Más sobre los niños plantadores de pinos...  - por El Padre Báez *

¿Saben los niños plantar pinos -o cualquier otra planta- sea o no comestible? ¿Han visto antes los niños una azada o fucha para plantar algo o nada? ¿A quiénes sustituyen estos menores en el trabajo que cobran unos gandules mayores de edad y profesionales de las plantaciones de pinos y tabaibas? ¿Saben acaso los niños dónde plantar algo o nada y lo que al respecto se ha de tener en cuenta? ¿Qué juego es ese de plantar pinos, sin ton ni son y árboles de hambre y muerte? ¿Y se lo permite el director del colegio y el resto del profesorado vaya a sustituir a personal técnico y especializado? ¿Lo saben los padres sus hijos salen del aula a plantar pinos sin su consentimiento? ¿O tal vez los padres firmaron todos para dar permiso a sus hijos para que planten basura en lugar de árboles frutales propios del lugar (Veneguera [magos, papayos, aguacateros, plataneras, etc.])? ¿Es lícito y pedagógico unos capataces, técnicos, personal cualificado miren el trabajo-juego de unos niños que hacen lo que nunca han hecho? ¿Alumnos de secundaria del colegio CEO Mogán, instruidos, concienciados, para plantar plantas de agua? ¿Los pinos son plantas de agua? ¿Se mejora Veneguera (Mogán), plantando pinos antes que lo que siempre se plantó allí? ¿Es así como se restaura lo que siempre hubo en el lugar? ¿Y el negocio de abrir ahora senderos y carreteras por donde los pinos? ¿Se recuperan lo mangos papayos, aguacates, plataneras y demás, plantando 350.000 pinos en Veneguera? ¿Y en ello 40 trabajadores, más los niños pequeños también en torno a ese mismo número sacados de las aulas para esa faena? ¿Se le condiciona así en defensa de lo que no tienen defensa alguna sino sucios negocios? ¿Se mentaliza (lavado de cerebro a mentes infantiles) para que sean defensores de lo que no tiene defensa alguna posible?

Pero, sobre estos niños plantadores de pinos, a los que los periódicos y otros medios han dada tan amplia cobertura e información escrita y fotográfica, tengo alguna preguntas que hacer. Más aún, espero algún medio responda a las mismas y  es que para sacar a un alumno de las aulas, para faena laboral como la citada, pregunto: ¿Dieron los padres de esos supuestos cuarenta (40) niños permiso por escrito y formado para que sus hijos fueran a plantar pinos en lugar de árboles frutales (que tampoco es de recibo y labor de niños)? Y si firmaron, ¿pueden mostrar a los Medios esas firmas autorizando a sus menores a plantar pinos? De lo contrario, la cosa es más que grave y otros ministerios como los de enseñanza, defensa del menor, y demás, debieran tomar parte en este más que grave asunto. Al menos a un servidor se lo parece. Si soy padre de uno de esos menores, personalmente no doy permiso para que planten lo que va en perjuicio de la tierra y de la alimentación.

Así que 40 señores mayores cobran por plantar y unos 40 niños les hacen la jornada, plantando lo que no va a pegar, pues los niños sabrán hacer otras cosas, pero por mucho que se explique cómo se hace eso, un niño no lo aprende. Milagro habrá sido que alguno no haya plantado un pino con las raíces al aire, o tal vez, como he comprobado en plantaciones similares y hasta hechas por técnicos, han plantado sobre piedras, donde es imposible pegue al carecer de tierra y humedad, y por más que lo hicieran mejor que los peritos agrícolas o agrónomos, no es de recibo dejar las aulas, para sustituir a los hombres plantadores -que tampoco debieran hacerlo, pues en Tenerife están arrancando los pinos y aquí ya vemos que piensan seguir haciéndolo por cuarenta (40) años más-, al fin no vamos a tener donde plantar un saco de papas, a no ser que plantemos algunas en macetas, pues seguro que a eso llegaremos y si no, ¡tiempo al tiempo!

El Padre Báez, que solo desea nos planten comida, pues sabido es que la pinocha no se come, y sí el fruto de los mangos, papayos, aguacates, plataneras -por poner algunos ejemplos-, pero el cabildo está emperretado en darnos leche de tabaiba y pinocha para matarnos el hambre.

* Remitido para su publicación en La casa de mi tía