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martes, 16 de abril de 2024 10:08h.

Perdonen que me indigne, por Paco Vega

 

paco vegaA la vuelta de Semana Santa, de recogimiento y reflexión para unos y de descanso y distracción para otros, permítanme que yo les haga llegar no tanto mi recogimiento, pero si un pequeño remix de reflexión con mezcla de indignación.

A la vuelta de Semana Santa, de recogimiento y reflexión para unos y de descanso y distracción para otros, permítanme que yo les haga llegar no tanto mi recogimiento, pero si un pequeño remix de reflexión con mezcla de indignación.

Perdonen que me indigne, por Paco Vega *

Me indigno por lo que veo y escucho cada día en las redes sociales, en la oficina, en los bares, en los supermercados, en las calles y las reuniones de amigos. La inmensa mayoría de la gente permanece impasible ante el acontecer diario de la política, soportando recortes de todo tipo a los que trabajamos por un mísero sueldo (el que lo tenga), mientras se subvenciona, condona o indulta a los que se lo están llevando calentito a los paraísos fiscales.

Me indigno al comprobar que la vida de muchos gira exclusivamente en torno al fútbol, y que para ellos no exista más interés que el acontecer diario de once personas dándole patadas a una pelota, mientras otros nos roban cada día un trocito de nuestra escuálida cartera, de nuestros derechos y libertades. Que no es malo que a la gente le guste y disfrute con el fútbol -faltaría más- lo malo es cuando no se quiere saber de otra cosa. Creo que hay tiempo para el fútbol y para disfrutar de nuestro tiempo libre, pero también debe haber tiempo para estar atentos a las leyes que se cuecen en los parlamentos, las decisiones que se toman en nuestros consistorios, quién defiende según qué cosas y lo que significará para nuestro bolsillo, para nuestro futuro y el de nuestros hijos. Quién vota a favor o en contra de según qué políticas. En definitiva, mirar por nuestros garbanzos...

Tener confianza plena en nuestros dirigentes políticos, a pesar de que juren sobre la biblia y prometan cumplir la constitución, es de una ingenuidad dramática que nos ha traído hasta esta cloaca de corrupción en que se ha convertido este país. Confiar en un señor porque milite en un partido que creemos que representa nuestros intereses y vista de chaqueta y corbata, es de una ingenuidad que bordea lo delirante. Obras son amores y no buenas razones, que dice el sabio refrán...

Me indigno al comprobar que algunos sólo se asoman a la realidad de la vida en periodo electoral, para dejarse engañar por el más mentiroso y caradura, el mejor actor, el más guapo, pero sobre todo por el que la tenga más grande (la cartera), para bombardearte con sus mentiras a través de los medios de comunicación cómplices y fieles servidores del mejor postor... Esos son blanco fácil del tremendo engaño en el que vivimos. Otros, los que se huelen la chamusquina, simplemente no votan, para luego alardear de su escepticismo político, mientras los mentirosos y caraduras esbozan su media sonrisa de satisfacción, seguramente pensando “¡qué bueno!, que los que “se han olido la tostada” NO VOTAN.

Me indigno porque este sistema -supuestamente democrático- está articulado para que las minorías queden silenciadas y sin representatividad. En Canarias estas desigualdades claman al cielo, al estar sometidos a la que probablemente sea la Ley electoral más desigual del mundo. Así todo seguirá girando en torno a los polos controlados por los mismos intereses económico-empresariales.

Me indigno porque compruebo que, a pesar de lo que pueda parecer, cada vez es más difícil acercarse a LA VERDAD. Se suele decir que esta sociedad, gracias a los medios de comunicación, internet y las redes sociales, es la más informada de los todos los tiempos. Sin embargo NO ES CIERTO. Y no lo es porque éstos también son utilizados inteligentemente por los grandes poderes económicos y financieros para fabricar “su verdad”, de tal forma que todo se convierte en una suerte de selva de mentiras (o medias verdades -que para el caso es lo mismo-) e intereses cruzados, en la que es muy difícil avanzar sin un afilado criterio en la búsqueda de la verdad de las cosas.

Hay que hacer un esfuerzo monumental por entender y conocer lo que nos conviene para que no acabemos, en esta malsana prostitución de la verdad, BESANDO LA BOTA QUE NOS PATEA EL TRASERO.

En estos días tenemos la prueba evidente de a qué sardina le está arrimando el ascua el actual gobierno. Las reuniones y arrumacos con la gran patronal son sólo un síntoma de la enfermedad. En estos días también nos llegan algunos “destellos de justicia” a través del impenetrable muro que ha ido formando la corrupción en este país.

¿Será que quizás hemos “disfrutado” de corrupción por encima de nuestras posibilidades…?

Lo triste de la opinión que aquí expreso es comprobar que, hay una multitud de personas que conociendo el desborde de corrupción que sufre este país, sigue votando lo que vota por miedo. Esa herramienta de alineación del pensamiento que usan las dictaduras (y las dictablandas) está haciendo estragos entre la población y muchos se están creyendo los terribles males con que nos amenazan los medios de comunicación a sueldo de los grandes poderes económicos.

Me indignan los nuevos partidos que se presentan con aires de cambio, democracia y  regeneración política, para luego convertirse en soporte o muletilla de los mismos de siempre, votando las mismas políticas y validando los mismos recortes. Las marcas blancas les llaman, mismo contenido con mejor presentación o envase.

Me indignan los viejos políticos acomodados en el sistema y en la buena vida, que creen que aún pueden engañarnos como en el pasado.

Algunos, distraídos con el PAN Y CIRCO como estamos, cualquier día no tendremos más libertad que la de dar alaridos en los campos de fútbol… Para entonces es posible que los leones ya nos hayan devorado.

* En La casa de mi tía por gentileza de Paco Vega

paco vega