Gaspar Cabrera Viera, Una víctima más en manos de los fascistas, en Gran Canaria (V) - por Micaela Sagaseta Paradas

lacasademitia.opennemas.com 23 de octubre de 2018 (07:52 h.)

Gaspar Cabrera Viera, Una víctima más en manos de los fascistas, en Gran Canaria (V) - por Micaela Sagaseta Paradas *

“Pero no acabaron ahí mis tribulaciones. Franco y su Consejero, Martínez Fuset, a pesar del tiempo transcurrido, no nos olvidaban, por lo que, con fecha 1º de marzo de 1940, un año después de terminada la contienda, se promulgó la Ley de Represión de la Masonería y Comunismo, para juzgar y condenar hechos realizados antes del 18 de julio de 1936, por lo que ocurrió que, los afiliados a esas dos asociaciones, que no tenían relación entre si, fuéramos paulatinamente citados a Madrid para ser juzgados. Yo, a finales de enero del 1945, casi 6 años después de terminada la guerra, recibí el siguiente telegrama del Juzgado Nº3 del Tribunal especial de Represión de Masonería y Comunismo, en los términos siguientes:

[Sírvase comparecer ante este Tribunal el próximo primero de febrero a las 16 horas en el Paseo del Prado número… bajo la advertencia que de no hacerlo voluntariamente será conducido por la fuerza pública. El Juez Especial Nº3]
Tenía pues, que trasladarme a Madrid por cuenta propia y con el dinero suficiente para permanecer allí todo el tiempo que el Tribunal me retuviera, mientras se tramitaban las diligencias del procesamiento y del juicio, lo que generalmente duraba un mes aproximadamente.

El que no iba “voluntariamente” por no tener dinero para todos estos gastos, era considerado “en rebeldía” y en virtud de requerimiento publicado en el Boletín Oficial, quedaba en situación de busca y captura. Una vez detenido por la policía e ingresado en la cárcel a disposición del Tribunal, éste, cuando lo consideraba oportuno ordenaba su traslado a Madrid, del que se encargaba la Guardia Civil, que conducía a los presos de provincia a provincia. De Las Palmas a Cádiz, en cuya cárcel quedaba ingresado el reclamado. De Cádiz, cuando había traslado de presos, a Sevilla y así sucesivamente hasta llegar a Madrid, donde era ingresado en la cárcel de Porlier.

Esto en una época en que las cárceles estaban abarrotadas de presos, en que la alimentación era escasa y mala, significaba un vía crucis tremendo, por lo que todos procurábamos obtener el dinero necesario para comparecer voluntariamente y permanecer en Madrid el tiempo que nos retuvieran allí o nos ingresaran en la cárcel si eramos condenados a prisión.

Fui juzgado el 20 de febrero, sin derecho, como todos, a defensor, por un Tribunal compuesto por tres Generales, un ponente y un fiscal, que siempre solicitaban una pena mínima de 13 años de prisión.

Condenado a la sanción de inhabilitación y separación absoluta y perpetua para el ejercicio de cualquier cargo del Estado, Corporaciones Públicas u Oficiales, Entidades Subvencionadas –con expresa reserva del cargo que desempeña en la Compañía Transmediterránea- Gerencia y administración de Empresas privadas, así como cargos de confianza mando y dirección de los mismos. Atendiendo al ruego que había hecho en el momento de ser juzgado, se disponía:
[Una vez hecha firme esta sentencia, comuníquese al Director General de la Compañía Transmediterránea].

Algún tiempo después, como todos los que lo solicitaron del Tribunal, volví a mi empleo en la Compañía, pude abonar las cuotas correspondientes a los años de servicio que estuve suspendido de empleo y sueldo y cuando se promulgó la Reglamentación Laboral del personal administrativo de las empresas navieras el 1 de abril de 1959, se me clasificó…..como Jefe de Sección…

La única desagradable circunstancia que tuvo esta sentencia, fue la de ser anotada en el Registro de Antecedentes Penales, por lo que cada vez que tuve necesidad de pedir un certificado para acreditar mis antecedentes familiares para trámites para mis hijos…. hacían constar: Condenado por el delito de Masonería, con lo que los perjudicados eran mis hijos , el mayor de los cuales había nacido, el 10 de octubre de 1942.

Aconsejado por un amigo policía, solicité la cancelación de este antecedente, que se reflejaba sobre mis hijos, lo que me parecía una mayor injusticia, contestándoseme que según había dispuesto el Caudillo, los únicos antecedentes penales que no se podían cancelar por tener carácter perpetuo, eran los de masonería. Hasta ahí llegaba la fobia de Franco a la Masonería y eso que hasta tuvo un hermano, Ramón, masón.