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viernes, 19 de abril de 2024 10:24h.

Estamos en una sociedad demente - por Lidia Falcón

 

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Estamos en una sociedad demente - por Lidia Falcón, abogada, escritora, presidenta del PFE *

somos diversidadEl Ministerio de Igualdad ha publicado un manual de instrucciones para docentes sobre cómo tratar y educar en la escuela a los menores en la comprensión de la homosexualidad, el lesbianismo, la transexualidad, el transgénero y demás combinaciones de género que pretenden legalizar.

No puedo reproducir aquí todo el temario que dada la profusión de literatura flatulenta en que está escrito ocupa 161 páginas. Como resumen sepan que están adoctrinando a los menores en la aceptación de una sociedad cuyas “familias” estarán compuestas de un padre y dos madres, de tres padres y una madre, de dos madres, de dos padres, de lesbianas y homosexuales trans. 

En esas 161 páginas hay ideología, sociología, teoría 'queer', y materiales performativos, que organizan disfrazar a los niños y los hacen representar escenas de las situaciones que les describen.    

Una de las afirmaciones definitivas es: “la transexualidad no es una enfermedad, lo es la transfobia”.    

Con la confusión habitual –sospecho que consciente- con que utilizan los términos transexualidad y transgénero condenan a las tinieblas exteriores a quienes se pronuncien contra ese constructo lingüístico del transgénero, que se impone para legalizar la conducta de quienes afirman pertenecer al sexo contrario –incluso a ningún género- por su sola “autodeterminación”. Este lío conceptual es explicado a los niños y niñas como la “normalidad” que debe esperarse de una sociedad.    

El quinto módulo, el referente a la "diversidad familiar", plantea que la familia "no es un sustantivo", sino "un adjetivo para describir las relaciones humanas, incluso un verbo sobre el que construimos nuestros vínculos, ya sean biológicos, genéticos, sociales o emocionales". La ignorancia gramatical de quien haya redactado este párrafo es monumental. Así mismo la actividad 5.4 plantea cuatro premisas para que el niño imagine "en cada ejemplo propuesto, tres composiciones distintas de familia atendiendo al sexo, género y orientación sexual de sus padres y madres": "Jan tiene dos mamás" (concretamente, una "madre cis" y una "mujer trans divorciada"). "Rita tiene dos mamás y un papá", "Álex tiene tres papás y una mamá" y "Bruna tiene un papá y una mamá".    

En los dos siglos transcurridos desde que los teóricos del socialismo utópico, con la experiencia de la comuna de Saint-Simon y la fábrica modelo de Richard Owen, las teorías anarquistas y su defensa del amor libre de Federica Montseny, los escritos sobre el amor y la sexualidad de Alejandra Kollöntai y las posteriores feministas con el deseo de acabar con el matrimonio y la familia como célula de opresión de la mujer, que defendimos en el feminismo de los años 70 y 80 del siglo pasado, nunca se elaboraron proyectos tan disparatados como los de adoctrinar a los niños con ese manual de enseñanza.    

Yo misma me opuse a la petición del lobby gay de legalizar el matrimonio homosexual como un retroceso al ideal de libertad de amar que había defendido el feminismo durante siglos y que implicaba no casarse para no someterse al control legal y estatal que supone ese contrato administrativo. Los homosexuales y las lesbianas no debían imitar la familia tradicional, convirtiéndose en defensores del esquema fundamental de la misma. El desiderátum del feminismo en las relaciones amorosas es la declaración de Kollöntai: “la unión libre de libres individuos”. Un siglo más tarde se organizan “familias” en las que hay dos mamás y tres papás. Y me pregunto, ¿creen de verdad que eso es rompedor, novedoso, progresista y sobre todo beneficioso para los menores y la sociedad?     

