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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Plutocracia vestida de democracia - por Teresa Galeote

 

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Plutocracia vestida de democracia - por Teresa Galeote 

“No es que sea pesimista es que el mundo es pésimo”.

José Saramago

 

¿Qué relación hay entre la globalización, privatizaciones y la democracia neoliberal? La respuesta es tan simple como concreta: el dinero. Las democracias liberales protegen al poder económico sobre cualquier otro valor humanístico. Y en cuanto a participar en política, quien tiene dinero, participa; quien no lo tiene queda afuera.

Los partidarios del régimen liberal reconocen su dependencia del dinero. Varios países están buscando leyes de financiación que establezcan el dinero que las grandes corporaciones puedan aportan a los partidos políticos. Pero creer que esta situación radica solamente en los países recientemente democratizados es, cuando menos, una ingenuidad. Países con larga trayectoria democrática liberal tienen ese mismo problema. Está extendida la idea de que Estados Unidos en una democracia en estado puro, pero hace bastantes años que desde la cuna del Imperio se escuchan cada vez más voces denunciando el carácter “plutocrático” de la democracia neoliberal de EE.UU.

Marty Jezer, conocido activista estadounidense, afirmó en Money in Elections, publicación mensual de Washington Times, (agosto de 1996) lo siguiente: "El dinero es el mayor determinante de la influencia y del éxito político. El dinero determina qué candidatos estarán en condiciones de impulsar campañas efectivas e influencia, qué candidatos ganarán los puestos electivos. El dinero también determina los parámetros del debate público: qué cuestiones se pondrán sobre el tapete, en qué marco aparecerán, y cómo se diseñará la legislación. El dinero permite que ricos y poderosos grupos de interés influencien las elecciones y dominen los procesos legislativos”.

Marty Jezer

Marty Jezer

La financiación de los partidos políticos de EE.UU. es un claro ejemplo de lo expuesto por Marty Jezer. Los políticos estadounidenses hablan de dinero blando y de dinero duro para referirse a cómo fluye el dinero a los partidos. El dinero duro lo establece la Ley Federal de Campañas Electorales, la cual marca el límite de la aportación que pueden hacer los individuos, los partidos políticos y los Comités de Acción Política; estos últimos están formados por organizaciones que recaudan fondos para las campañas electorales. La ley no permite a las corporaciones ni a los sindicatos hacer contribuciones directas, pero sí pueden constituir Comités de Acción Política que recauden dinero de sus empleados o asociados. Dichos comités pueden destinar sumas ilimitadas de dinero a favor de determinados candidatos.

El dinero blando son aportaciones que no están reguladas por la mencionada ley, por tanto no contempla el límite de dinero que puede dar al Comité Nacional de un partido político. Teóricamente, ese dinero no puede ser empleado para inducir el voto a favor de ningún candidato, pero igualmente se hace propaganda, la única palabra que debe ser omitida es "vote a...".

Las aportaciones de dinero "duro" superan ampliamente a las efectuadas en dinero "blando". Pero todo es un juego de simulacros ya que ambas clases de dinero provienen de las mismas fuentes.

En realidad, el número de norteamericanos que contribuye a financiar las campañas es muy reducido. Según la oficina del censo de EE.UU., durante las elecciones del 2000 tanto George Bush como Al Gore recibieron la mayoría de las aportaciones individuales de personas cuyos ingresos superaban los 100.000 U$S anuales, (el 12% de las familias estadounidenses). Y más del 50% del dinero procede de Washington DC, dónde los lobbies tienen sus oficinas.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Teresa Galeote

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