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viernes, 19 de abril de 2024 00:09h.

La miopía de la Comisión Europea y del BCE - por Ciro Hernandez Rodríguez


Ciro Hernádez Rodríguez me manda este texto que deja clara la monumental estupidez de quienes gobiernan España y la Unión Europea. Como dice Ciro -y yo lo apoyo- hay que llamar estúpido a quien cree que las medidas de recorte de gasto favorecen la economía. Estúpido e ignorante, añadiría yo.

La miopía de la Comisión Europea y del BCE

 Cada vez resulta más desconcertante la insistencia en trasladar el coste de la crisis a los sufridos ciudadanos de a pie. La medida tiene una penosa explicación que, con el correr del tiempo, se hace más difícil de sostener.

 Tras el último ‘rescate’ de al menos medio billón de euros inyectados a la banca europea para evitar su quiebra, resultan más evidentes que nunca las absurdas contradicciones en las que están enredados tanto la Comisión Europea como el BCE. Sorprendentemente, el BCE no lleva a cabo ‘rescates’ de las economías nacionales comprometidas por la crisis, como es el caso extremo de Grecia, a no ser que su gobierno acepte realizar un fuerte plan de ajuste presupuestario con recortes del gasto público. Tales recortes tienen los siguientes efectos reales sobre la economía y la sociedad:

  •  Se produce una inevitable desatención de los derechos sociales básicos cuando más falta hace. Son derechos que se dejan de financiar para poder reducir el déficit. Nos referimos al derecho a la educación y al derecho a la atención sanitaria. En cuanto a la educación, se ha insistido hasta la saciedad en que las posibilidades de encontrar o conservar el empleo dependen de la formación. Esto es así hasta tal extremo que la propia reforma laboral en España se centra en este aspecto esencial de la formación para mejorar las políticas de empleo. En cuanto a la sanidad, a medida que una parte de las clases medias son empujadas desde su situación económica para caer por debajo de los umbrales de la pobreza, su salud empeora a consecuencia de las carencias que acompañan a su situación de precariedad económica – se reduce la calidad y cantidad de su dieta, se destruye su ánimo y se hunde en hábitos sedentarios, aparecen la depresión y los trastornos de la conducta…– justo cuando carecen de recursos suficientes para costearse por sí mismos la asistencia sanitaria.
  •  Se destruye empleo público en los sectores afectados (educación y sanidad entre otros), precisamente cuando el mayor problema de países como España es su elevadísima tasa de paro. Pero es que además, al dejar de participar en la economía real mediante su trabajo y quedar desocupados, estos ex-empleados públicos pierden poder de compra, y al perder poder de compra dejan de consumir, lo que a su vez empuja a otras actividades económicas a la ruina y a la destrucción de más puestos de trabajo como una consecuencia natural que ahonda más en la crisis.

 Entonces ¿Cómo es posible que la Comisión Europea y el BCE insistan en la reducción del déficit como solución para salir de la crisis? ¿Acaso salir de la crisis no consiste en recuperar el crecimiento económico y el empleo? Ahora bien, en esta situación tan absurda en la que no hay dinero para que las economías mantengan su gasto público con ayudas directas de la Comisión sin aceptar recortes en los derechos sociales básicos, ¡vaya! pues resulta que sí hay dinero para prestar a la banca a un 1% de interés porque se encuentra en una situación lamentable. ¿Y que hace la banca europea con ese dinero? La banca europea compra deuda pública a los países con problemas para financiar su gasto público a un 3% de interés. Claro está, si las agencias de calificación y los ‘mercados’ no degradan la calificación de la deuda de esos países. Si la degradan, el interés resulta ser aun mayor. El beneficio que obtienen los bancos es de media un 2% – puede ser mayor – y quién tiene que pagar ese beneficio son los gobiernos al vencimiento de la deuda. Es decir, los arruinados bancos están haciendo un jugoso negocio a costa de la crisis. Ellos no pierden, quienes pierden son los gobiernos que deben pagarles esos intereses por su deuda, lo que a su vez les obliga a recortar aun más su déficit, y así empezamos de nuevo ese mismo estúpido y absurdo círculo vicioso que traslada el coste de la crisis al ciudadano de a pie.

 ¡Dejémonos de estupideces! – si alguien empeñado en defender la medida del recorte del gasto se da por aludido, que sepa que lo estoy llamando estúpido sin ningún reparo –. Como sabemos muy bien desde el siglo XIX, la economía real es la producción de bienes y servicios, y cuanto mejor va la economía es cuando un mayor número de personas contribuyen a la producción de bienes y servicios con su trabajo, de esa manera es evidente que habrá más abundancia para todos. Los negocios, y particularmente los negocios financieros, no son más que un hecho instrumental y accidental en manos de algunos dentro de la economía capitalista, la misma que ha venido funcionando a trancas y barrancas hasta la fecha, de crisis en crisis.

 Puede que haya llegado el momento de empezar a pensar de otra manera más realista e impedir que nadie pueda soñar en enriquecerse con la posibilidad de hacer estupendos negocios, lo que sería posible arrancando a la economía de las manos de los absurdos ‘mercados’ poniéndola en las manos exclusivas de gobiernos democráticamente responsables frente a su pueblo.

 Ciro Hernández [email protected]