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miércoles, 24 de abril de 2024 15:02h.

Historia de un represaliado del franquismo – (II) Barranco Seco - por Ramón Armando León Rodríguez

Al día siguiente nos trasladaron a la Prisión Provincial de Las Palmas, situada en Barranco Seco, un barrio a las afuera de la ciudad. Cuando llegamos a la Prisión nos encerraron en celdas diferente, en estas celdas teníamos que pasar cinco días de periodo, así se denominaba al aislamiento que por norma establecía la Prisión.

Historia de un represaliado del franquismo – (II) Barranco Seco - por Ramón Armando León Rodríguez *

Al día siguiente nos trasladaron a la Prisión Provincial de Las Palmas, situada en Barranco Seco, un barrio a las afuera de la ciudad. Cuando llegamos a la Prisión nos encerraron en celdas diferente, en estas celdas teníamos que pasar cinco días de periodo, así se denominaba al aislamiento que por norma establecía la Prisión. A las pocas horas de nuestra llegada, me llevaron a la enfermería en donde me aguardaban un juez y un médico forense. Ambos me preguntaron por el interrogatorio en la comisaría; les conté lo que me habían hecho, tomaron unas notas y se marcharon, nunca más supe de ellos. Cuando salí de la celda me encontré con varios camaradas que había detenido la policía nacional, fue una alegría: dentro de las adversas circunstancias, al menos no estábamos solos.

No estuvimos mucho tiempo en la cárcel, no recuerdo los días, pero no llegó al mes. La estancia en la prisión fue bastante monótona; nos levantábamos a primera hora de la mañana, los funcionarios hacían el recuento por si faltaba alguien y acto seguido nos íbamos a desayunar. Después del desayuno nos dedicábamos a pasear de un lado al otro del patio en constante monotonía, hasta que llegaba la hora del almuerzo, comíamos y continuábamos con nuestros paseos. Cuando llegaba la noche cenábamos, otro recuento y rápidamente nos íbamos a las celdas. Las celdas eran para cuatro personas, median aproximadamente, cinco metros de largo por cuatro de ancho, dos camas literas a la derecha y dos a la izquierda; y en medio al fondo, un inodoro. Indudablemente, cuando alguien tenía que evacuar, (expeler un ser orgánico humores o excrementos), los olores no eran de rosas precisamente, pero dejemos esta conversación «escatológica» y centrémonos en otras vivencias.

Para no aburrirnos dentro de la celda, hicimos unas piezas de ajedrez con migas de pan, de tal manera que las blancas eran del color natural de la migas y para las negras mezclamos las migas con cenizas de cigarrillos y el tablero lo hicimos con un pedazo de cartón. En definitiva, esto nos sirvió para entretenernos y pasar el tiempo lo mejor posible durante nuestra corta estancia en el centro penitenciario.

Capítulo anterior:

Historia de un represaliado del franquismo – (I) Mi primera detención

* En La casa de mi tía por gentileza de Ramón Armando León Rodríguez

Foto "Prisión de Barranco Seco", de Agustín Miranda Armas: Las Palmas Ayer y Hoy