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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Hálito ciudadano - por Paco Déniz

Últimamente tengo la sensación de que la columna que voy a escribir ya está hecha, pues es tan clara la realidad, que apenas hace falta interpretarla. Incluso, me atrevería a afirmar que las diversas opiniones que pudiera haber sobre los hechos acaban coincidiendo como nunca antes había pasado.

Hálito ciudadano - por Paco Déniz

Últimamente tengo la sensación de que la columna que voy a escribir ya está hecha, pues es tan clara la realidad, que apenas hace falta interpretarla. Incluso, me atrevería a afirmar que las diversas opiniones que pudiera haber sobre los hechos acaban coincidiendo como nunca antes había pasado. Cierto que hay matices, pero la realidad social es tan apabullante, que los que nos dedicamos a comentarla con nuestras opiniones comenzamos a tener la sensación de que sobran las palabras. Y aquí, el poder va a remolque de la calle. Sin ir más lejos, donde los jueces ven indicios, el pueblo ve hechos constatados, y presiona de manera tal que algunas decisiones judiciales, habitualmente sometidas al criterio de las élites, ahora comienzan a sentir el aliento de la ciudadanía. Un aliento que cada vez se transforma en hálito descompuesto ante tanta usurpación democrática. La imputación de la pobre majestad, rubia y alta con aires castellanos, griegos y romanos, es algo que la ciudadanía venía demandando hace tiempo, y si hemos llegado a esta situación es porque, efectivamente, hay un juez que recuerda a los intocables de Eliot Ness, una excepción que confirma la regla. Pero, sobre todo, porque hay una presión ciudadana que ha tenido (milagrosamente) eco en los medios de comunicación, sin que los poderes hayan podido hacer otra cosa que admitir dicha presión a trámite.

Y salen y siguen saliendo corruptelas todos los días, y el Gobierno no ve hacia dónde despejar el balón porque sus contrarios ocupan todo el campo, hasta el límite de que nada es achicable. Y se ahogan, y nos ahogamos todos juntos. Menos mal que Aznar y CÍA pagarán sus clases de golfismo sin rechistar, porque si no, olvídate. Menos mal que Feijoo no sabía que su colega era el más ruina al otro lado de la ría. En fin, que menos mal que todavía hay paraísos supuestamente españoles donde no hay crisis, como documentó un programa de investigación sobre Ibiza: la isla del dinero. Programa que evidenció el poderío de la familia de Abel Matutes al convertir ese terruño balear en una macrodiscoteca de lujo desenfrenado y música electrónica, y obvió su cuota de explotación, drogas y prostitución. Si esa es su alternativa, el señor nos coja confesados.

Paco Déniz