Cuando los dramas familiares se acumulan con sólo un padre y una madre; cuando a raíz de un divorcio y nuevos enlaces se organiza el caos de niños trasladándose de un domicilio a otro porque se les tortura con la nueva moda de las custodias compartidas, mientras todos los adultos están enfrentados, esos niños no tendrán dos mamás, sino dos problemas, no tendrán tres papás sino tres torturadores. Imaginar lo que supondría la vida de los niños según las combinaciones familiares que propone ese Ministerio de Igualdad introduciendo esos cambios de “género” que convierten a hombres en mujeres y viceversa, es una película de terror. La descripción idílica de semejantes situaciones no es más que una estupidez indigna de un partido político, pero si se limitara a elucubraciones literarias no sería tan peligrosa. Hoy puede convertirse en política educativa de nuestros hijos y trastornarles como están trastornados los que la defienden.    

Para ejemplo, esta actividad educativa, "Somos diversidad", plantea un total de 44 actividades grupales articuladas en cinco módulos temáticos. Todas con distintas dinámicas, duración y materiales, destacando por su nomenclatura y contenido. "El armario gay", la "sopa lésbica" o "la mochila de género" son algunas de ellas.    

¿En qué consisten? La actividad "el armario gay" plantea situaciones que se deben debatir grupalmente entre los niños. Entre ellas: "Si practicas sexo con hombres..."; "Si tuviera un sueño homoerótico, ¿sería capaz de reconocerlo?"; "Insultos como 'maricón' o 'nenaza' se suelen referir a..." o "Si un profesor es gay pero no se le nota..." la "sopa lésbica" es una sopa de letras tradicional, con la particularidad de que las palabras a encontrar son insultos para referirse a las mujeres lesbianas, tales como "desviada", "machorra", "bollera", "marimacho" o "camionera".     

Yo pensé, hace ya tiempo, que Irene Montero, que no tiene criterio ni formación política porque no ha leído más que los manifiestos de sus amigos 'trans', se dejaba llevar por la influencia de éstos. Pero ante la constante campaña que están desarrollando los lobbies LGTBI y la protección que han logrado del Gobierno que está dedicando mucho tiempo y recursos económicos para favorecerlos y contentarlos, mientras las mujeres asesinadas y sus hijos, los menores abusados, las víctimas de violaciones y maltratos, las mujeres prostituidas, están completamente desasistidas de la protección estatal, he comprendido que la ministra está convencida con la fe del fanático de lo acertado de sus propósitos.    

Como si perteneciera a una secta, la señora Montero se cree y difunde las delirantes teorías 'trans', calumnia a las que nos oponemos a semejante ideología llamándonos TERF (es un acrónimo originario del término en inglés de «Trans-Exclusionary Radical Feminist» que por su traducción literal al español significa «Feminista Radical Trans-Excluyente») porque no compartimos su criterio y nos tacha de enfermas mentales, y prosigue su camino hacia la presentación en el Parlamento de las dos leyes, LGTBI y Trans,  sin atender ninguna objeción ni haber dialogado con las opositoras a esas leyes –a mí en seis meses no ha querido recibirme-, como si llevara orejeras que no le permiten ver más allá.    

Hemos retrocedido gravemente en la comprensión de lo que significa la ideología feminista, reduciéndola, pervirtiéndola y convirtiéndola en un engrudo posmoderno de imposible digestión. En los últimos quince años no hemos avanzado nada en frenar las violencias que atacan a las mujeres, ni en la abolición de la prostitución ni en la prohibición de la pornografía ni en la igualdad salarial ni en la influencia social y política que nos merecemos, mientras se comercia con los úteros femeninos y se legalizan las fantasías perversas de quienes se pretenden del sexo contrario.    

Deseo que simplemente se imponga la cordura y el sentido común y semejantes proyectos nunca se legalicen. No quiero imaginar que en mi país, por cuyo avance y felicidad tanto he luchado, se pueda manipular y enloquecer a nuestros hijos como se propone ese proyecto educativo.Lidia Falcón 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Lidia Falcón

LIDIA FALCÓN RESEÑA

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