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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Política de altos vuelos - por Erasmo Quintana

 

rajoy

erasmo quintanaSospecho, queridos amigos, que de un tiempo a esta parte están muy críticos y en exceso, duros con Mariano Rajoy; él, que siempre hace lo que le dicta su recta conciencia. Como es fácil comprender no puede don Mariano atender a todos por igual, pues siempre habrá ricos y pobres, así que no esperen que ahora se ponga a arreglar el mundo, por la sencilla razón de que entre sus obligaciones no se encuentra ésa, precisamente.

Política de altos vuelos - por Erasmo Quintana *

Sospecho, queridos amigos, que de un tiempo a esta parte están muy críticos y en exceso, duros con Mariano Rajoy; él, que siempre hace lo que le dicta su recta conciencia. Como es fácil comprender no puede don Mariano atender a todos por igual, pues siempre habrá ricos y pobres, así que no esperen que ahora se ponga a arreglar el mundo, por la sencilla razón de que entre sus obligaciones no se encuentra ésa, precisamente. Llevar tanto tiempo en política -recuerden que Rajoy empezó de concejal en la tierra gallega que lo acunó- lo ha curtido en mil batallas, una de las cuales, fíjense bien, fue cuando Aznar, poniendo el dedo sobre él, lo eligió como su sucesor, muy cuestionado después, andando el tiempo, por los suyos, hasta que tocó poder en la Moncloa, circunstancia que de no haberse dado, hoy nadie se acordaría de él. Gobernar hace piña en su entorno y se consolida el líder.

RAJOY PLASTILINAAprendió pronto, porque empezó a manejar bien la mentira, con astucia, en la catástrofe del petrolero Prestige, con aquel “son hilitosss los que salen…”, convertidos realmente en un inmenso chapapote. Aprendió que en política se puede, y en ocasiones se debe, incumplir la palabra dada ante una situación que le perjudica y más si se atenúa el motivo de verse obligado a cumplirla. Hay por tanto infinidad de ocasiones en las que el político se ve en la tesitura de explicar las razones que lo han llevado a incumplir la promesa que lo llevó al poder. Seguro que siempre tendrá no una, sino cuantas quiera, que les valen todas. No tiene más que con su facundia –observen, amigos, que el buen político habla con extrema facilidad y es un gran disimulador- convencer a los ciudadanos votantes, que éstos, ávidos de que les calmen su ansiedad, las reciben a sabiendas de que son mentiras. El mejor político es quien sabe engañar bien, porque además, siempre encuentra una legión a la que le encanta ser engañada. 

trump a lo bestiaLo hizo Trump, cuyas mentiras lo llevaron en volandas a ocupar el primer sillón de la Casa Blanca; y en el engaño sigue, dado el buen resultado que le reportó, dejando de paso constancia de que conoce estupendamente la naturaleza humana. Pero es que Rajoy también, porque puede mentir cuantas veces quiera afirmando que nunca supo lo de la financiación irregular de su partido; hacer, cuando llega al Gobierno, lo contrario de lo que prometió en campaña. Y aún siguen votándolo, convirtiendo a su partido en el que más apoyo popular ha conseguido, lo que se confirma con esto que el manejo de la mentira es siempre de lo más rentable. Pero la política, tan desacreditada en la actualidad, debe ser otra cosa. Algo tan útil para nuestras vidas tiene que ser más serio.

 Situados en la premisa de que toda persona merece el mayor de los respetos, es curioso, pero si la misma se mete en política y accede a un cargo público esa respetabilidad tiene que ganársela día a día con su conducta y en el quehacer cotidiano. Una vez se abraza la responsabilidad pública, algo que debe tener por completo asumido es que se convierte en la diana de todos los dardos, en el centro de todas las miradas y será juzgado con rigor implacable, teniendo siempre claro una cosa: no esperar que le agradezcan nada de lo que hace.

La buena gestión y el éxito de la tarea encomendada se consideran de antemano una obligación, sin más: va en lo que le pagan. El servidor público hará bien en no esperar halagos sinceros de nadie por cumplir con su deber. Esa será la nota predominante, queridos amigos.  

* En La casa de mi tía por gentileza de Erasmo Quintana

 

ERASMO QUINTANA RESEÑA