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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Gas por un tubo - por Román Rodríguez

 

FRASE ROMÁN

Gas por un tubo - por Román Rodríguez, presidente y portavoz parlamentario de Nueva Canarias *

El Gobierno de Clavijo quiere que tengamos gas por un tubo. Para ser más precisos, por muchos tubos. Se calcula que se necesitarán aproximadamente 3.000 kilómetros de tuberías para trasladar gas (ahora aire propanado) hasta los hogares en las urbes más pobladas de nuestro Archipiélago. Todo ello se pretende poner en marcha sin que exista demanda ciudadana y solo como inmediata y ágil respuesta del Ejecutivo canario al interés de negocio de algunas empresas. Sin que, tampoco, se hayan molestado en solicitar la opinión a la ciudadanía, a las corporaciones locales y al propio Parlamento. Sin pensar, en ningún momento, en el interés de la mayoría social sino en las exigencias de minorías.

Cuando en todo el mundo existe una enorme preocupación por el futuro energético y las consecuencias de los combustibles fósiles en el cambio climático. Cuando la supervivencia del planeta exige actuaciones urgentes para evitar una mayor degradación que dificulte gravemente la vida en las próximas décadas y que la haga inviable a medio plazo.

Cuando las consecuencias del modelo energético actual no solo son de carácter económico -por la enorme dependencia del precio de los combustibles fósiles utilizados, que suponen un alto coste para los estados- sino también medioambientales y de salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula unos siete millones de muertes anuales en el mundo por la contaminación atmosférica. En España, se estiman por encima de 15.000 fallecimientos al año.

 

Menores costos

Cuando los avances tecnológicos posibilitan, cada vez con más eficiencia, con menores costos, el despliegue de las renovables, rompiendo con el negocio multinacional y casi monopolístico en torno a las energías de origen fósil, así como la capacidad de presión de estas empresas sobre las instituciones.

Cuando en Alemania su primera ministra, la conservadora Ángela Merkel, modifica su anterior modelo centrado en las nucleares y apuesta nítidamente por el desarrollo de las energías limpias, con más de un 50% de presencia en las mismas del autoconsumo, de energía producida por familias y empresas.

Cuando otras comunidades disponen ya de sus propios planes de transición energética, que suelen incluir, entre otros aspectos, el ahorro, el apoyo al autoconsumo y a la generación distribuida; la renovación energética del parque de edificios más vulnerable; y la eficiencia energética en el sector industrial y de servicios.

Cuando todo esto sucede, lejos de comprometerse decididamente por un sistema energético mucho más eficiente, más democrático, más autocentrado, menos dependiente y no contaminante, en nuestra tierra su Gobierno se empeña, por el contrario, en la implantación de las regasificadoras en las islas de Tenerife y Gran Canaria –pese a la frontal oposición en esta última de la mayoría social e institucional-, que hasta la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia considera que no se sustenta en términos económicos y financieros.

O, más recientemente, se vuelca de manera entusiasta en facilitar la pronta implantación del gas ciudad. La Consejería de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Ejecutivo canario se ha convertido en la auténtica promotora de esta operación, al facilitar la inversión privada y actuar su titular como testigo en la firma del préstamo del Banco Europeo de Inversiones (BEI) de 125 millones de euros a Redexis, la empresa que llevaría a cabo su instalación.

Se pliegan a los intereses de las grandes empresas, cosa que no hizo el anterior titular del Ejecutivo. Empresas que apuestan por el gas porque está subvencionado y cuyo déficit lo pagamos los ciudadanos y ciudadanas.

Cuestión totalmente distinta es que se instalen depósitos de gas licuado en los puertos para sustituir al fuel, en consonancia con la normativa europea. O, si hay demanda –el polígono de Arinaga, el más grande de Canarias ha dicho que no lo precisa- se puedan instalar aire propanado en industrias y hoteles, arbitrando soluciones para cada realidad y adoptando medidas para rebajar, por ejemplo, los actuales elevados precios del propano.

Para resolver estos concretos casos no es necesario, en ningún caso, abrir nuestras ciudades en canal, autorizar tres mil kilómetros de tuberías y así justificar las insostenibles inversiones que suponen las dos regasificadoras que quieren imponer. No matando moscas a cañonazos.

 

Transición energética

Semejante prisa, semejante interés, semejante activa implicación del Gobierno canario, contrasta vivamente con la gran lentitud o, para ser más precisos, la pasividad en implementar el imprescindible plan de transición energética. En estos momentos, Canarias no cuenta con un plan energético. El anterior, el Pecan, acabó su período de vigencia sin que se haya producido la imprescindible evaluación de sus resultados. Se encuentran en tramitación las Directrices de Ordenación General de la Energía (DOSE), de las que no se sabe nada desde hace años. Y, además, no contamos en ninguna de las islas con planes territoriales en torno a las infraestructuras del sistema energético.

En ese marco, el Ejecutivo de CC decide desplegar el gas ciudad sin justificación, sin demanda y con una elevada contestación ciudadana e institucional. Incluso por parte de ayuntamientos gobernados por su propia formación política. No es, evidentemente, la forma más democrática de hacer las cosas. Y, en consecuencia, el Gobierno de Canarias se va a encontrar, inevitable y afortunadamente, con una enorme oposición social, política e institucional a sus pretensiones. Lo va a tener muy complicado para conseguir implantar el aire propanado en La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, Telde o Agüimes, entre otros municipios.

Una vez más, el Gobierno canario actúa completamente alejado de los intereses generales. En esta ocasión en un asunto de tanta relevancia estratégica como el energético. Canarias tiene que emprender su propia senda con las enormes potencialidades que tiene para el desarrollo de las energías eólica y fotovoltaica, entre otras. Comprometiéndose con un nuevo modelo más autocentrado, democrático, limpio y económico, capaz, además, de contribuir a la diversificación de la economía, generar riqueza y crear miles de nuevos puestos de trabajo en las Islas. Y no implantando, como pretende el Gobierno, un modelo basado en los combustibles fósiles que tratan de vender como transitorio pero que, por sus elevadas inversiones, vendría para quedarse durante muchas décadas. Un modelo obsoleto y contaminante que, desde Nueva Canarias, vamos a combatir.

 

*La casa de mi tía agradece la gentileza de Román Rodríguez 

román rodríguez