y depresión se disparan...

Tú eres el único responsable de tu éxito o de tu fracaso, pusilánime de mierda - pòr Alejandro Floría Cortés *

Vuelve con fuerza el rollito del coaching y la autoayuda. Los peores momentos de la crisis, acaso los de más difícil contención y manipulación mediática, trajeron un (aparente) respiro en la difusión y promoción de esta hedionda app basada en la "tecnología del yo". Sin embargo, no ha dejado de haber desahucios, ni suicidios por motivos económicos, ni emigración por motivos laborales, ni muertes por desatención sanitaria y social, mientras que los tratamientos por ansiedad y depresión se disparan...

Los números de la vergüenza no son menores hoy, ni han descendido, pero los "miedos de masas" han conseguido convencer a la acrítica opinión pública de que lo peor ya ha pasado (nada más lejos de la realidad), mientras las "fuerzas" "emergentes" "de izquierda" tienen a una parte nada desdeñable de la población esperando, sin organizarse ni luchar (“Que la tierra te sea leve, 15M”).

Y en este enésimo espejismo repunta la oferta de gurús, charlatanes y brokers vigoréxicos que te revelan con sonrisa perfecta y dedo acusador: "Tú eres el único responsable de tu éxito o de tu fracaso, pusilánime de mierda".

Hace unas semanas me mostraron un vídeo de uno de estos individuos, cuyo nombre no citaré para evitarle otra mención en Google. Marcado acento catalán, simpático, dinámico, gesticulador: una mezcla del difunto Eugenio, de Gerard Piqué, de Artur Mas y de Chiquito de La Calzada en plena diarrea verbal...

El alquimista va y se descuelga con el santo grial de la gestión de recursos humanos, con el quinto elemento de nuestra naturaleza, con el engranaje oculto de cualquier proceso de negocio exitoso:


"Nuestro valor como personas y profesionales viene determinado por la siguiente fórmula: (Capacidad+Conocimientos) x Actitud"


Tócate los cojones. Semejante barbaridad genera en mí un efecto contrario al de la zombificada y autocomplaciente audiencia de este telepredicador quien, con su pegadiza formulita, se pasa por el arco del triunfo todo el legado de la Psicología, la Sociología, la Antropología, la Filosofía y, en definitiva, todas esas Humanidades que la sórdida derecha hace por silenciar con sus políticas, dado que aún resulta impopular quemar libros o bibliotecas.

La actitud no es una constante positiva sino una variable multidimensional condicionada por factores internos y externos, tanto para los individuos como para los colectivos. Para el negocio de este cretino se precisan, no obstante, individualidades deseosas de recibir en la espalda la palmadita de la mano invisible de Adam Smith. Individualidades poco reflexivas que carguen absolutamente con todas las responsabilidades en su multiplicador Actitud. Y que por supuesto puedan pagar al adquisición de“Conocimientos” (factor que en su suma con la Capacidad, asegura este individuo, es poco relevante frente al de la Actitud).

No importa, entonces, que las condiciones para los autónomos en este país sean esperpénticas, lo pueden superar con Actitud; no importa que su jefe no tenga formación, experiencia o capacidad de organización, usted puede compensar todo eso con su Actitud; se cuenta con que haga horas extras no pagadas para beneficio de los shareholders, es una cuestión de Actitud; cuestionar, dudar, replantear y criticar (lo constructivo para unos es destructivo para otros) puede no ser una Buena Actitud; como ya escuché en una ocasión, de hecho, “si los de recursos humanos le dan una patada a una piedra, pueden salir de debajo decenas de personas con mucha mejor Actitud que la suya”.

Este Isaac Newton de la Actitud va dos pasos más allá, identificando, primero, “su fórmula” con el “ROI del empleado” (el retorno sobre la inversión (RSI o ROI, por las siglas en inglés de return on investment) es una razón financiera que compara el beneficio o la utilidad obtenida en relación a la inversión realizada, es decir, «representa una herramienta para analizar el rendimiento que la empresa tiene desde el punto de vista financiero»), y no ocultando, después, su desprecio por ¿qué exactamente?, ¿¿la sociedad??:

Nadie vive en una burbuja – dice el fulano -. Todos estamos en una sociedad que nos transmite mensajes e ideales. Unas personas se dejan influir mas y otras menos. Yo no apuesto por ir contra la sociedad, coger una tienda de campaña, un cartel de “no a la guerra”, otro de “0,7%” y plantarnos en un parque. No. Lo que propongo es que no se deje arrastrar por la sociedad o el entorno. Que usted decida cuál es su ideal, que puede estar perfectamente dentro de los marcos de nuestra sociedad, y definir el autoideal es tener claros los objetivos tanto personales como profesionales.”

De esta manera, la pedagogía del sistema queda inequívocamente retratada aquí, resultando difícil distinguir si asistimos a la expresión de un delirio o de una convicción. Convirtiéndose en “empresario de sí mismo”, el individuo se revienta a sí mismo, literalmente y con pleno convencimiento. Escribe Byung-Chul Han en “La sociedad del cansancio”: La sociedad de trabajo y rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones. La dialéctica del amo y el esclavo no conduce finalmente a aquella sociedad en la que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una sociedad del trabajo, en la que el amo mismo se ha convertido en esclavo del trabajo. En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados. Y lo particular de este último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctima y verdugo, a la vez. Así, uno se explota a sí mismo, haciendo posible la explotación sin dominio.”

Escribo estas líneas aceptando que me mueve la indignación de ver a antiguos compañeros y compañeras, a familiares y amigos en precarias situaciones laborales y de salud como consecuencia, qué paradoja, de su encomiable Actitud para con su empresa y todos los tentáculos del sistema. Y me pregunto si no serán bien ciertas esas palabras de Keith Farnish que aseguran que “estamos dispuestos a morir con tal de vivir una vida que nos está matando”. Algo que sólo es explicable en el miedo a la pérdida, a la carencia y a la exclusión, y que como elemento estructural no visible del sistema me resulta profundamente despreciable, pues la aceptación del sistema es forzosa en este sentido mientras no se salga del mismo.

Debemos atender y desarrollar pedagogías para la emancipación de los individuos y para la construcción y el fortalecimiento de los colectivos y de las relaciones entre los mismos; y negar, rebatir y tumbar los dogmas neoliberales, en cualquier oportunidad que se nos presente, con la misma naturalidad con la que propondríamos u opinaríamos responsable y consecuentemente sobre cualquier otra cosa. Por separado, somos mucho más que una ecuación; juntos somos todo lo que queramos ser.

Con una actitud cooperativa, combativa, solidaria, creativa, inquebrantable, igualitaria, libre y compasiva. Nada más y nada menos.

* En La casa de mi tía por gentileza de Alejandro Floría Cortés