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jueves, 25 de abril de 2024 15:33h.

Entre Podemos y los golpistas del 23–F - por Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR   Quizás el señor Sánchez no llegue a ser presidente del Gobierno de España con Podemos. Y si no lo consiguiera tengo por seguro que la natural vanidad del señor Iglesias, cierto grado de pedantería, acaso precipitadas actuaciones y tal vez radicales exigencias no serían las únicas causas responsables del fracaso.

Entre Podemos y los golpistas del 23–F - por Nicolás Guerra Aguiar *

   Quizás el señor Sánchez no llegue a ser presidente del Gobierno de España con Podemos. Y si no lo consiguiera tengo por seguro que la natural vanidad del señor Iglesias, cierto grado de pedantería, acaso precipitadas actuaciones y tal vez radicales exigencias no serían las únicas causas responsables del fracaso.

   Porque también contra él habrán intervenido viejos y nuevos profesionales del propio PSOE. Y cuando hablo de “viejos profesionales” me refiero, por ejemplo, a las decenas de exaltos cargos psocialistas que días atrás se reunieron contra el pacto con Podemos en almuerzo organizado por el exministro del Interior señor Corcuera, el de la patada en la puerta (“Pactar con Podemos es un terrible error que no beneficiaría a España y no beneficiaría al PSOE", sentenció). Es el mismo que regaló sortijas de oro, pulseras y collares a las acompañantes de sus invitados a cenas por un importe de varios millones de pesetas… de nuestros impuestos.

      Me refiero también al señor González Márquez, expresidente del Gobierno a quien venció el señor Aznar en 1996 tras varios años de oscurantismos, organizaciones criminales del Estado, abuso del poder. Pregona el señor González, en directa referencia a Podemos, que nadie debe fiarse de quienes asesoran a gobiernos extranjeros. Y lo dice después de que el señor iglesias le recriminara su presencia en el consejo de administración de Gas Natural Fenosa, empresa de la que cobró exquisitas nóminas durante cuatro años.

   Algunos de los veteranos estuvieron en el Congreso de Suresnes (Francia, 1974), exigieron la renovación generacional y vencieron a “los históricos” encabezados por Llopis (ya con 79 años). Congreso aquel en el que, dicho sea de paso, aprueban el pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las nacionalidades en España. Derecho, reconocen, que se enmarca dentro del contexto de la lucha de clases y del proceso histórico para la completa emancipación de los trabajadores. Se pronunciaron, además, por la constitución de una República Federal.

   Pero quiero detenerme en el señor Guerra González, exvicepresidente psocialista e ininterrumpido parlamentario durante 38 años, casi cual Franco en la jefatura del Estado. Se refiere a Podemos como “unos niños malcriados” con pataletas infantiles (lo mismo dijo el señor Sánchez) en cuyas filas milita “uno de esos adanes que creen que con ellos se inauguró el mundo”. Y altera su estabilidad emocional porque el tal “adán” identificó al PSOE con un búnker (más que refugio subterráneo, en este caso ‘grupo resistente a cualquier cambio político’) a causa de acuerdos del PSOE, PP y Ciudadanos: se repartieron la Mesa del Parlamento en detrimento de Podemos, tercera fuerza más votada. (Al trueque que les da a PP y Ciudadanos la mayoría a cambio de la presidencia del Parlamento lo llama “novedoso” el señor Guerra González. Y a la consideración de búnker la denomina “infamia”, es decir, maldad o vileza.)

   Hasta ahí mi respeto a la libertad de opinión del señor Guerra González, aunque me parecen absolutamente fuera de lugar las tales consideraciones o, al menos, inapropiadas en una persona de su inteligencia. Porque Podemos obtuvo 29 señorías más que Ciudadanos. Sin embargo, lo infravaloran cuando se repartieron los cargos de la Mesa. Tienen, pues, los podemistas derecho a la consideración que estimen sobre procederes y actuaciones del PSOE, improcedentes por nada democráticos. Prefirió el PSOE pactar con los populares -¿recordamos lo que hoy significan determinados sectores del PP?- antes que imponer éticamente repartos justos y equitativos.

   En segundo lugar, el señor Guerra González (disculpe, estimado lector, por la reiteración del segundo apellido) sabe lo que es un búnker como grupo que se resiste a cualquier cambio político: tal fue la voz que usaron en 1974 para justificar la aniquilación de la vieja estructura del PSOE, la del exilio europeo. Los socialistas de Llopis (secretario general desde 1944) eran el pasado, anquilosado ya en viejas tradiciones que impedían la renovación impulsada por los nuevos: así me lo explicaron en 1974 y lo creí, a fin de cuentas mis informantes eran gente seria. Por tanto, aquella juventud con pantalones de pana (hoy llevan trajes hechos a medida); algunos con barba (hoy, impecablemente afeitados) y perras de vino en tascas proletarias (hoy, en reservados de lujosos restaurantes) se propuso “destruir el búnker” de los anteriores socialistas, acaso obviamente tan ajenos a la realidad como algunos psocialistas de hoy, por suerte minoritarios aunque poderosos y bien relacionados.

      Y me obliga el señor Guerra (González) a convertirme en defensor de Podemos a pesar de mis grandes reticencias. Pero es innoble, apasionado, inmerecido y disparatadamente lunático que un viejo psocialista (con grandes aciertos en su etapa socialista) compare a los jóvenes de Podemos con el búnker de 1981, el del 23 - F. Obispos con hisopos ultraderechistas; viejos fascistas; rancios sectores del Ejército español que condenó injustamente a Salvador Sagaseta en consejo de guerra (1967) y caló sus bayonetas en el Proceso militar de Burgos (1970) nada tienen que ver con Podemos. Ni aquellos tricornios del Congreso (1981) con pistolas y metralletas en donde la única arma es la palabra noble y elemental se parecen, en nada en nada, a la gente que conozco de Podemos. Es el desorientado lamento del cisne que una vez fue. De pena.

   Lo que ocurre es lo de siempre: el miedo de los maduros de hoy a perder la influencia ante nuevas avalanchas de frescos pensamientos y vitales renovaciones, exactamente como les pasó a ellos en 1974. Aunque por el camino de los coches oficiales dejaron en la cuneta aquello del Congreso en Suresnes: "La conquista del poder político y económico por la clase trabajadora y la transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista”. Pero también hay “nuevos” psocialistas opuestos a entendimientos del señor Sánchez con Podemos… que pactan con Podemos. Es el caso de los presidentes de Aragón y Castilla La Mancha: gracias a los “bolivarianos” aprobaron sus presupuestos.

 

* En La casa de mi t´ia por genbtileza de Nicolás Guerra Aguiar