Un Parlamento frustrante. Las derechas lo van consiguiendo  - por Erasmo Quintana *

No se puede llamar a un sistema “democrático” si éste no se provee de leyes que eliminen barreras que impidan que todos puedan ser iguales en derechos y a la hora de beneficiarse de los resultados del esfuerzo colectivo, de la fraternidad del conjunto de la sociedad. El gobierno de coalición ha puesto en marcha los ERTEs y la ayuda que supone el Ingreso Mínimo Vital para las familias que lo han perdido todo por la aparición de la pandemia de la covid-19, viniendo a trastocar la vida de un importante número de españoles, los cuales, de tener lo justo para ir tirando, ahora carecen de lo más mínimo para una vida digna. Los ERTEs han empezado a cobrarse, pero todavía queda un nada despreciable número de necesitados que todavía no lo han cobrado, siendo algo de supervivencia. Se echa de menos un manual de buenas prácticas para el desarrollo de esta esencial política, solicitando se aprueben niveles de inversión que puedan acordarse en cada una de las Comunidades.

Hemos venido insistiendo en los últimos días del gran teatro que es la política nacional, muy lejos ya de aquel espíritu serio y responsable de la Transición, la que sin embargo nos vendieron como ejemplo al mundo del paso de una dictadura a la democracia, cuando en realidad fue una continuidad del franquismo, porque la imposición de la Corona (Jefatura del Estado, que se sucede de padres a hijos Ad infinitum) es su extensión, así como la derecha está armada por exministros de Franco. Los miembros de la oposición conservadora, bastante jodidos por los innumerables casos de corrupción que les afectan, no dudan en criticar hasta la caricatura la acción del Gobierno de coalición en aquello que ha hecho mal, según su peregrino criterio, o en lo que se inventan. La principal acusación de Casado es que no se hace nada; y lo más relevante de todo, las peleas y la descoordinación en el seno del Gobierno, buscando una dictadura de izquierdas.

En la sesión parlamentaria del miércoles, PP, Vox y Cs, abrieron la caja de Pandora pensando únicamente en los votos, como si estuviéramos a las puertas de nuevas elecciones, sin tener en cuenta una vieja conseja carpetovetónica que dice: que bien está lo que bien acaba, como el éxito cada vez más notorio de la derrota del coronavirus. No sé si el tema que consumió todo el tiempo de sus señorías era uno de los puntos del orden del día porque, de no estarlo, es imperdonable que la presidenta de la Mesa permitiera que se hablase tan poco de la petición (del Gobierno) y aprobación de la renovación del Estado de Alarma por sexta vez, que además era el tema estrella. Lo que ocupó tantas horas (la reprobación del ministro de Interior, Marlaska, tenía entidad para hacer un pleno con ese incidente). Con mucha maña la oposición maneja lo del coronel Pérez de los Cobos, insultada porque lo destituyó el ministro. Éste parece ser alguien de “los suyos” en vista de tanta algarabía que han montado. Grande-Marlaska perdió la confianza en él; así que hizo lo que se hace en estos casos. ¿Cómo va a seguir confiando en el coronel, cuando se entera que está invirtiendo su tiempo en un informe que le encarga una jueza para ver el grado de responsabilidad en el 8-M del Delegado del Gobierno de Madrid, a espalda suya, sin tener conocimiento de lo que está haciendo?  De los Cobos es militar, por lo tanto sabe la importancia que se da a la obediencia debida al superior, y el ministro del Interior es su inmediato superior. ¿Qué dicen sus acólitos derechosos? Si lo de Marlaska lo hace Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior con Rajoy, todos estos comentaristas de derechas no hubieran dicho ni “mu”. Fue incluso a más: creó la “policía patriótica”  al objeto de espiar e inventar patrañas para incriminar a la oposición. Ante esto, la Quinta Columna de comentaristas de derechas, silencio absoluto.

El debate del miércoles coincidió con ser el primer día, desde la declaración de la pandemia, en que no hubo muertes por el coronavirus. De esta buena noticia no hubo ni una sola referencia por sus señorías. Esto sí que era importante, por lo que había que felicitarse. Pues no. El debate en el Parlamento sonrojó a toda la nación, que paga con sus impuestos una gran millonada a unos políticos que no están a la altura del más humilde de los ciudadanos. Es para cerrar directamente el Parlamento de los Diputados y el Senado, que ambas instituciones de la Democracia no sirven para nada edificante. Todos, al estercolero. Unos porque lo suyo es el insulto, la provocación y medrar agenciándose el bienestar económico personal; y los otros, porque les entran al trapo, que es lo que desean los primeros desde el primer momento, para seguir insistiendo en lo mismo.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana