España: cambio de paradigma. Algo se mueve - por Erasmo Quintana * 

En estos últimos tiempos he seguido con mucho interés los cambios que se vienen produciendo en todas las esferas que dibujan este país nuestro. Lo que sucede de modo transversal en todos los estamentos: político, económico, religioso, dan prueba fehaciente de un cambio, pues hay quienes, desde su influyente posición, de las cosas importantes hacen todo lo contrario, o de lo que se puede tranquilamente prescindir. Hay un hilo conductor que culebreando lo va cambiando todo.

Nuestro país merece un estudio pormenorizado sobre su carácter tan especial y único, ese que permite, cuarenta años después del fin de la dictadura franquista se siga manteniendo el mausoleo del genocida Francisco Franco -sus manos manchadas de sangre- en el Valle de los Caídos junto a sus compatriotas, a los que persiguió y mandó matar por el simple hecho de ser demócratas. No se puede entender desde una mente sana y equilibrada que un dictador fascista, enemigo visceral de la democracia, que luchó desde su levantamiento militar para eliminar todo lo que supusiera libertad, le sigan rindiendo honores y le canten sus nostálgicos canciones que ensalzan aquel oscuro tiempo de represión.

Paradoja a la que contribuye el Estado actual, incluyendo en sus Presupuestos partidas importantes de dinero para el realce de aquella vergüenza que cobija, junto a miles de compatriotas anónimos que murieron allí trabajando como esclavos, y a los que asesinó ejecutados en cunetas y paredones de cementerios, acompañando los restos de quien les arrebató la vida -el dictador Franco-, todo para mayor escarnio de este sistema que llaman democrático. Ahora se sabe que hay opacidad en las fundaciones franquistas: Fundación Francisco Franco; Fundación Queipo de Llano; Serrano Suñer; Blas Piñar. Algunas reconvertidas en “pro-infancia”, por ejemplo, cuando se ha descubierto que no tienen actividad conocida. Picaresca española que les permite ir mamando de las asignaciones estatales. Así, hay un miserable torturador al que le pagan por cada una de las cuatro medallas ganadas en las tenebrosas mazmorras de la dictadura, que añade a su pensión, y todavía nada se ha hecho para corregir tan grave y aberrante despropósito. Las izquierdas, con su cobarde abstención, serán las culpables de que irrumpa en el país con fuerza la extrema derecha. Esos cavernícolas franquistas de VOX exigen en Andalucía al PP y Cs eliminar las ayudas a mujeres maltratadas. Se retratan. El cambio lo vemos en cómo se mueve todo para que el fenómeno se produzca. Siempre se ha visto que cuando la progresía se queda en casa y no va a votar, las derechas ganan. Luego vienen las lamentaciones. Así que para esa extrema derecha que se nos echa encima, guirnaldas y festones.

Alguien que parece lo está deseando es el estamento eclesial. Algunos de sus purpurados siguen con la matraca antiabortista y contra la homosexualidad, que vituperan porque es algo que se puede “curar” con un buen tratamiento médico. Pero esto no es de ahora, viene de muy lejos, sobre todo lo de amasar fortuna. Ya lo dijo Goethe en su “Viaje a Italia”, Terni, 27 octubre 1786: “Cuando me acerco al punto central del catolicismo, rodeado de católicos, encerrado en una celda en compañía de un clérigo, tratando, en el sentido más puro, de conservar identificándomelos, la Naturaleza en su verdad, el Arte en su nobleza, ocúrreseme percibir clarísimo en el alma que todo rastro del Cristianismo se ha extinguido ya. (…) He pensado sacar de nuevo a la luz el Judío Errante, que ha sido testigo de tan extraños desenvolvimientos y que vio un estado de cosas tan singular que el mismo Cristo, cuando vuelva al mundo a examinar los frutos de su doctrina, corre el riesgo de ser crucificado segunda vez.”

La Iglesia Católica, como todo estamento cardinal del Estado español, no discurre por la senda de la más humana y desprendida conducta pensando en los más vulnerables, aquellos que más necesitados están de todo. Cada cual va a lo suyo personal más inmediato. Ande yo caliente...    

 *  La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana