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jueves, 18 de abril de 2024 10:09h.

No hay por donde agarrarlo. (1) - por Isidro Santana León

El otro día escucho al presidente Paulino Rivero, en la televisión colonial canaria, como siempre, gimoteando por lo mal que nos trata la metrópoli, pero esta vez sobre algo de lo que estaba advertido, magno asunto ante el que se inhibió interesadamente en su momento, incluso se opuso.
No hay por donde agarrarlo. (1) - por Isidro Santana León
 
El otro día escucho al presidente Paulino Rivero, en la televisión colonial canaria, como siempre, gimoteando por lo mal que nos trata la metrópoli, pero esta vez sobre algo de lo que estaba advertido, magno asunto ante el que se inhibió interesadamente en su momento, incluso se opuso. No menos, aprovechó él, entre las preguntas que le hizo el canario de origen indostánico, Juan Carlos Daswani, para lagotear a “La Roja” y a su entrenador, Vicente del Bosque, (elementos mediáticos para la alienación y la simplonería del pueblo, a través del fútbol), ensalzando la humildad de éste y la de sus pobres jugadores a los que, por lo visto, los ajustes presupuestarios les tienen a bocadillos de mantequilla, ¡que conmovedor!, además de ufanarse él de muy español y partícipe del bulo de que el triunfo de la selección traerá turismo y movimiento a la economía.
 
Pero no es eso lo importante de la entrevista a la vista de los que tenemos memoria histórica, por lo que le acuso, no solo de de hipócrita y mentiroso, sino de irresponsable, por reconocer ahora que el desbarajuste y el estancamiento de Canarias se debe, en gran medida, a las seiscientas mil almas (600.000) llegadas a Canarias en menos de diez años –y ésas son las censadas o sabidas–, que es tanto como embarcar, respectivamente, en nuestra nación, de 7400 Km²: dos veces la población de La Rioja; el total de población de Cantabria; más que el total de la población de la Comunidad de Murcia; más que los de la provincia de León, o que introducir algunas capitales importantes españolas en Canarias. Todo eso cuando la UNESCO aconseja para el equilibrio de los territorios y la armonía de sus poblaciones un máximo de 37 a 45 habitantes por Km², siendo la situación demográfica de Canarias superior a los 500 habitantes por Km² dado que gran parte, y gracias, del territorio está protegido.
 
Al respecto, alega que esta invasión fue originada por el boom inmobiliario y de la construcción, y parece que se olvida de que los planes de Ordenación del Territorio los han diseñado, proyectado, y aprobado, para la especulación del suelo, por consenso, todos los partidos políticos de la colonia, incluido CC, y bajo asesoramiento de tecnócratas que les previnieron de los grandes estipendios que resultarían de la fabricación de la tarta. No sólo recalificaron de rústico a urbano los mejores terrenos de cultivos, cambiando la ley que los protegía, sino que forzaron a las familias más humildes a abandonar sus lugares originarios y de asiento, ofreciéndoles cantidades irrisorias o forzando la expropiación forzosa, para favorecer a los grupos de presión que, a su vez, les retribuían o recompensaban con el pago, subrepticio, de las campañas electorales, o tantos favores hechos a políticos y/o familiares de éstos.
 
Para todo ello propiciaron la llamada y libre entrada de trabajadores de todo el mundo, sobre todo españoles, sin ningún control ni requisito; a la vez que abrieron la casa a las transnacionales de la alimentación y otras –grandes superficies y entidades financieras que han evadido el fisco y fugado toda la renta aquí generada–, las que, además de ocupar mucho de nuestro escaso territorio, consiguieron arruinar y tirar los sectores interiores de la agricultura de autoabastecimiento, desmantelar la flota de pesca artesanal –para que ocupen ese espacio la flota gallega, vasca y no sé cuantas más– el comercio y otras áreas frágiles de nuestra economía productiva etc. Sí, la dejaron ustedes hundir para favorecer la economía especulativa que, como le advertimos los independentistas y muchas organizaciones sensibilizadas con el medio ambiente, sería la futura ruina de Canarias.
 
Pero nos llamaban locos, separatistas y hasta xenófobos, cuando exigíamos de su gobierno (acuérdese de que su partido lleva treinta años gobernando con otros partidos enemigos de nuestra nación) que elaborara una ley del control de la residencia para el equilibrio de de la demografía, por la entrada masiva de personas que se sucedían y parece que no cesan. Ya ve, ahora no le queda más remedio que aceptar lo que ya le advertimos, pero no tiene la humildad ni el valor de hacer una autocrítica reconociendo que los “locos” independentistas y otros, teníamos razón. Le alertábamos de la imperiosa necesidad de la Ley de Residencia, por la fragilidad de nuestro territorio, ley de la que ya disponían y lo hacen, los habitantes de otros territorios europeos: Groenlandia, Isla de Man… y que, incluso, países como Alemania, con grandes extensiones territoriales y potentes economías, estuvieron contemplando su posibilidad.
 
Las consecuencias de la economía especulativa han sido nefastas; no sólo para los canarios y los foráneos arribados, que ahora pagan los resultados de semejante despropósito, sino para el medio, la cultura, la idiosincrasia etc., pues la deportación de los barrios, éstos en lucha por sus casas, ha generado el fraccionamiento familiar, la descohesión social, la pérdida de arraigo y, por consiguiente, de identidad, aspectos irreparables a no ser que de una vez alcancemos la independencia y reordenemos este caos. Le avisamos, en su momento, que el desarrollo de Canarias pasaba por la diversificación de los sectores productivos, desde el primario al terciario, acabando con la dependencia de los monocultivos, entendiendo que son pilares endebles y coloniales. Le propusimos orientar las universidades hacia las potencialidades del archipiélago, invertir seriamente en I+D+I y emprender una conexión estrecha con los países del continente africano, por nuestra inexorable realidad geográfica, así como establecer un marco de relaciones bilaterales con los países latinoamericanos, por ser tradición histórica y unirnos lazos, no sólo de consanguinidad sino de solidaridad, y con aquellos países de Europa y del mundo que nos interesen y les interesemos, al margen del engendro financiero llamado UE.
 
Pero nada, como siempre, fiel a su esencia y a su morralla rapiñadora, se pegan, tales glotones, al pastel, dejando a los hijos hambrientos y sin futuro. Eso a la vez que, haciendo liga con los avariciosos partidos españolista, estigmatizan desde sus púlpitos proselitistas a los que, por decoro, precaución y previsión, luchamos por la independencia como la mejor solución para Canarias, arengando al pueblo, ignorante y estafado, a un modelo de desarrollo incierto que ha creado un problema estructural, difícil de solucionar dentro del secular y pudridor estatus colonial, y a un falso nivel de vida –realmente es de acomodo– que le aliena e incapacita para dar respuesta a los vicisitudes del destino. Ni en el régimen franquista, con toda la criminalidad que atesoró (al que me niego llamarle dictadura si a esta plutocracia no la llaman de igual forma, o al bestial y anacrónico colonialismo español, quinientos años sobre las espaldas de los canarios), ha habido tanto abuso, corrupción, y sometimiento, como en la era de la llamada “democracia”