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viernes, 26 de abril de 2024 00:19h.

Somos personas, no números

No nos salven la vida. Déjennos vivir - por Ajó Tedote, desde la Residencia de Mayores La Dehesa, en La Palma

 

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No nos salven la vida. Déjennos vivir - por Ajó Tedote, desde la Residencia de Mayores La Dehesa, en La Palma

Querido Chema Tante:

Veo que publicaste una referencia, con un comentario tuyo, a un artículo de Pedro  Recio en el digital “65 y más”. Estoy muy de acuerdo con lo que tú comentaste y también con lo que dice Recio.

Ese artículo resulta de mucha utilidad, porque detalla las posiciones de la gente experta en los temas de salud o que trabaja en residencias de mayores. Pero, como tú dices con mucha razón, no se tiene en cuenta, no se escucha, a las y los que vivimos en estas Residencias de Mayores. Y por supuesto que tenemos algo que decir. Nos va la vida en ello. La vida que merece vivirse, no lo que nos obligan a vivir.

Como apuntaba Recio, las decisiones de alivio o eliminación de las precauciones ante la covid19, dándole ahora un tratamiento llamado “gripalización” a la pandemia, están especificando con claridad que las Residencias de Mayores quedan fuera del asunto y no solamente se mantienen, sino que se endurecen las medidas de precaución. En las Residencias de Mayores, cuando aparecen casos de contagio, aunque sea con efectos leves o asintomáticos, se cierra severamente el centro, se prohíben salidas y visitas, se veda la relación entre personas y a quien sufra el contagio o haya tenido contacto con alguien contagiado, se le confina estrictamente a su habitación durante diez días. En esta Residencia en la que yo vivo, nos mantuvieron a todas y todos en reclusión en nuestras habitaciones, durante tres días en nuestras habitaciones, sufriéramos o no contagio o contacto con alguien infectado. Tres días de encierro en las habitaciones. Recuerda el tratamiento medieval que se aplicaba a la gente leprosa o apestada.

Sí, cuando aparecen contagios -circunstancia que debe ser asumida como ya normal, cotidiana e irremediable, en virtud del concepto de “gripalización”- se prohíben también las actividades colectivas y la relación humana, llegando hasta a cerrar el comedor y sirviendo las comidas en los cuartos. Se nos somete a un aislamiento absoluto, no tenemos más derecho que a salir de las habitaciones de manera solitaria. Y todo indica que tal estado de cosas se mantendrá mientras dure la presencia de la covid19. Es decir, sine die. Para siempre. O en el mejor de los casos, de manera intermitente, tendremos perpetuamente sobre nuestras vidas la probabilidad de volver a ser encerrados de manera tan inmisericorde como esta ocurriendo ahora. Una pena de reclusión incomunicada sin juez ni causa. Lo sentencia el funcionario y el político.

Esta discriminación que sufrimos las personas mayores estabuladas en residencias luce de muy dudosa legalidad. No se explica qué fundamento jurídico tiene someter a reclusión no comunicada a personas cuyo único reproche es ser de mayor edad. Yo, desde luego, ignoro que exista ninguna ley que permita condenar a un grupo de personas, con esa arbitrariedad de la “vulnerabilidad”.

Como bien dices, querido Chema Tante, ya nos queda poco tiempo de vida. No parece humano privarnos de las pocas causas de bienestar y felicidad de que nos queda gozar, con la peregrina excusa de “preservar la salud”. No es justo que a una anciana en silla de ruedas, cuyo único aliciente, casi -o sin casi- su exclusiva razón de vivir, es recibir la visita de su hijo o su nieto, se le prohíba hasta ese pequeño placer. No es justo que una persona de noventa años, que disfruta razonablemente de sus capacidades cognitivas y de movilidad, se le mantenga diez días encerrado en su habitación, porque se infectó, de manera asintomática. No es justo que se limite la vida de una persona a los reducidos límites de una residencia, en soledad casi absoluta. Dan ganas de morirse. Como dices muy bien, Chema Tante, de algo hay que morirse. Al menos, dejen que lo que nos queda de vida lo podamos disfrutar en paz y felicidad. No nos salven la vida por la vía de hacernos sufrir.

Yo comprendo, Chema Tante, que estas medidas las adoptan quienes las adoptan, para preservar la salud de las personas supuestamente “vulnerables”. Quieren salvarnos la vida. Qué bien. Pero no se dan cuenta de que consiguen desgraciarnos lo que nos queda de vida.

Vivir en encierro, sin poder tratar con otras personas, sin poder recibir las vistas de nuestra gente, no es vida. Para vivir así, es preferible que venga la covid 19.

Somos personas, no números.

No nos salven la vida. Déjennos vivir.  

 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Ajó Tedote

AJÓ TEDOTE
AJÓ TEDOTE

 

MANCHETA FEBRERO22