Con la montaraz derecha/ultraderecha ¡pobre España! - por Erasmo Quintana *

Lo que vemos aquí es difícil que esté sucediendo en cualquier otro lugar. Lo importante para esta gentuza con la tremenda escandalera que tienen formada, es desacreditar y desgastar a este Gobierno de coalición; hay un descomunal complot, diseñado a tiralíneas y cartabón, de acoso y derribo a Iglesias y Sánchez, parecido al que le hicieron a Felipe González (Luis María Ansón dixit, cuando era director de ABC). La historia se repite. Todo lo relativo a la pandemia y su secuela infernal de muertes, les tiene sin cuidado. Y los nuevos ricos, han puesto de moda meterse con la izquierda, para lo que no necesitan evidencias, pues si no las tienen, las inventan. Hay como una pugna para ver quién es más duro y original en el bando facha, al tiempo que buscando notoriedad en la extrema derecha. De la solidaridad con los muertos y sus familias, es que ni saben qué es eso. 

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ha tenido que sufrir y soportar estoicamente las gamberradas del “periodista” Eduardo Inda y sus adláteres, que no desperdician ripio para, si no tienen materia, inventarse lo que sea que les sirva para atacarlo inmisericordemente. Cuando el dolido responde al ataque, juntan Roma con Santiago ofendidos; si el de Podemos se defiende, es un ataque a los periodistas y los medios de comunicación, cosa para ellos intolerable. Da la impresión que el periodista tiene patente de Corso: ellos pueden insultar al político, pero éste no puede meterse con el periodista, ni siquiera para defenderse. Para Mariano José de Larra, esa clase de periodistas le merecía una opinión: “El periodista ha de tener del perro el olfato, para dar con tiempo dónde está la fiera, y el ladrar a los pobres, y saber dónde hacer presa, hincando los dientes; ha de pinchar como el espino y la zarza los pies de los caminantes desvalidos, dejándose hollar de la rueda del poderoso.” 

En España, para que todo esté bien y en orden, tiene que ser el PP quien gobierna. Si es la izquierda, ese bálsamo de paz y tranquilidad nacional se convierte en el mismísimo Infierno. Así es este país irredento. Lo natural para la mentalidad hispana, es que el pobre -llámese el vulgo- malviva en su mísera precariedad, mientras ve que el privilegiado, con su vida llena de comodidades y convertido su entorno en un auténtico paraíso, les hacen creer que ello es debido a un designio divino. Es por esto que si alguien de ese estrato social humilde tiene la posibilidad de acercarse a los privilegios de los ricos, todo el mundo se ofende: “Tienes que continuar ahí, de donde procedes”, parecen decirle. 

En el acoso a Unidas Podemos caemos en la cuenta de que vivimos en un país injusto y anacrónico. Porque Pablo Iglesias se ha defendido de la tremenda metralla que le cae a diario, todos los medios mercenarios de la ultraderecha se hacen eco, ofendidos, empleando horas que rivalizan con las que emplean en las triquiñuelas del Rey Emérito, equiparando en importancia uno y otros. Casado, Abascal y Arrimadas, subiéndose al carro de la insidia le piden al presidente Sánchez que desautorice a Iglesias por los insultos “a la prensa”.

No dicen a “una determinada prensa”, sino a toda la prensa. Sánchez, sin embargo, no se pronuncia. Vox quiere personarse como acusación particular en las diligencias abiertas en la Audiencia Nacional, aprovechando la escandalera nacional, así como Ciudadanos pide la comparecencia de Iglesias para que explique su papel en el robo del móvil de su exasesora. A todo esto, Iglesias solicita una Comisión de Investigación en el Parlamento, a la que quiere que asistan Rajoy, Sáenz de Santamaría e Inda, entre otros.

Cada vez caigo más en la cuenta de que estamos todos a merced de los intereses de gente poderosa (esa que nunca se presenta a elecciones, ni falta que les hace), capaces de trastocar nuestras vidas sin el mayor esfuerzo. Fijémonos en la declaración que hizo David Rockefeller, Banquero y hombre de negocios, nieto e hijo de magnates petrolíferos multimillonarios de EEUU, murió en 2017, con 101 años, declaración que hizo en la Asamblea de la ONU, en septiembre de 1994: “Estamos al borde de una transformación global; todo lo que necesitamos es la correcta “gran crisis” (la actual pandemia coronavírica) y las naciones aceptarán el “nuevo orden mundial.” Si éste lo dijo ante ese gran organismo internacional, es que lo pensaba en serio y que lo podían realizar. Y así fue.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana