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viernes, 19 de abril de 2024 21:46h.

Como si fuera normal - por Alejandro Floría Cortés

 En estos tiempos de relativismo exacerbado y de universos mediáticos paralelos, ahora que cada latido nos aproxima a la obsolescencia porque todo es mercado, "la normalidad" y "lo normal" son los significantes más saturados (o, precisamente por eso, los más vacíos) que podemos manejar en nuestro lenguaje.

Como si fuera normal - por Alejandro Floría Cortés *

En estos tiempos de relativismo exacerbado y de universos mediáticos paralelos, ahora que cada latido nos aproxima a la obsolescencia porque todo es mercado, "la normalidad" y "lo normal" son los significantes más saturados (o, precisamente por eso, los más vacíos) que podemos manejar en nuestro lenguaje.

Lo "normal" nos tranquiliza y nos aporta una "referencia" en nuestro día a día, precisamos de una dosis razonable de "normalidad" otorgada desde el exterior para desempeñar nuestra "función" en la cotidianeidad de este sistema que parece devorar nuestro tiempo.

Existe una utilidad en esa referencia en tanto que nos aporta un equilibrio, indispensable para una buena salud y unas relaciones personales satisfactorias. 

Y aunque hay raras y bellas avis que poco parecen necesitar de referencias exteriores, el trabajo interior que tal logro precisa requiere de un tiempo, para un pensamiento, difícil de compatibilizar con los entornos sociales, económicos y laborales preponderantes.

Así, más que peligroso, viene a ser triste tener la razón cuando el gobierno no la tiene. Puede resultar tremendamente frustrante observar, y por supuesto sufrir, discursos falaces y tendenciosos y políticas anti-naturales que destruyen lo que deben preservar.

Allí donde esperamos encontrar un proceder "normal", percibimos una agresión que el sistema "normaliza" con legislación, de modo que la normalidad que buscamos en lo legítimo, el sistema nos la retorna en la "normalización"  a través de lo legal.

A mi humilde parecer, nuestro presidente, que desconoce el mecanismo de la lluvia, dista mucho de ser "normal", aunque no me cabe duda de que sus procedimientos y objetivos están "normalizados" por y para los colectivos a los que sirve y que, en este sentido, es exitoso. 

Igualmente están lejos de parecerme normales los miembros de su gabinete y los elementos más notorios de su partido, quizás porque una vez fui educado en unos valores cuya práctica era "lo normal" y entre esta pandilla brillan por su ausencia: sinceridad, honestidad, respeto, empatía, civismo, corrección en las formas, compasión,... aún en la competición (...pues de aquello de la cooperación sólo se hablaba, entonces y ahora, y muy intencionadamente, para los países pobres...).

Muy significativo resulta que la práctica, o no, de ciertos valores parezcan asociados a la cuestión ideológica, pero como dicen quienes dominan la materia, todos somos psicópatas en mayor o menor medida, a cuenta de cómo gestionamos la empatía, pilar maestro de las ideologías.

Tampoco me resulta normal la cosa cainita de la izquierda en general, ni que la técnica que se podía esperar del materialismo no se haya materializado, valga la redundancia, a estas alturas de la historia, sufriendo la paradoja de que el pensamiento idealista de la derecha sí ha procedimentado e implementado una estrategia de creación de valor para unos pocos.

Sin embargo, los barómetros electorales indican que más del 70% del electorado (entre bipartidismo, marcas blancas e iluminados) refrendará esta anormalidad de capirote en las próximas elecciones, a pesar del riesgo de sufrir determinadas políticas que ni comprende ni prevé.
Algo sobre lo que l@s autónom@s que votaron PP en 2011 ya están más que avisad@s...

No, no es normal. Y no hay que apelar al sobado sentido común. El panorama político de este país es un cromo, un cachondeo, un circo. Tal cual. Y somos payasos y bestias a partes iguales.

Y, además, gracias a los medios de comunicación, la tontería que emana se ha vuelto contagiosa, en plan epidemia. Y no se trata de buscar al "Tonto Cero", que no lo van a encontrar. Lo de agilipollar al personal es parte del protocolo y tiene lugar por inoculaciones progresivas. Desde la escuela a La Sexta, pasando por las Eurocopas y los Mundiales, por ejemplo...

Y confundido lo habitual con lo normal, no sacamos a los políticos a gorrazos del Congreso o de las instituciones locales sobre la marcha, a pesar de todas las barbaridades flagrantes y constantes de las que son responsables: recortes, privatizaciones a precio de saldo, endeudamiento, burbujas, pérdidas de derechos, incremento de pobreza, desigualdad, mentiras, manipulaciones, sobres y expolios en toda regla, que se internacionalizan cuando el amigo americano o la dominatrix alemana así lo requieren.

No, no es normal. Aunque lo jure Mariano, aunque Pedro se ofrezca para todo, aunque Pablo diga que la política es así, aunque Albert parezca un niño bueno, aunque todos digan que van a cambiar las cosas... también hay una hegemonía de "lo normal".

En el momento en que escribo estas líneas se está celebrando la Asamblea Estatal de Ahora en Común en Madrid y delegados y delegadas de todas las circunscripciones electorales debaten la forma de constituir una herramienta mediante la que el pueblo participe directamente en la confección de un programa electoral y de unas candidaturas comprometidas a "mandar obedeciendo".

Seré crítico con lo que ofrezca AeC y muy exigente, porque ya he participado, porque mis expectativas son altas, porque mi imaginación da para más, porque creo que puede ser una de las herramientas que contribuyan a construir algo distinto,... porque se terminan las opciones para evitar ser "normalizados" sin remisión y por largo tiempo,...

Como primer paso para una transformación real y profunda, me parece una iniciativa de lo más NORMAL del mundo... ¿y a ustedes?.

Saludos Cordiales

* En La casa de mi tía por gentileza de Alejandro Floría Cortés