Pobreza infantil, arzobispos en helicópteros públicos y otras desgracias - por Ana Beltrán

Ayer lo leía y no lo podía creer. El texto rezaba así: El  arzobispo  castrense viaja en el helicóptero  que vigila la valla de Melilla. La aeronave dedicó más de cinco horas a llevar al prelado hasta Ceuta.

¡Leer para creer! Al parecer,  con  él llevaba a  su secretario (¡faltaría más!), ya  que  iba  en  “visita pastoral”. ¿Quién si no iba a cargar entonces con su maletín salva-almas?  Qué caro le sale al estado salvar sólo unas cuantas. En este caso las de la Benemérita.

Sin embargo, es la propia  Guardia Civil la que recordaba que lleva mucho tiempo reclamando  más medios para afrontar  la presión  de la inmigración, tanto en Ceuta como en Melilla, y calificó de “inadecuado que en un Estado aconfesional” se empleen recursos públicos para actividades religiosas.

Al revés que el helicóptero, esas palabras sí que están bien empleadas. 

Y volviendo al arzobispo,  y a su viaje  de  fraterna “caridad”, ante el cual  uno no puede dejar de preguntarse: ¿cuántos niños mal nutridos, de los que abundan hoy en toda España hubieran podido comer con semejante dispendio? Sospecho que bastantes.

 Pero… ¿es sólo este hombre el culpable, qué hace el gobierno, además de recortar?  Aunque, como podemos ver, no a todos se nos recorta por igual.  

Y para colmo, se nos fue Gabo, llevándose con él la maravilla de su ingenio; parte del  mismo lo tengo en mi mesita de noche, desparramado en las páginas de sus Cien años de soledad.

         Que descanse en paz.