Dedicado al coherente veterano militante socialista Antonio Aguado, en sus 50 años de activa permanencia en el PSC-PSOE
Un país se puede considerar moderno cuando cuida a sus mayores - por Erasmo Quintana
Un país se puede considerar moderno cuando cuida a sus mayores - por Erasmo Quintana, socialista *
Estimado Chema Tante: El presente comentario quiero dedicárselo al gran y leal amigo de muchos años, Antonio Aguado Suárez, porque este domingo 26 de junio, cumple cincuenta años como militante del PSC-PSOE. Lo comento porque observo que cuantos más años permanece en su partido, más le exige al mismo en todo lo que tiene que ver con su línea doctrinaria de izquierdas. Su lucha es más necesaria que nunca, porque en muchos aspectos éste ya no es aquel en el que se afilió hace medio siglo. Yo lo hice más tarde, pero mis fuerzas flaquearon hasta el punto de abandonarlo hace algún tiempo.
Nota de Chema Tante: Por mi parte, me uno con mucho cariño a este reconocimiento a Antonio Aguado en su medio siglo de abnegada militancia socialista. El "coherente veterano militante socialista", como yo llevo proclamando casi a diario desde hace ya una década, es un ejemplo de solidez de criterio y de fidelidad a los ideales primigenios de un partido que algunas personas se empeñan en despojar de sus siglas de socialista y obrero Y es gracias a los y las militantes genuinamente socialistas, de los que Antonio Aguado por fortuna no es el único, que se mantiene la esperanza de que el glorioso partido fundado por Iglesias Posse vuelva a protagonizar como en otros tiempos la lucha social y política en el estado español. Y no dejaré de decir que muchas otras personas, como Erasmo Quintana, que abandonaron la militancia formal en el partido, continúan siendo socialistas de hecho. Ni se es socialista solamente "porque lo diga un papel", como en el bolero, ni se deja de serlo por carecer de ese papel. Enhorabuena a Antonio Aguado, enhorabuena a Erasmo Quintana, enhorabuena a los y las socialistas que mantienen la lucha por las libertades de los pueblos del estado español y del mundo.
El Congreso de los Diputados español aprobó el 9 de junio próximo pasado y el Senado ha confirmado, una ley que pone en solfa la supervivencia del sistema público de pensiones. Motivo que hace necesaria la continuidad e intensificación de la lucha emprendida por el movimiento constituido frente al Parlamento, impulsando una amplia movilización social, y uniendo a las y los trabajadores, así como a la juventud, aleccionándola porque ella también será mayor, para crear las condiciones que contribuyan al rechazo masivo de esa política que queremos contra la derivación de fondos públicos de la Seguridad Social a las empresas privadas.
El Estado se encuentra en la obligación constitucional de garantizar unas pensiones públicas dignas, aunque sea necesario hacerlo a través de los Presupuestos Generales del Estado, y cuando los gastos sociales son obligatorios, frente al innecesario despilfarro y al parasitismo.
Esto es un imponderable para un Gobierno de coalición progresista. La Plataforma debe defender las pensiones públicas suficientes, por lo que nos oponemos radicalmente a esta ley que, de manera subrepticia, nos quieren imponer, exigiendo su derogación, al igual que las anteriores reformas de los años 2011, 2013 y 2021. Merece luchar contra todo empeoramiento, como la reducción de retribuciones, aumento de la edad de la jubilación que se pretende, conquistada a favor de la brecha de género, contra la precarización sistemática del trabajo, que viene a debilitar también las pensiones. Debemos luchar por la defensa de un sistema público de pensiones sin injerencias de la gran patronal y la banca.
Yo, personalmente, me solidarizo con las justas reivindicaciones unitarias de la lucha por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, reivindicando así mismo el mantenimiento del poder adquisitivo, que es un mecanismo justo para no empobrecer a los pensionistas, pues cada vez que el IPC sube, en la medida que sea, en ese mismo porcentaje hace más pobre al necesitado. Incrementar, pues, la pensión en la misma proporción que el coste de la vida, esto hace que demandemos la continuidad de las pagas de compensación por la pérdida, que se viene aplicando con la última reforma de 2021. Pienso que ninguna pensión debería estar por debajo del salario mínimo interprofesional (SMI), exigiendo que éste llegue a 1.200 euros, para así dignificar la totalidad de los salarios y las pensiones, eliminando de paso la injusta brecha de género.
Me opongo a la propuesta gubernamental de la privatización total o parcial del Sistema público de Pensiones, en cualquiera de sus fórmulas, ni PPEs, ni otros fondos de gestión privada. La rapacidad de los halcones que nunca duermen no tiene límites, por lo que nos oponemos al desvío de cotizaciones de la Seguridad Social a fondos de capitalización individual, por lo que gritamos un no claro a la ley de Fomento de las Plataformas de Pensionistas (PPEs). En la lucha deben buscar el apoyo de las clases obreras, de los barrios, en los pueblos, en las administraciones y empresas; entre los sindicatos y jóvenes de los movimientos sociales, para conseguir intensificar la resistencia en la defensa del Sistema Público de Pensiones. Luchemos por “un salario universal y por la reducción de la jornada laboral”. Ya tenemos empresas españolas que la han instaurado, con bastante éxito. Con ello se solucionaría la entrada al mercado de trabajo de los jóvenes. Ahora, para los mismos, el actual sistema es una locomotora descontrolada que los lleva al abismo, y todavía estamos a tiempo.
Los eslóganes que más se oyen son: “¡Pensiones justas y suficientes que permitan vivir dignamente a los pensionistas de ahora y de mañana!”. “¡Por los derechos sociales y laborales!”. “¡Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden!”. “¡Que no nos roben la pensión!”. Por mal sino, la degradación democrática que cada día vemos con mayor intensidad en nuestro país es un hecho incontrovertible, llegando a la conclusión de que ésta es una “democracia tutelada” por un Sistema muy bien urdido y montado, pensado más bien en las clases privilegiadas, que se encuentran en la cúspide de la pirámide, sirviendo de base a la misma un ingente grueso numérico del pueblo llano, dependiente máximo de esa clase que se halla en lo más alto. Todos los resortes de este Sistema: Iglesia, la Corona, Ejército (que en puridad debería estar para defender a los españoles), Justicia y la Nobleza, además de las Grandes Empresas Internacionales, están como una piña, siendo los que gozan de las excelencias del país, a pesar de las consecuencias tan nefastas de las pandemias, y ahora, de una guerra europea, encontrándose (el Sistema) privado de su alma y bailando en una pata sola.
Todos somos iguales ante la Ley, pero no ante los encargados de aplicarla, ha dicho alguien. Qué país más triste el nuestro. Culturalmente hablando es una potencia universal con los grandes monumentos históricos, los museos que tiene, atesorando obras de los mayores pintores y escultores del mundo, inventores y literatos de nivel mundial, pero es una vergüenza en lo político: aquí se ensañan con el partido que más en cuenta tiene a los desheredados y más desfavorecidos de nuestra sociedad: Podemos; un exJefe de Estado que nos avergüenza, siendo el estupor del planeta, así como miembros del Ejército en la reserva -ya jubilados- poniendo impunemente en papeles a Felipe VI su deseo de fusilar a veintiseis millones de españoles, niños incluidos. Por lo que parece, el Ejército no es para defender a los nacionales de la agresión de un país extranjero, está para fusilarlos en paredones de los cementerios. Esta es la verdadera España que tenemos.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana
