Lo que faltaba, también Narcis Serra - por Antonio Aguado Suárez, Militante del Partido Socialista CanariO -PSOE-

Una de las principales señas de identidad del PSOE en el transcurso de sus 134 años de historia, ha sido la honradez. Era consustancial con un socialista ser honrado, pero de un tiempo a esta parte, éste y otros valores que teníamos, “han sido tirados por la borda”.

Aunque con discrepancias e incluso enfrentamientos dialécticos, de quienes nos consideramos socialistas ortodoxos, pero somos conscientes que desde la clandestinidad y durante la transición, compañeros dirigentes significativos socialdemócratas, se caracterizaron por defender sus principios y convicciones, que en gran medida se pudieron reflejar, en cuanto empezamos a gobernar las instituciones.

Al llegar en octubre de 1982 a la Moncloa, recibimos la herencia de un país descohesionado, atrasado y con grandes injusticias sociales. Las dos primeras legislaturas de gobierno del PSOE, con Felipe González como presidente, marcaron un antes y después de España.

Fueron fundamentales las políticas desarrolladas, para acabar con el analfabetismo, mediante la universalidad de la enseñanza, haciéndola obligatoria y gratuita, éstos y otros aspectos, como el de la democratización, con la participación de la comunidad educativa: profesores, padres y alumnos en los consejos escolares que se contemplaban en la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación).

Lo mismo ocurrió con la sanidad, que se extendió al conjunto de la población y la implantación de la pensión no contributiva. Acometer la modernización de España, en todos los sectores productivos, en especial el industrial, era necesario y urgente, como así mismo mejorar y dotarnos de nuevas infraestructuras. Para lograr todo esto, fue determinante la incorporación en el año 1986, como socios de la Comunidad Económica Europea (actualmente, Unión Europea).

De forma bastante inconsciente y poco reflexiva, muchos deseábamos que se produjera la ruptura con el régimen anterior, pero lo cierto es, que, el ruido de sables y amenazas de involución, eran constantes en los primeros años de la Transición y viendo con el tiempo, la pasividad del Pueblo Español cuando se produjo el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, creo ahora, que aun con resabios, se optó por la formula más factible y con toda probabilidad menos traumática.

Cuando ese día, después de estar retenido hasta las diez de la noche, pude salir del Congreso de los Diputados, sufrí una impresión muy desagradable, disgusto e impotencia, al ver que el pueblo de Madrid, no estaba en la calle, defendiendo la libertad, que durante tanto tiempo el régimen franquista nos había hurtado y si embargo, a su alrededor, se habían congregado miles de fascistas, manifestándose gritando y exigiendo la vuelta a la dictadura.

El ejercito desfasado y sobre todo gran parte de sus mandos imbuidos e identificados con el franquismo, era un serio obstáculo, para lograr avanzar en la democracia y libertad. Por eso y aunque ahora se vea con normalidad, pero tuvo mucho valor la reforma que en su seno produjo Narcis Serra, continuando con la labor que en ese sentido, había emprendido el vicepresidente del gobierno y general, Gutiérrez Mellado.

Por cierto, nadie, ninguna fuerza política u organización de izquierda, denuncia la injusta mili profesional, que Aznar pone como un gran logro y es que se está manteniendo (clase de tropa), fundamentalmente con jóvenes de familias humildes e inmigrantes. Para hacerla algo más justa, tendría que dársele un carácter al menos mixto, esto es: mitad profesional y la otra de reemplazo mediante sorteo, para que indiscriminadamente entren jóvenes de cualquier condición económica o social.

La derecha española “tan patriota”, debería reclamar para sus hijos, el “privilegio y honor” de defender la patria y no dejarlo para los más desfavorecidos. Aunque claro está, lo ideal sería la abolición de los ejércitos, pero eso actualmente en un mundo complejo y tenso, es una quimera,  

Quienes estábamos a favor de la ruptura, igualmente coincidíamos pero en contra de nuestra permanencia (entrada 30 de mayo de 1982) en la OTAN, participamos en actos y manifestaciones, defendiendo esos postulados. Con la tensión tan grande y sobresaltos involucionistas que estábamos padeciendo, para aquel momento concreto, parece que la decisión que se adopto emanada de un referéndum,  celebrado el 12 de marzo de 1986, fue la acertada.

 Aunque ahora, tendríamos que plantearnos la conveniencia de seguir perteneciendo a ésta organización militar, o cuando menos, el papel a desempeñar en la misma, que tiene como uno de sus principales cometidos doblegar y someter a gobiernos y estados, como así mismo, ayudar a las grandes empresas multinacionales a esquilmar las riquezas de los países.

La buena gestión de Narcis Serra, en esos y otros temas, como los que desarrolló como alcalde de Barcelona es innegable. Por eso no se entiende que por ambiciones económicas, de las que con toda probabilidad no está  necesitado, se haya en el ocaso de su vida y como presidente de Catalunya Caixa, complicado, hasta el extremo de estar imputado por los delitos de administración desleal y sueldos desproporcionados.

Su compromiso y el de veteranos dirigentes socialdemócratas como él, en los momentos difíciles y de la Transición, ha quedado suficientemente demostrado, pero de un tiempo a ésta parte, la ambición desmedida y falta de escrúpulos, para mejorar económicamente o enriquecerse,  les están jugando malas pasadas y el mercantilismo y/o materialismo, reconvertido en auténticos burgueses seudo socialistas.

Hay muchos otros ejemplos. ¿Quiénes serán los próximos?.  

Antonio Aguado Suárez

Militante del Partido Socialista Canario -PSOE-

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