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martes, 19 de marzo de 2024 08:06h.

Quitar a martillazos la placa de la casa natal de Largo Caballero es toda una declaración de principios

Nueva ofensiva derechista y monárquica - por Carlos Martínez

 

FRASE MARTÍNEZ

Nueva ofensiva derechista y monárquica - por Carlos Martínez, politólogo, secretario general del PSLF y miembro del Consejo Científico de Attac

 

¿A qué se debe la manida crispación que estos meses sufrimos? ¿Es acaso una casualidad fruto de lo malos que son todas y todos los políticos como sostiene el grupo PRISA? Trataré de aportar algo de ideas y luz, en mi opinión.

La transición, a pesar de las loas que despierta en medios oficiales fue en realidad para la izquierda un trágala plagado de condiciones que aceptar a cambio de acabar con la dictadura. Hay que recordar y ningún historiador me va a contradecir que las izquierdas y las fuerzas nacionalistas democráticas deseaban una ruptura democrática. La ruptura era imprescindible si se deseaba alcanzar un régimen democrático, votar la forma de estado y convocar unas cortes constituyentes, pero no fue así, el propio aparato franquista con Suarez y el rey a la cabeza iniciaron una operación de recambio en medio de una represión que continuó al objeto de frenar a las fuerzas obreras y de izquierdas o simplemente democráticas que respondieron con unas movilizaciones populares intensas, incluidas huelgas generales, grandes manifestaciones y algunos centenares de muertes, que a pesar de todo lograron que se dieran pasos adelante, si bien no la depuración de los aparatos franquistas policiales, judiciales, militares y funcionariales que siguieron plenamente operativos. El hecho de que los jueces, los mandos policiales y de la Guardia Civil siguieran, garantizaba que todo el engranaje fascista quedada intocable y por supuesto la corona que era la heredera del sistema creado por el dictador Franco. A esto hay que añadir todo el conglomerado económico, las grandes familias poderosas económicamente y la aristocracia, todos ellos beneficiados de la dictadura entre otras cosas al carecer las clases trabajadoras de derechos sindicales y democráticos, que los ricos y aristócratas jamás exigieron.

Cuarenta años de terror, educación autoritaria y ultra católica pasan factura. Si a esto se le une que las izquierdas oficialistas y en los casos de Felipe González, Carrillo y Guerra de forma especial decidieron, a cambio de poder jugar un papel, entrar no en la reconciliación y el perdón, sino en la amnesia y el olvido, la cuadratura del círculo se completaba. Olvido y aparato franquista en el poder, no es sino la continuidad que vivimos ahora con una monarquía oscura e intocable, una derecha que no ha dejado de ser franquista en su inmensa mayoría, excepto en País Vasco y Cataluña y unas izquierdas oficialistas ya acostumbradas a tragar e incluso defender el status quo heredado llamado ahora “pacto constitucional” olvidando lo mucho que pesó la División Acorazada Brunete en la confección del texto constitucional y el hecho de que a los tanques solo los podía parar el rey, cosa esta que ya no está demasiado clara. 

La amnesia y la negativa inicial a reivindicar la depuración del franquismo, a enseñar en las escuelas como se hizo en Italia o Alemania lo que significó el franquismo, no hacer nada por dignificar a los fusilados y fusiladas, represaliadas, torturados y torturadas o abandonar la verdad histórica en las aulas y como el franquismo no era sino el producto de un golpe de estado más cruento que el de Pinochet en Chile y que aquí había habido un terrorismo institucional de cuarenta años ha posibilitado que ahora las derechas, las tres derechas que iguales son, el que el negacionismo regrese y el franquismo tanto en el PP como en VOX resuciten. Quitar a martillazos la placa de la casa natal de Largo Caballero es toda una declaración de principios. 

Pero el problema no es que la derecha monárquica niegue los hechos de sus mayores o restituya en positivo la memoria de un dictador más cruel que Benito Mussolini, sino que además bloquee cualquier avance social o democrático, haga suya una constitución que no votó e imponga no solo un Consejo General del Poder Judicial ya caducado y politizado sino que consiga por cobardía del gobierno de coalición la perpetuación de la ley mordaza o la reforma laboral, una reforma laboral que impide la libertad sindical y aboca al despido a cualquiera trabajadora o trabajador precario, que simplemente se atreva a reivindicar ser dado de alta en la seguridad social.

Por eso la batalla que la derecha ha iniciado para mantener un gobierno de los jueces derechista es deleznable y provocadora, chula y plagada de mentiras. Es una prueba de que el franquismo y sus nuevos aliados se resisten a perder cualquier gramo de poder en lo que importa y decide. El Gobierno de Coalición por otro lado cuenta con la mayoría suficiente para hacer los cambios que la mayoría social demanda y eso le exigimos. 

Hemos de darles la batalla democrática, social y cultural a los herederos de Franco, los mismos que tratan ahora de bloquear en la Unión Europea cualquier avance y hemos de recordar que los aliados de Orbán, el líder ultraderechista húngaro, en la UE son el PP y VOX.        

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Carlos Martínez

CARLOS MARTÍNEZ PSLF

MANCHETA 21