La España de Franco: una gran puerta giratoria - por Erasmo Quintana *

¿Quién ha dicho que Franco ha muerto? En este desdichado país habría que decir que, en efecto, se ha enterrado dos veces y que físicamente ya no está entre nosotros, pero nos quedó por un tiempo que no sabemos, su ideología nazifascista y su fantasmagórica enana figura. Decíamos en la entrega anterior que el golpe de Estado fascista de 1936 fue gracias a la ayuda multimillonaria del contrabandista mallorquín, Juan March, tanto, que el golpe militar sin su ayuda no hubiera sido posible. A esto se añadirá la “buena estrella” que le acompañó siempre al golpista, lo fue su éxito. El levantamiento que se tramaba no lo veía que pudiera triunfar. Cuando se carteaba con los generales Mola, Sanjurjo o Goded, terminaba con un “¡Viva la República! temiendo que lo descubrieran y confinaran en Fuerteventura, esta vez sin el cargo de Capitán General.

Para el Régimen, todo el que no era franquista o falangista era masón. Los que sufrieron exterminio, y cuantos con más suerte se exiliaron, eran comunistas y/o masones. Mientras, los políticos de la égida de Franco  entraron todos en “puertas giratorias” de las cincuenta grandes empresas de España, quedando claro que aquéllos fueron los que inauguraron este tipo de “puertas” una vez finalizada la contienda en 1939. Fue la consuetudinaria función del franquismo. Las “puertas giratorias” son consideradas delito en países como Francia, Japón o Canadá; en otras son reguladas por leyes específicas. En España tenemos la Ley de Incompatibilidades, pero no es suficiente para evitar una costumbre anclada en el franquismo. Todo político que puede lo sigue haciendo. El ejemplo es Felipe González y José María Aznar. Cristóbal Martínez-Bordiú, explotó bien su cercano parentesco del dictador, pues supo compatibilizar treinta puestos en distintos consejos de administración de empresas públicas y privadas; presidió o fue consejero de diecisiete empresas, cuyos capitales escriturados en 1975 superaban los cuatro mil millones de pesetas.

Cristóbal Martínez-Bordiú, Marqués de Villaverde: El verdadero muñidor de la fortuna de los Franco

Los Franco manejan un patrimonio millonario en una red de empresas

A través de ellas compartió sus intereses con los banqueros Aguirre González, Fierro, Ignacio Coca, los hijos de Juan March, Barreiro, Solís o Ernesto Koplowitz. Martínez-Bordiú sacó una importante cantidad por la foto exclusiva de su moribundo suegro lleno de cables, según se dijo entonces. En cuanto a Franco, es conocido que todavía en plena guerra, ya se había convertido en millonario. Según Balzac, tras cada gran fortuna existe un crimen. Sin embargo, se había fabricado una imagen de poco menos que asceta, trabajador incansable hasta las madrugadas y que no estaba muy interesado en el dinero. Su hermana Pilar opinó que nunca ambicionó riquezas para él, y sí para los suyos porque les podía representar la seguridad futura. Franco escribió de sí mismo: “No queremos la vida fácil y cómoda. Queremos la vida dura, la vida difícil de los pueblo viriles.” Salir bajo palio de las iglesias fue peccata minuta. La España franquista supuso una gran puerta giratoria, y los mensajes del Caudillo había que leerlos al revés, pues dijo: “Ninguno de nosotros se ha dejado guiar por la ambición o el deseo de apoderarse de dinero o del poder. Solo nos ha guiado los más altos ideales y motivos puramente altruistas.”

De su esposa, Carmen Polo, “la collares”, el cuñado Ramón Serrano Suñer, dijo: “Era avara. Ella, con tal de poseer riquezas… El episodio más vergonzoso es aquel de La Coruña, donde hay un edificio del siglo XVII, la Casa Cornide, un palacete muy bonito que a ella le encantaba para casa. Ya tenía el Pazo. Bueno, fue Barrié de la Maza quien le arregló lo de Meirás. Y lo hizo conde de Fenosa, en agradecimiento, nada menos. ”A propósito del Cuñadísimo, Ramón Serrano Suñer, éste tuvo siempre su mirada puesta en el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán. Trató y admiró reverencialmente a Hitler y Mussolini. Germanófilo convencido, se formó con técnicas de la Gestapo. Antisemita, brilló en un poder entre sotanas y camisas azules. 

Casa Cornide, Barrié de la Maza, Pazo de Meirás

La llegada de los tecnócratas opusdeístas al Gobierno de posguerra, López de Letona, López Bravo y López Rodó supuso la modernización de la economía que hundía sus raíces en la Autarquía, la cual caminaba hacia la bancarrota. Una pésima política económica no fue capaz de alcanzar niveles de competitividad, lo que provocó que se agotaran las reservas de oro y divisas, allá por 1958. Aquella feroz pugna dentro del Gobierno entre  falangistas y tecnócratas cercanos al Opus Dei, partidarios de la economía de mercado, trajo el Plan de Estabilización, abriéndole paso al Plan de Desarrollo de 1964 que dirigió Laureano López Rodó. La tecnocracia trajo, pues, la economía moderna, integrada en el mundo occidental, ingresando, a su vez, en la OCDE. A todo esto sería el Caso Matesa, con su gigantesca malversación de caudales públicos, quien trajo el declive de la tecnocracia. La lucha de falangistas y tecnócratas fue encarnizada, con la aparición de los ministros del Opus Dei.     

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana