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jueves, 18 de abril de 2024 23:26h.

Fidel el último revolucionario - por Jonathan Rubio *

 

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jonathan rubioTodo empezó, también, un 25 de Noviembre, pero de 1956, cuando el Granma zarpa clandestinamente desde México con 82 guerrilleros, luego reducidos a 12, iniciando la lucha contra la miserable y despótica dictadura de Batista que hizo de la isla caribeña un paraíso de la corrupción institucionalizada, un prostíbulo y casino yanqui, un lugar de retiro vacacional de mafiosos y un bazar de la droga. Tres años más tarde, y después de que el Primer Ministro de la URSS, Nikita Kruschev, reconociese que no conocía a aquel grupo de “barbudos cubanos mal armados” de Sierra Maestra, éstos barbudos hacían su entrada en La Habana.

Fi del el último revolucionario - por Jonathan Rubio *

Todo empezó, también, un 25 de Noviembre, pero de 1956, cuando el Granma zarpa clandestinamente desde México con 82 guerrilleros, luego reducidos a 12, iniciando la lucha contra la miserable y despótica dictadura de Batista que hizo de la isla caribeña un paraíso de la corrupción institucionalizada, un prostíbulo y casino yanqui, un lugar de retiro vacacional de mafiosos y un bazar de la droga. Tres años más tarde, y después de que el Primer Ministro de la URSS, Nikita Kruschev, reconociese que no conocía a aquel grupo de “barbudos cubanos mal armados” de Sierra Maestra, éstos barbudos hacían su entrada en La Habana.

61 años habían pasado desde que Cuba consiguió desprenderse del yugo colonial español, pero al precio de ser tutelados e intervenidos por el Imperio. En 1959, siguiendo la canción de Carlos Puebla, se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó parar. Se convirtió en un símbolo, para unos, un héroe antiimperialista en un mundo que daba sus últimos estertores colonialistas, para otros, los “gusanos” financiados por el Imperio expulsado de Cuba, un implacable y sanguinario dictador.

El legado que deja Fidel Castro, a pesar de la bilis que vomitan los medios conservadores y afines al régimen en la que abandonan hasta el lenguaje políticamente correcto, es el de un pueblo que con él rompió las cadenas de su pasado de colonia y desde esa minúscula isla del Caribe fue capaz de plantar cara a todo el poder político, económico y militar de su poderoso vecino del norte. Una diminuta isla, que a pesar de los pesares de la matonil y analfabeta “gusanada” de Miami y su propaganda, en la que se liquidaron los grandes latifundios a favor de cooperativas agrícolas, donde consiguió alcanzar uno de los mayores índices de esperanza de vida del mundo, de los menores índices de mortalidad infantil en un mundo donde millones de niños duermen en la calle y en el que ninguno es cubano, de las mayores tasas de alfabetización y escolarización con seis millones de universitarios en una población de 11 millones habitantes o el ser el primer país donde se consiguió aislar el SIDA y la sífilis entre la madre y el hijo o hija a pesar del boicot sanitario y farmacéutico. Todo ello reconocido por organismos tan poco sospechosos de simpatizar con el comunismo como la ONU o la OMS.

Gracias al internacionalismo de Fidel Castro, el legado de este pequeño país traspasa sus propias fronteras en la defensa de los oprimidos, interviniendo en Angola y derrotando al ejército sudafricano, lo que aceleró el derrumbe del apartheid y la liberación de Namibia, o enviando más de 700 médicos a Liberia y Guinea para combatir la reciente epidemia de ébola.

 Finalmente, el Imperio, en 2014, se vio obligado a aceptar el fracaso de sus políticas anticubanas y admitir su derrota diplomática frente a esos rebeldes que estaban a  unas 100 millas de sus costas.

Con Fidel, también en un 25 de Noviembre, desaparece el último revolucionario y termina una era en la que sobrevivió a diez presidentes del Imperio y más de 600 intentos de asesinato, al intento de invasión de Bahía de Cochinos en 1961, a la Crisis de los Misiles en 1962, al brutal bloqueo y boicot económico de todo el orbe occidental instigado por Washington y al colapso soviético de 1991 y el “periodo especial”.

¿Quieren conocer a Fidel Castro? Fíjense en quién llora su desaparición y en quién la festeja.

 

* En La casa de mi tía por gentileza de Jonathan Rubio