Buscar
jueves, 25 de abril de 2024 09:47h.

Nostalgia del mañana - por Rafa Dorta


Un artículo de Rafa Dorta, que parece un poema.
Emocionante. Triste y esperanzado, a la vez.
Como debe ser, en estas circunstancias. Rafa nos cuenta lo que nos ha pasado.
Lo recomiendo.

Nostalgia del mañana - por Rafa Dorta

 
Recuerdo tu piel joven. Brillabas en la inocencia de mi piel. Nos recreábamos respirando el aire fresco del progreso, las ilusiones de aquel mañana feliz que es el hoy confuso y desesperado. Ahora todo es distinto. Pienso en las veces que nos emborrachamos juntos, los abrazos en el amanecer de la democracia, cuando no importaba el paso del tiempo.

Un día nos miramos en el espejo y al ver reflejada nuestra imagen, nos sorprendió la advertencia. Caímos en la cuenta de que habían pasado más de treinta años y nos adentramos en una profunda crisis de identidad. Fuimos corriendo a comprar tiempo, con el dinero de los intereses prestados, y nos operamos la sonrisa, nos retocamos la mirada, transformamos nuestro lenguaje. Desde entonces, nuestra piel permanece inmóvil bajo la presión del plástico, los ojos tapados por códigos de barras, la boca oculta tras el rictus estirado, las palabras del arco iris encerradas en un gris metálico.

Después jugamos a seguir engañándonos, y volvimos a comprar más tiempo, cualquier cosa nos valía, consumíamos sonidos enlatados, alquilábamos sueños prefabricados, construíamos símbolos de cartón.

Más tarde decidimos que ya no había marcha atrás, y le otorgamos todo el poder al bienestar individual, la exaltación del yo supremo, despreciamos para siempre al bien común. Olvidamos la renovación de las ideas, enterramos la cultura política, tatuamos nuestra piel de frivolidad. Nos abandonamos a la codicia impune, creyendo que así seríamos más libres, y nos perdimos en el maquillaje de una estética disfrazada de sofisticación; desarrollamos el refinamiento tecnológico para dar rienda suelta a la economía del egoísmo extremo.

Al fin, nos separamos. Ya no aguantábamos más y terminamos por divorciarnos de la solidaridad. Entregamos los abrazos a los dueños del gran capital. Huíamos del espejo, y continuábamos instalados en la desmesura, pletóricos de burbujeantes mentiras, que fueron creciendo en nuestro interior, tanto que ya no nos caben dentro, y explotan destruyendo los antifaces, y nos van dejando desnudos de esperanza. Resistirse es inútil, se nos acabó el dinero para comprar un tiempo que ya es demasiado caro.

En este preciso momento, quiero buscarte para encontrarnos de nuevo. Mi deseo es contarte que dije adiós a las máscaras, y que tú hagas lo mismo, y abrazarnos, y correr a emborracharnos juntos como solíamos, y recuperar la nostalgia de un mañana feliz, y sentir tu piel arrugada en los surcos de mi piel, sin miedo a resolver nuestra próxima crisis de identidad, cuando un día la descubramos ante el espejo.