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jueves, 18 de abril de 2024 10:09h.

Con Pedro Lezcano, 16 años después - por Nicolás Guerra Aguiar

Pedro Lezcano Montalvo (filósofo con raíces helenas; poeta…) será este 2016 el protagonista del Día de las Letras Canarias. Y aunque con frecuencia se le identifica con el poema “La maleta” no es esta, precisamente, su mejor composición de compromiso social (así lo confirmé cuando me regaló en 1984, con entrañable dedicatoria, la edición ilustrada por Manuel Cardona). Pero este poema lo popularizó en momentos de sensibilidad ciudadana frente a la otanización de España.

Con Pedro Lezcano, 16 años después - por Nicolás Guerra Aguiar *

   Pedro Lezcano Montalvo (filósofo con raíces helenas; poeta…) será este 2016 el protagonista del Día de las Letras Canarias. Y aunque con frecuencia se le identifica con el poema “La maleta” no es esta, precisamente, su mejor composición de compromiso social (así lo confirmé cuando me regaló en 1984, con entrañable dedicatoria, la edición ilustrada por Manuel Cardona). Pero este poema lo popularizó en momentos de sensibilidad ciudadana frente a la otanización de España.

   Desde muchos años antes Pedro estuvo comprometido con la sociedad, es decir, con la visión universal que reclama mundos en libertad y exige el imperativo de la justicia social. Es uno de los cinco poetas que compusieron Antología cercada (1947), obra crítica  que convierte al ser humano –y a los poetas- en su protagonista principal, denuncia contra los cercos que aprisionan en la España franquista y cuya reedición (2012) debemos al Cabildo grancanario (gobernaba el PP).

 

En 1958 su Consejo de paz recibe el Premio Gabinete Literario de Las Palmas. La edición de 1965 amplía a seis las tres estructuras estróficas iniciales del poema que da nombre al libro. Entre las nuevas, la número tres: “Negación de los nombres. / Negación de las frases. / Si no sois primavera, espuma o viento, / Fuerzas de Tierra, Mar y Aire. / Si el vendaval no sois ni la semilla / ni la lluvia que nace de los mares, / usurpadores sois de las palabras / nobles y elementales”. Esta estrofa desestabiliza al capitán general de Canarias, quien aprovecha la reproducción en una página de Diario de Las Palmas para iniciar consejo de guerra contra Salvador Sagaseta y Juan Hernández Rodríguez (redactor-jefe en funciones de director). Un año después, también contra Pedro. (Por cierto: el poeta sustituye en su última Antología “usurpadores” por “usurpadoras”.)

   Cuando antes de su presentación –2001- le expliqué a Pedro el esquema de trabajo para lo que sería el libro “3 consejos de guerra y 1 ‘Consejo de paz’. De Sagaseta a Lezcano” (CCPC), sentí en su mirada una profundísima emoción. A fin de cuentas aquella inmediata publicación iba a recrear terribles experiencias personales que padeció el poeta durante años. Aparte de un esbozo literario sobre su obra y la recuperación del “Juicio literario contra Consejo de paz” (1965) a que fue sometido por novísimos poetas canarios (Eugenio Padorno, Lázaro Santana, Manuel González), el trabajo se centraba en tres consejos de guerra, de los cuales padeció directamente uno.

   Así fue: el 6 de abril de 1962 el abogado Fernando Sagaseta y ocho acusados más son condenados -“Consejo de Guerra Sumarísimo”- a varios años de prisión por su militancia política: “Canarias Libre, movimiento no solo separatista […] sino que además estaba matizado por un cierto izquierdismo marxista”, dicta la sentencia. Después, el capitán general de Canarias deniega el indulto.

   El 2 de diciembre de 1966 se celebra en el castillo de Mata el primer consejo de guerra contra un menor de edad -Salvador Sagaseta de Ilurdoz Paradas, compañero de aula en el INB Pérez Galdós- y Juan Hernández, acusados de “Injurias a las Fuerzas Armadas”. Salvador había publicado en su página del Diario un poema de Lezcano (“Consejo de paz”) con foto del cantante Antoine, quien señala con un dedo una de las estrofas. Son absueltos. Pero el capitán general recurre al Consejo Superior de Justicia Militar: este decreta la nulidad de las actuaciones, pues no figura Pedro Lezcano como imputado.

   El 15 de junio de 1967 Salvador es condenado en un segundo consejo de guerra a dos años de cárcel; el poeta, a seis meses y un día; absuelven al redactor- jefe. La autoridad militar solicitará al Gobierno el indulto para Pedro Lezcano. Este lo rechaza: “Agradezco el indulto que se me brinda, pero comprendo que alguien se pregunte por qué no alcanza al más dañado de los dos […] Yo he destruido la vida de un muchacho con una simple poesía. Lo tuve más cerca que nadie, en el banquillo de los acusados. A mí me dio vergüenza de lo que él pensaría. Y sospecho que esa vergüenza me durará dos años. Déjeme usted que la pase en silencio”. (Fragmento de una carta que le dirige al Comandante Jefe de Estado Mayor, pues le habían propuesto el indulto a cambio de un escrito en los periódicos: recriminaría a Salvador por reproducir el poema sin su autorización.)

   Pedro Lezcano atendió a mis explicaciones sobre la estructura del futuro libro. A fin de cuentas no solo había dejado en mis manos todo el ordenadísimo material que guardaba También fue básico informante y, sobre todo, ecuánime. Y me comprometió con una promesa: como algunos comentaban que había abandonado a Salvador, solo debía usar las palabras escritas por tales años, no aquellas orales de las que me hacía partícipe.   Pedro me insinuó, en su modestia, que para él sería un honor escribir el texto de la contraportada. Pero también con una condición: sólo leería el libro cuando saliera de la imprenta. Obviamente la distinción que me brindaba no la desaproveché. Y como siempre, desde la sensibilidad hizo hincapié en el maltratado Salvador, a quien consideró víctima de su poema.

   Pero aquella noche del 25 de enero de 2001 (foto), cuando se presentó 3 consejos de guerra y […], un salón de actos a rebosar llenó de satisfacciones a Pedro y a Salvador: fue la denuncia pública a sus tragedias, sobre todo frente al terrible ensañamiento contra Salvador, marcado por su apellido Sagaseta. Marisol Ayala escribió en LA PROVINCIA: “[…] El autor de la obra se refirió a todas las vicisitudes de los consejos de guerra y recitó el poema ‘Consejo de paz’. “Si este calumniara a alguien, lo asumo como propio”, dijo entre el emocionado silencio de los asistentes”.  Y vi, desde la mesa, cómo Pedro y su mujer me acompañaban en los versos orales. También Salvador, sentado entre alumnos míos del Pérez Galdós, los recitaba. A fin de cuentas nos unían lezcanoanas palabras que aconsejaban la paz frente a la guerra.

* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar